Diario de una doble jornada

Por las madres que hacen que cada día sea un poco Navidad

Un elfo de navidad
15/12/2025
3 min

BarcelonaSer madre nunca es fácil y en Navidad creo que el tema se complica. Doy gracias que mi hijo pequeño ya tiene diez años y me he ahorrado muchas cosas, como tener un elfo travieso en casa que cada mañana piensa en una fechoría nueva. Las redes sociales están llenas de imágenes de este elfo y yo sólo puedo respirar aliviada al ver que esta moda no me ha pillado. ¿A cuántas tradiciones importadas deberemos sumarnos? En casa tampoco hemos hecho nunca calendarios de Adviento de actividades (¿quiere decir que nuestros hijos saben qué significa el término Adviento?), y menos calendarios de esos donde cada día hay un regalo. Eso sí, reconozco que seguí la nueva tradición de ir a buscar el tió a la montaña, y miren, quizás no hacía falta. Cuando yo era pequeña el tió sabía perfectamente llegar solo a casa y en Nochebuena aparecía muy digno en el comedor y se retiraba al día siguiente. Trabajo hecho. Por tanto, si no ha ido a hacer ninguna búsqueda con mapa del tió, esté tranquilo: sabrá encontrar el camino, como lo ha hecho toda la vida. Quizás estamos sobreprotegiendo también al tió y no confiamos lo suficiente en su autonomía.

Estoy convencida de que son las madres las que consiguen que Navidad sea bonita, y gracias a ellas muchos de nosotros acumulamos buenos recuerdos de estas fechas. Son las que pasarán infinidad de horas derechas junto a los fogones para que el resto disfrutemos sentados en la mesa. Madres que estos días pasan horas asando la carne para rellenar cada canelón con todo el cuidado. Pucheros de caldo encendidos durante jornadas enteras que impregnarán la cocina con el olor de siempre. Platos que nos reconfortan y que saben a casa y que cualquier chef con estrella quiere intentar recuperar en cada bocado. Ellas nunca han tenido el reconocimiento gastronómico que merecen aunque ahora el principal objetivo de cualquier buen restaurante es acercarse, aunque sea un poco, a sus recetas.

Cuando menos es más

Tenerlo todo listo para las fiestas puede llegar a ser agotador, y me doy cuenta de que a veces las madres de hoy nos cargamos con más trabajo del que toca. Antes todo era más sencillo, ¿no? Mi tió boomer me cagaba cosas políticamente incorrectas, como cigarrillos de chocolate, y creo que era mucho más verosímil que cayera sólo golosinas que juguetes que son más grandes que él. Por casa no pasaba Papá Noel, mis padres no hacían al amigo invisible con gente del trabajo y en la mesa no había canapés en forma de muñeco de nieve. Todo era más familiar, más normal, más nuestro y más sencillo. Un día en la escuela pregunté a mis alumnos sobre las vacaciones de Navidad y qué habían hecho en aquellos días y una respuesta me quedó marcada: "Yo no he hecho nada pero me lo he pasado muy bien". Lo dijo con una contundencia y sinceridad que recuerdo siempre y es mi objetivo navideño: menos es más.

Os confieso que Navidad es menos Navidad ahora que mi madre ya no está. Tengo menos ganas de celebración y añoro mucho verla comer con delantal puesto y hacer que todo siempre pareciera fácil. Creo que nunca estamos listos para tomar el relevo y ser nosotros las que nos encargamos de todo, y no me refiero sólo a las fiestas. Me doy cuenta de que estos días empiezo a sentir cierta nostalgia y no tengo ganas de pensar en el vacío que hay en mi comedor. Qué contradicción, la Navidad: la ilusión que hace a los pequeños y la pinchadita que sentimos cuando nos hacemos mayores.

Os deseo de corazón que esta Navidad sea lo más normal posible, que juegue con sus hijos al impostor, que vuelva a mirar Love actually y que si sus madres (y abuelas) todavía están ahí, os abracen muy fuerte con el delantal puesto. Este texto es por ellas, por nuestras madres, las que hacen que cada día sea un poco Navidad.

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