¿Por qué Irán espera el regreso de Trump con miedo?
Los golpes en Hezbollah y el derribo de Al Asad debilitan a Teherán ante un nuevo gobierno estadounidense más hostil al régimen de los ayatolás

Damasco (Siria)Antes de las elecciones estadounidenses se habló mucho de la campaña de desinformación de Rusia con el fin de favorecer la victoria de Donald Trump. Pero Putin no fue el único en intentar influir de forma maliciosa en el proceso electoral en Estados Unidos. Los servicios de inteligencia del país estadounidense han acreditado que hubo una campaña similar, pero en sentido contrario, es decir, a favor de los intereses de Harris, originada en Teherán. No puede haber una prueba más fehaciente del temor que le provocaba al régimen iraní el posible regreso de Trump a la Casa Blanca.
Los ayatolás tienen motivos de sobra para estar inquietos. Uno de los sellos de la política exterior del primer mandato de Trump fue la intensificación de la presión contra Teherán, lo que incluyó la retirada de EE.UU. del acuerdo sobre el programa nuclear iraní, y la aplicación de nuevas sanciones contra el régimen. Además, algunos de los altos cargos escogidos por Trump para su segundo mandato son sionistas de piedra picadura y hostiles en Irán, como Mike Waltz, que será su asesor nacional de Seguridad.
La principal característica de Trump como gobernante es su talante errático e imprevisible. Si bien la situación de debilidad del régimen iraní es patente ahora que Hezbollah ha sido descabezado por los golpes de Israel –algo que podría inducir a pensar que es el mejor momento de aplicar aún más presión–, otra dinámica podría empujar en la dirección opuesta. Se trata de la rivalidad entre Washington y Pekín, que va al alza.Además, Trump parece determinado a no dejarse arrastrar a una nueva guerra en Oriente Próximo.
"Parece que Trump quiere completar el movimiento iniciado por Obama de redirigir la atención de la política exterior de EEUU de Oriente Próximo hacia China. Y quizá su llegada suponga una oportunidad para Teherán en comparación con un Biden que parece atrapado en el Oriente Próximo", dice Tarek Kahlaui, profesor de la South Mediterranean University de Túnez. Para reforzar el argumento, Kahlaui señala que una de las primeras decisiones de Trump en política exterior fue enviar a Elon Musk a reunirse con el embajador iraní en la ONU.
La sintonía entre Trump y Netanyahu
El futuro de la región dependerá en buena parte de cómo evolucione la relación entre Trump y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. La agenda de este último es mucho más diáfana, pasando por la anexión de los territorios palestinos y neutralizar por completo la amenaza iraní. Sus peticiones respecto a Palestina, que podrían incluso pasar por una expulsión total o parcial de la población de Gaza hacia Egipto, serán probablemente bien recibidas en la Casa Blanca. Pero no hay ninguna garantía de que ocurra lo mismo respecto a Irán.
En la carta a los Reyes de Netanyahu podría figurar la luz verde de Washington en el bombardeo de las instalaciones nucleares iraníes, al considerar que el programa nuclear iraní constituye una "peligro existencial" para la seguridad de Israel. La consecución de la bomba nuclear por parte del régimen de los ayatolás –todo parece indicar que están muy cerca– también ha representado una línea roja para Washington desde hace décadas. El intercambio de bombardeos entre Tel Aviv y Teherán en octubre puede haber sido una especie de ensayo con un balance positivo, puesto que ha puesto al descubierto la vulnerabilidad de las defensas antiaéreas iraníes. De hecho, el ejército israelí asegura haber destruido buena parte de esa infraestructura defensiva.
La fortaleza militar de Hezbollah también ha recibido un durísimo golpe en los últimos dos meses de guerra, un factor que también podría favorecer un ataque a Irán. Para el guía supremo Ali Jamenei, Hezbollah representaba una especie de póliza de seguro que no habría un ataque sobre territorio iraní, ya que desencadenaría un ataque feroz sobre Israel. Pero la fuerza de este elemento disuasorio se encuentra ahora seriamente tocada. La caída del régimen sirio, un estrecho aliado, ha debilitado aún más a la milicia y su patrón iraní.
De todas formas, algunos analistas creen que tanto Israel como Hezbollah no han utilizado todas sus armas en el enfrentamiento bélico de los últimos meses, precisamente para no perder toda su capacidad disuasoria. Un bombardeo contra el programa nuclear iraní haría que Irán respondiera con todos los medios a su alcance, lo que probablemente desencadenaría la guerra regional de la que tanto se ha hablado en los últimos meses y que tanto Biden como Jamenei han hecho todo lo posible para evitar. ¿Querrá arriesgarse Trump?