El agua, un arma devastadora en manos de Israel en Gaza
Los gazatinos se ven forzados a beber agua contaminada, que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades graves
BarcelonaLa ofensiva militar israelí en Gaza ha entrado en el octavo mes con la invasión de Rafah, la ciudad del sur de la Franja donde se agolpaban más de 1,4 millones de palestinos que habían seguido las órdenes de evacuación y que ahora deben volver a huir, conscientes de que ningún lugar es seguro. El lunes Hamás anunció que aceptaba la propuesta de tregua de los mediadores, y los gazatinos salieron a las calles a celebrarlo, pero Israel rechazó el acuerdo, intensificó los bombardeos y puso en marcha el ataque terrestre. Tanques israelíes han tomado el control del paso a la frontera con Egipto, por donde hasta ahora entraba ayuda y equipos humanitarios con cuentagotas, y que ahora se han reducido a cero. La catástrofe humanitaria en Gaza se agrava y una de sus formas más crudas es la crisis del agua: además de los bombardeos y el hambre, la gente de Gaza se muere literalmente de sed y de enfermedades relacionadas con la contaminación agua.
“Sólo tenemos el 30% de agua que haría falta, que es la que nos llegaba en camiones desde Egipto o que obteníamos de las plantas desalinizadoras, pero desde el lunes que no entra nada, y sólo nos queda combustible para hacer funcionar las plantas dos días más”, explica en el ARA Ahmed al-Sufi, alcalde de Rafah.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que, en circunstancias normales, cada persona debería tener acceso a entre 50 y 100 litros de agua diarios, y que el mínimo vital son 15, pero los informes de ONU aseguran que gran parte de la población de Gaza dispone de menos de tres litros. En algunas zonas de la Franja se calcula que no disponen de más de medio litro.
Amal, una maestra de la ciudad de Gaza, explica a este diario cómo debe hacer largas caminatas para llenar una garrafa de agua turbia, que filtra como puede con un pedazo de ropa antes de hervirla (si tiene leña para quemar, porque gas hace meses que no hay) y darla a su hijo: “Siempre tiene descomposición y los ojos y las mejillas hundidos”, un síntoma de deshidratación.
Amr al Wawi, experto palestino en datos del agua, explica al ARA desde Holanda que “la crisis del agua en Gaza pasa desapercibida, pero es una bomba de relojería”. Porque el problema no es sólo la falta de agua, sino que está muy contaminada. "Los análisis que se habían hecho revelaban la presencia de bacterias que causan enfermedades respiratorias, digestivas y de piel", asegura.
Todas las fuentes bloqueadas
Gaza tiene cuatro fuentes de agua. La primera es el agua en superficie, que es muy escasa y proviene de territorio israelí, donde se han construido pantanos y canales que le han desviado hacia otros lugares. La segunda y principal fuente de agua de boca son los acuíferos subterráneos: los gazatinos la extraen de pozos con bombas eléctricas o alimentadas con gasolina, muchas de las cuales ahora no funcionan por la falta de combustible. Según la Autoridad Palestina del Agua, el 97% de este agua no es potable, debido a la contaminación por aguas residuales o bien por la alta salinidad. "Este problema se ha disparado con el bombardeo sistemático o la falta de energía de las plantas de tratamiento", explica Almotaz Abadi, subsecretario general para el agua de la Unión para el Mediterráneo.
La tercera fuente de agua son las plantas desalinizadoras del agua del Mediterráneo que baña toda la franja. Los bombardeos y la falta de combustible han derribado la desalinización a prácticamente cero. Y la última fuente de agua es la que Israel vende en la Franja a través de su empresa Mekorot, que decide cuándo abre y cuándo cierra el grifo. De las tres conducciones de agua que hay hacia Gaza sólo una está en funcionamiento y sólo el 47% de su capacidad.
“Por primera vez en la historia contemporánea, Israel utiliza el agua como un instrumento de muerte y chantaje, forzando a la gente de Gaza a consumir agua contaminada. Sin combustible ni electricidad, que son imprescindibles para extraer agua relativamente consumible, la gente morirá de deshidratación o enfermedades infecciosas, si no les matan los bombardeos”, añade Al Wawi. Sus colegas que trabajan en el tratamiento de aguas en el Ayuntamiento de Gaza le están hablando ya de una “guerra del agua”.
“Me dicen que las calles y las casas han quedado irreconocibles, que no queda nada del alcantarillado, ni de toda la infraestructura de distribución del agua o de recogida de agua residual... nunca imaginé que podríamos llegar en este punto. La gente no lo sabe, pero en Gaza, pese a 17 años de bloqueo, funcionaba un sistema muy eficiente para evitar derrochar el agua: cuando se detectaba cualquier escape en 24 horas estaba arreglado, y ahora no queda nada. Ahora es imposible prever cuánto tardaremos en recuperar el sistema”, explica Al Wawi.
Riesgo de enfermedades
Y el único problema no es la falta de agua: la propagación de enfermedades ya se está haciendo notar porque la poca agua que tienen los gazatines está cada vez más contaminada. Con los bombardeos, las aguas fecales se filtran en los acuíferos sin tratamiento, y lo mismo ocurre con los residuos médicos de los hospitales. El agua de lluvia se filtra sucia por los residuos que se acumulan en las calles después de meses en los que nadie los ha podido recoger. "Ya se han diagnosticado entre 20.000 y 30.000 infecciones de hepatitis y seguro que hay muchas más de las que se han podido detectar porque el sistema sanitario ha sido prácticamente borrado por los bombardeos", alerta Al Wawi. Y con el paso de Rafah cerrado a cerradura y cerrojo, “sin agua de fuera, sólo consumiendo la de los pozos, sólo es cuestión de tiempo que muera gente de sed”, avisa.