De una niñez humilde y marcada por el recuerdo de la guerra en Leningrado a espía de la KGB
Vladímir Putin nació en 1952 en Leningrado, hijo de Maria Ivanovna Putina y Vladímir Spiridonovich Putin. La pareja había tenido dos hijos antes de Vladímir, en la década de 1930, que murieron de pequeños, uno de ellos durante el asedio nazi en Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial. Su niñez transcurrió en la ciudad, donde también cursó la carrera de derecho. Apenas acabado de graduar, se unió a los servicios soviéticos de inteligencia, la KGB.
Quince años de oficial de inteligencia en el extranjero
Putin fue oficial de inteligencia entre 1975 y 1990, incluidos seis años en Dresde, Alemania del Este, desde donde vivió la caída del muro. Sus entrenadores de la KGB decían que tenía una “percepción de peligro menguada”. Cerca del final de la URSS volvió a Leningrado.
Entrada en el mundo de la política rusa
Putin se retiró de la KGB en 1991 y entró en política como asesor del primer alcalde de San Petersburgo escogido democráticamente, Anatoli Sobchak, coautor de la Constitución de la Federación Rusa. Sobchak había sido profesor y mentor de Putin en la universidad.
Llegada a Moscú y ascensión meteórica
Putin entró en trabajar al Kremlin en 1996. En poco más de un año fue nombrado director del Servicio Federal de Seguridad (órgano sucesor de la KGB) y fue ganándose la confianza del presidente de la Federación, Borís Yeltsin.
Borís Yeltsin elige a un desconocido Vladímir Putin como sucesor
Yeltsin nombró a Putin como primer ministro y lo apuntó como a su sucesor, para desconcierto de la sociedad rusa y de las esferas políticas, para los que Putin era uno desconocido. La mano dura de Putin en la guerra de Chechenia lo consolidó ante la opinión pública rusa, que buscaba a un gobernante que pusiera orden en el país después de años de corrupción e inestabilidad política. El 31 de diciembre de 1999, Yeltsin dimitió y Putin accedió a la presidencia en funciones. Ganó las elecciones de marzo del año siguiente con poco más del 50% de los votos.
Crecimiento económico
Putin llegó al segundo mandato (2004) con el apoyo de más del 70% de los rusos y una popularidad en alza por la mejora de las condiciones de vida ligadas al auge de los beneficios por las exportaciones de petróleo.
Liderazgo incontestable
Su fuerte liderazgo le permitió esquivar las críticas por la masacre de la escuela de Beslán, donde la operación de las fuerzas de asalto rusas para liberar a los rehenes de terroristas chechenos acabó ocasionando más de 300 víctimas.
Persecución y muerte de la disidencia
La periodista Anna Politkóvskaya, que investigaba los abusos de Rusia en la guerra de Chechenia, fue asesinada y el crítico del Kremlin Aleksandr Litvinenko murió en Londres envenenado con una sustancia radiactiva.
Interludio con Medvédev
Debido al límite constitucional de dos mandatos, Putin se convirtió en primer ministro con Medvédev como presidente. Moscú mantuvo una guerra de cinco días con Georgia. Rusia reconoció los nuevos estados de Abjasia y Osetia del Sur
Putin volvió con ansias de recuperar el antiguo esplendor imperial ruso
Putin volvió a la presidencia en 2012 (con un 60% de los votos) y gracias a una enmienda en la Constitución introducida por Medvédev, este tercer mandato se alargó seis años en vez de cuatro. En el año 2014, después de la revuelta proeuropea del Euromaidán que acabó derrocando al gobierno ucraniano prorruso de Víktor Yanukóvich, Rusia se anexionó la península de Crimea. Poco después estalló una guerra en el Donbás, entre el gobierno de Kiev y sectores prorrusos, que contaban con el apoyo del Kremlin, en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.
La guerra convencional y las guerras híbridas
Rusia intervino militarmente en la guerra de Siria e inclinó la balanza a favor de Bashar al-Ásad. En el año 2016 Donald Trump ganó las elecciones a la presidencia de EE.UU. en medio de acusaciones al Kremlin de interferencia a favor de los intereses de Rusia.
Inicio de un cuarto mandato envenenado
En marzo de 2018, el exespía ruso Serguéi Skripal y su hija fueron envenenados en Inglaterra con un agente nervioso. Los dos sobrevivieron, pero murió una vecina que había encontrado el bote de veneno que los asesinos habían tirado. Moscú negó estar implicado.
Una jugada repetida para acallar las voces opositoras
La cara más visible de la oposición a Putin, Alekséi Navalni, fue envenenado con el agente neurotóxico novichok. Navalni estaba en libertad condicional por un supuesto caso de fraude y malversación de 2014, y el hecho de que no compareciera ante la justicia, como tenía que hacer de forma periódica, durante el tiempo que estuvo en Berlín recuperándose del envenenamiento fue la excusa para encarcelarlo en su regreso a Rusia. Al año siguiente, en febrero de 2022, Navalni se enfrentó a un juicio que lo sentenció a más de diez años de prisión. Amnistía Internacional lo considera un preso de conciencia y ha calificado el juicio de “farsa”.
Putin ve amenazado su “airbag”
La primavera de 2021 se empezaron a reavivar las tensiones en el Donbás. Putin quería evitar que Ucrania se acercara hacia las potencias occidentales y pidió “garantías de seguridad” a la OTAN y el compromiso de que no aceptaran al país vecino en la Alianza.
Todo el mundo en alerta por unas ‘maniobras militares’
A finales de año, el Kremlin movilizó a 100.000 soldados a la frontera con Ucrania. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, alertó de un intento de golpe de estado fomentado por Rusia. Los aliados de la OTAN reforzaron su presencia militar en Europa.
La guerra total: Rusia ataca Ucrania y confirma el peor de los escenarios
Después de reconocer las repúblicas del Donbás en la Duma, Putin envió tropas “de paz”. La “operación especial para desnazificar a Ucrania” del Kremlin se traduce en una guerra total, que se ensaña con la población civil, con ciudades asediadas y bombardeadas hasta prácticamente hacerlas desaparecer. Occidente ha respondido con sanciones que quieren aislar a Putin y convertirlo en un “paria”. Miles de rusos han salido a la calle a manifestarse arriesgándose a ser detenidos, pero la popularidad de Putin, como en sus otras guerras, sigue alta en Rusia.