¿Cuáles son las perspectivas de Netanyahu tras el alto el fuego con Hezbollah en Líbano?
La estabilidad del gobierno y la lejanía de las próximas elecciones le permitirán centrarse más en su polémica agenda doméstica, sus problemas legales y en Gaza, a la espera de Trump

El CairoEn la comparecencia que hizo el martes unas horas antes de la entrada en vigor del alto el fuego en Líbano con Hezbolá, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, declaró que la tregua llegaba después de haber conseguido “grandes avances” en “siete frentes” donde Tel-Aviv ha estado operativo en el último año: Irán, Gaza, Cisjordania, el Yemen, Irak, Siria y Líbano.
Lo que Netanyahu no mencionó, en cambio, fue un octavo frente igual o más importante para él a la hora de tomar decisiones, y al que sí se había referido hacía sólo tres días en otra declaración en hebreo difundida en respuesta a una investigación contra su oficina por la filtración y posible manipulación de información de seguridad confidencial: el frente doméstico.
Desde el inicio de la ofensiva en Gaza este octavo frente ha marcado en gran parte la hoja de ruta de Netanyahu, a la que se considera sobre todo preocupada por su supervivencia política. Y la tregua con Hezbollah no amenaza inmediatamente a su gobierno y le permitirá evitar los riesgos de mantener la incursión en Líbano, inyectar presión en Gaza y adelantar su agenda doméstica.
"Netanyahu está centrando la atención en su propia supervivencia personal y en la del gobierno. No tiene un plan estratégico para Israel ni ningún tipo de visión para Líbano, y creo que con Gaza ocurre lo mismo", considera el comentarista y analista político israelí Ori Goldberg.
Medios israelíes afirman que Netanyahu sigue de cerca las encuestas y uno de los sondeos más recientes sobre el acuerdo con Hezbollah, realizado el martes por una televisión local, muestra una fuerte división en el país entre los que le apoyan, los que se oponen y quienes dudan. Sin embargo, entre los partidarios de la coalición de gobierno, sólo un 20% de los encuestados le apoyan.
Consciente de la impopularidad del acuerdo entre su base, Netanyahu ha justificado en parte la decisión alegando presiones de Estados Unidos, y ha declarado que uno de los tres principales motivos para firmarlo es poder abastecerse de armas y munición después de “grandes retrasos” en algunas entregas, en un dardo velado y hasta ahora infundado contra Washington. La tregua, inicialmente de 60 días, también le da cobertura durante el período de transición entre Joe Biden y Donald Trump.
Un acuerdo en Gaza, sin acabar con la guerra
Estados Unidos, Egipto y ahora también Turquía están aprovechando el impulso del alto el fuego en Líbano para cerrar un acuerdo similar en Gaza, partiendo de la base de que la tregua con Hezbollah deja a Hamás prácticamente solo. Medios de Israel indican que Netanyahu está interesado en un acuerdo que no ponga fin a la guerra ni a la ocupación de Gaza, pero la perspectiva de un rápido avance es mínima.
“¿Habrá acuerdo? Quizás sí, porque hay renovado interés en que los haya”, cree Goldberg. “Pero no sé hasta qué punto podrá cerrarlo Netanyahu, porque no creo que esté interesado en un acuerdo que implique el fin de la guerra”, añade el analista, que nota que “ni Netanyahu ni los israelíes están especialmente comprometidos con jefe tipo de cambio real en Gaza”.
Para el primer ministro, la gran diferencia entre ambos frentes es que sus socios de gobierno de extrema derecha han amenazado con derribar al ejecutivo si hay un acuerdo con Hamás, pero no con Hezbolá. Y Netanyahu, que en septiembre añadió un nuevo partido minoritario a la coalición, dispone de un gobierno estable y lo suficientemente amplio como para tolerar alguna rebelión o deserción.
Además, aunque hoy obtendría peores resultados que en las últimas elecciones, su partido, Likud, lidera desde julio los sondeos electorales. Y excluyendo a los partidos ultraortodoxos, el resto de socios del gobierno –que ahora no podría revalidarse– están mostrando dificultades para mantener su apoyo electoral y dos podrían quedar fuera del Parlamento, así que a ninguna le interesa ir a las urnas.
Asimismo, los últimos sondeos sobre Gaza revelan que una amplia mayoría de israelíes consideran más prioritario el regreso de los rehenes que derrotar a Hamás y creen que ya ha llegado el momento de acabar con la guerra. Pero entre los judíos de derechas, la base de apoyo real de Netanyahu, todavía hay tolerancia por continuar con la guerra y los religiosos priorizan aniquilar a Hamás.
Una agenda polémica
Las próximas elecciones están previstas para finales de 2026, un margen suficiente para avanzar iniciativas polémicas que la oposición considera de tintes autocráticos y que ya se están debatiendo en el Parlamento y en el gobierno. Entre ellas destacan medidas contra medios de comunicación públicos e independientes, una reforma para debilitar el poder judicial, la destitución de altos cargos judiciales y de seguridad y legislación para dificultar el acceso de árabes israelíes al Parlamento.
La agenda de Netanyahu también estará inmediatamente marcada por el frente legal que tiene abierto. El 10 de diciembre empezará su testimonio en un juicio criminal por tres casos de corrupción, y en paralelo su entorno es investigado por filtrar información confidencial y manipular documentos oficiales en su beneficio. Desde el exterior, el Tribunal Penal Internacional emitió la semana pasada una orden de arresto contra él por crímenes de guerra y lesa humanidad en Gaza.