Irán

Mujeres sin velo y conduciendo motos a Irán: ¿el régimen ha perdido la batalla?

Testimonios confirman que hay más libertad, pero analistas y activistas alertan de que la represión no se detiene y las ejecuciones se han disparado

Una mujer conduciendo una moto y vestida con ropa occidental en Teherán.
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BarcelonaUn grupo de jóvenes toca la emblemática línea de abajo del Seven Nation Army de los White Stripes en una calle de Teherán. A su alrededor otros jóvenes se mueven al ritmo de las guitarras y la batería. Muchas son chicas, vestidas con vaqueros, zapatillas sin el velo islámico. Este vídeo, grabado a finales de octubre, se hizo viral en las redes. Pero no es lo único. Últimamente han proliferado las imágenes e informaciones de que cada vez hay más mujeres iraníes que se atreven a salir a la calle sin el hiyab e incluso a conducir motos, una actividad reservada sólo a los hombres según la estricta ley islámica de Irán.

"Las mujeres salen a la calle como si fuera la semana de la moda de París, muy arregladas, muy maquilladas, sin velo", explica al ARA Solmaz Malekien en una videoconferencia desde Teherán. Ella misma dice que nunca se pone el hiyab para salir a la calle o para ir a restaurantes u otros lugares públicos, aunque en el trabajo sí debe ir completamente tapada, siguiendo los códigos de vestimenta islámica, porque trabaja en un organismo público.

Dice que hace ya un par de años que va en aumento la cantidad de mujeres que salen sin velo, "aunque ahora se ven muchas más con ropa occidental". "Yo siempre llevaba algún pañuelo en el coche para ponerme si me paraba la policía, pero ahora eso ya no ocurre", asegura. Relata que en muchos restaurantes hay música, "como una discoteca". "No pueden vender alcohol, pero llevamos bebidas en el bolso. Son cosas que se hacen a escondidas; el gobierno lo sabe sobradamente, pero prefiere hacerse el loco", dice. "Pero todavía tenemos miedo", alerta.

Todo ello, puede indicar que el régimen teocrático ha relajado la maquinaria represora que puso a trabajar a toda vela a raíz de las protestas por la muerte de la joven kurda Mahsa Amini tras ser arrestada por no llevar bien puesto el pañuelo en la cabeza. Amini, de 22 años, fue detenida por la "policía de la moral" iraní en septiembre del 2022 y su muerte bajo custodia policial desató movilizaciones masivas en Irán bajo el lema "Mujer, vida, libertad", que fueron brutalmente reprimidas con violencia, ejecuciones y miles de detenciones. Sobre todo desde entonces, el no ponerse el velo se ha convertido en un desafío directo al régimen. Y que cada vez más mujeres se atrevan a hacerlo podría indicar que las autoridades han levantado el pie del acelerador.

Mujeres sin velo y vestidas con ropa occidental en un evento de la Semana de la Moda en la Universidad de Teherán.

Malekien dice que ese cambio se ha notado sobre todo desde hace un año. Lo achaca a una situación de atracón de la población, sobre todo tras las grandes movilizaciones del 2022. "La situación económica va muy mal, Irán tiene muchos problemas, y el gobierno sabe que no puede presionar más a la gente y da un poco más de libertad para que se olviden de los problemas", resume. Coincide su amiga Mahshid Akramipouya, que vive en Madrid desde hace dos años, aunque regresa a menudo a su país: "El régimen ha visto que es el momento de dar algo de libertad para que la gente pueda respirar y para que así el gobierno pueda mantenerse en el poder".

Récord de ejecuciones

Ahora bien, según varios expertos y activistas, esto es solo un espejismo, y no significa que el régimen se haya vuelto reformista. "No es cierto que el régimen se haya relajado; el marco legal represivo sigue intacto", dice al ARA la politóloga catalano-iraní Anahita Nassir. Pero apunta que puede estar llevando a cabo una estrategia para desviar la atención y calmar a la opinión pública, en medio de los crecientes problemas económicos de Irán y una sequía sin precedentes que incluso ha hecho plantear a las autoridades la posibilidad de tener que evacuar a la población de Teherán, es decir, más de diez millones de personas. Además, la reactivación de las sanciones de la ONU por la falta de acuerdo sobre el programa nuclear de Irán puede poner aún más dificultades la economía ya debilitada del país.

En la misma línea, Alex Vatanka, director del Programa sobre Irán del Middle East Institute, con sede en Washington, afirma a la agencia Reuters que el régimen está llevando a cabo una estrategia calculada porque "hay un riesgo real de que resurjan los disturbios masivos", pero que la línea dura se mantiene. "Esta contradicción es deliberada: una válvula de liberación para el público, junto a un techo duro a la disidencia genuina", asegura.

En los últimos meses, miles de periodistas, abogados, estudiantes, escritores y activistas han sido detenidos, según organizaciones de derechos humanos. Y las ejecuciones han aumentado: hasta mediados de octubre, se habían documentado 1.176, es decir, una media de cuatro ejecuciones diarias, según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU. Esto supone un récord que no se alcanzaba desde 1989.

Desde las movilizaciones del 2022, las autoridades iraníes han aumentado el uso de la pena de muerte como herramienta de represión y para aplastar la disidencia. Además, este año también se ha intensificado el uso de la pena capital bajo el pretexto de la seguridad nacional a raíz de la escalada de hostilidades entre Israel e Irán.

Cierre de locales

Varios medios locales han informado en las últimas semanas de que ahora las autoridades se centran más en perseguir establecimientos que personas individuales que incumplen la ley islámica. El Centro por los Derechos Humanos en Irán (CHRI, por sus siglas en inglés), con sede en EEUU, ha documentado que al menos 50 establecimientos, incluyendo cafeterías, restaurantes, salas de bodas y tiendas de ropa, han sido precintados por las autoridades entre junio y octubre para servir a mujeres sin velo.

Una chica iraní sin el velo en el metro en Teherán.

Y la semana pasada, el jefe del poder judicial iraní ordenó a los fiscales que se enfrenten "rápidamente" a lo que considera "anomalías sociales", como las mujeres que van sin hiyab, según informaron medios locales. Gholamhossein Mohseni Ejei dijo al Consejo Judicial Supremo que se han emitido nuevas directivas dirigidas a las mujeres e instruyó a los fiscales de todo el país para que trabajen más estrechamente con los organismos de seguridad y las fuerzas del orden.

Mahshid Akramipouya, la iraní que vive en Madrid, considera que este tipo de mensajes y amenazas buscan calmar a la parte de la sociedad más conservadora, que ve con muchos malos ojos este relajamiento en cuanto a la libertad de las mujeres. "El hiyab es el primer bastión de la identidad islámica de las mujeres iraníes. Si este bastión se derrumba, otros elementos culturales y patrimoniales se derrumbarán gradualmente a su vez", advertía el diario ultraconservador Kayhan.

Tanto Mahshid como su amiga Solmaz temen que la realidad pueda volver a cambiar si el régimen iraní logra estabilizar un poco la situación política y económica. "El gobierno ahora tiene muchas preocupaciones y muchas cosas por resolver. Si la gente está contenta con esta libertad, el gobierno puede dedicarse a resolver cosas, pero si algún día se estabiliza, empezarán a presionar de nuevo a los ciudadanos", cree Solmaz. "De momento –resume con cierta ironía–, nos dimos cuenta de que las mujeres iraníes son muy guapas".

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