Netanyahu, en modo de supervivencia continua
Un acuerdo no garantiza que la guerra de Gaza acabe. Claro que un acuerdo puede firmarse en cualquier momento, pero esto no significará necesariamente la solución inmediata del conflicto, ni siquiera de los problemas más básicos de la guerra en marcha, si es que se puede llamar guerra a la matanza sistemática de miles de civiles en la Franja de Gaza.
Netanyahu ha logrado sobrevivir durante dos años a las críticas internas y externas. En una ocasión dijo que los israelíes que protestan no son sus votantes, y es verdad. Como también es verdad que cuenta con el apoyo de una clara mayoría de judíos, una almohada que asegura su posición ante el gobierno y la guerra.
Con la excusa de la guerra, ha conseguido que no se forme una comisión estatal para investigar el origen y las omisiones que condujeron al desastre del 7 de octubre de 2023. En principio, una comisión de este tipo debería funcionar bajo la tutela del Tribunal Supremo. Netanyahu, sin embargo, quiere una comisión gubernamental que él pueda controlar, una iniciativa que la oposición rechaza y que, de momento, ni siquiera se ha establecido.
Este mes de octubre, Netanyahu cumplirá 76 años. Es el primer ministro que más años ha servido en el cargo, por delante de David Ben-Gurion. Pero si alguien esperaba que la matanza de 1.200 israelíes hace dos años pusiera fin a su carrera política, estaba muy equivocado. Se ha mantenido al frente del gobierno y parece dispuesto a continuar indefinidamente pase lo que pase.
En cuanto al juicio por corrupción, Netanyahu está procrastinando, demorando las diligencias, por lo que, según los expertos, el juicio podría continuar durante varios años más. Esto le permitiría concurrir a las próximas elecciones, y de ser así el blog que él lidera tendría muchas posibilidades de volver a ganar en las urnas.
Un acuerdo fácil de romper
El fin de la guerra no le interesa, por lo que, aunque firme un documento, será un papel que él podrá interpretar en la medida de su voluntad. Siempre podrá alegar que la otra parte está incumpliendo sus compromisos por volver a la guerra.
Netanyahu quiere aprovechar la situación para cambiar Oriente Próximo de arriba abajo. Él mismo lo ha dicho. Su ambición es pasar a los libros de historia como la persona que dejó una región muy distinta a la que recibió; que sus herederos e Israel reciban Oriente Próximo sin enemigos. Está intentando conseguir ese sueño.
Como en Knesset tiene una mayoría suficiente para gobernar, no se plantea convocar elecciones. La oposición está dividida pese a que sus múltiples líderes dicen lo contrario. La imagen de fuerza que transmite Netanyahu no la da ningún líder de la oposición, y esto es importante para sostener la popularidad.
Piensa que, al igual que ha podido sobrevivir dos años de guerra, puede continuar al frente del gobierno indefinidamente, dilatando la sentencia de su juicio y maniobrando con sus socios de la extrema derecha ultranacionalista y ultrareligiosa, como ha hecho hasta ahora. Los últimos dos años han sido más complicados que ningún otro período de la historia del país, y si ha logrado mantenerse en el poder hasta ahora, podrá continuar a partir de un acuerdo frágil con Hamás, que, por su parte, puede romper en el momento que más le convenga.