Oriente Próximo

Israel intensifica la presión contra el reclutamiento iraní de espías entre jóvenes israelíes

Perfiles anónimos de Telegram ofrecen dinero a cambio de tareas como fotografiar instalaciones o grabar movimientos policiales

Punto de control para atravesar la calle Shuhada controlada por Israel en la ciudad dividida de Hebrón, en Cisjordania ocupada por Israel, en los Territorios Palestinos
14/12/2025
3 min

BeirutLas autoridades israelíes llevan semanas alertando de un fenómeno que, aunque no es nuevo, ha adquirido una dimensión inesperada: el reclutamiento de ciudadanos israelíes, incluidos adolescentes, por parte de redes vinculadas a Irán. Shin Bet, la agencia de seguridad interna, reconoce que los contactos se multiplicaron desde finales del verano y que el objetivo ya no son individuos con acceso a información estratégica, sino jóvenes sin antecedentes políticos que aceptan colaborar a cambio de pequeñas sumas de dinero.

El patrón es similar en la mayoría de los casos. Mensajes anónimos a través de Telegram, perfiles que se presentan como empleadores o aficionados a la seguridad, ofertas de 200 o 300 dólares por tareas aparentemente inofensivas: fotografiar instalaciones, grabar movimientos policiales o localizar sistemas de defensa. Para muchos de estos menores, según fuentes policiales, la motivación es económica y la dimensión política apenas existe. Uno de los casos recientes, el de un chico de 13 años que llegó a fotografiar una batería de defensa aérea, ha obligado al gobierno a admitir que el fenómeno afecta ya a entornos escolares.

La misma dirección del Shin Bet ha pedido a alcaldes y directores de centros educativos que cooperen en campañas de prevención. En varias escuelas, los responsables detectaron grupos de alumnos que admitieron haber recibido mensajes similares. Según funcionarios consultados por la prensa israelí, se habla de "decenas, quizás cientos" de ciudadanos que han sido contactados, aunque sólo una parte accedió a seguir las instrucciones.

Irán mezcla el envío masivo de mensajes por redes con la explotación de vulnerabilidades sociales dentro de Israel. Los investigadores dicen que los reclutadores buscan a gente sin formación técnica, aprovechando que muchos jóvenes viven con dificultades económicas y usan las redes sin control. En paralelo, otros casos se sitúan en un nivel más grave, en el que jóvenes de 18 a 20 años estarían implicados en tramas de sabotaje o en planes de asesinato contra ciudadanos israelíes. Las acusaciones son todavía objeto de procedimientos judiciales y plantean interrogantes sobre el alcance real de estas redes.

¿Delito menor o amenaza estratégica?

La inteligencia israelí considera que Irán intenta desde hace meses ampliar su margen en la guerra encubierta que ambos países mantienen, combinando ciberataques, operaciones de influencia y reclutamiento remoto. El pago en criptomonedas y la promesa de anonimato facilitan la conexión entre reclutadores y jóvenes israelíes que, en muchos casos, desconocen la gravedad de sus actos.

El aumento de detenciones ha coincidido con un clima interno en el que la frontera entre delito menor y amenaza estratégica se difumina. La policía admite que algunos de los acusados ​​solo llegaron a realizar actos de vandalismo, como grafitis a petición de sus reclutadores o transmitir información irrelevante. Sin embargo, la intención iraní parece ser probar los límites y detectar puntos débiles. El fácil acceso a adolescentes sin supervisión revela grietas profundas, familias sobrecargadas, escuelas sin recursos y un entorno marcado por años de crisis económica, polarización y desconfianza en el Estado.

Mientras se suceden las detenciones, el gobierno insiste en que la situación está bajo control y habla de una "amenaza contenida". Pero el fenómeno abre un debate incómodo: cómo gestionar casos en los que ciudadanos propios, a veces sin entender las consecuencias, acaban formando parte de una red de espionaje extranjera. Además, la justicia militar y la civil no les tratan igual, lo que alimenta dudas sobre si las penas a menores o jóvenes con pocos recursos son realmente proporcionales.

Más espías sin un gran gasto

La dimensión social del fenómeno cuestiona también a la clase política israelí. La mayoría de los reclutados no encajan en la idea clásica de un espía: no militan en ningún grupo, carecen de acceso a información delicada y no están radicalizados. Son adolescentes que mezclan desafío, curiosidad y desconocimiento del riesgo. Para varios analistas, precisamente por eso resultan tan útiles para Irán, que puede ampliar su red sin invertir grandes recursos.

En un país que presume de contar con una de las ciberseguridades más avanzadas del mundo y que enfrenta desafíos constantes para proteger a su población de amenazas externas, el reclutamiento de menores añade un matiz incómodo. Deja al descubierto fallos en la educación digital, en la supervisión del uso de la tecnología y en la capacidad de familias y escuelas para detectar estos riesgos.

Israel ha lanzado una campaña contra ciudadanos sospechosos de espiar para Irán, incluyendo a jóvenes y estudiantes. Las autoridades aseguran que van a intensificar la presión con más detenciones, más investigación y campañas de prevención. Pero el verdadero desafío no está en el número de reclutas, sino en que, a pesar de su alta tecnología, los jóvenes siguen vulnerables a una guerra que también se libra en la esfera digital.

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