También desde el banquillo de los acusados, Netanyahu perfila su legado

Manifestación en contra de Netanyahu este miércoles en Jerusalén.
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BarcelonaHan sido necesarios ocho años para que Benjamin Netanyahu empiece a defenderse de las acusaciones de corrupción. El martes el veterano primer ministro participó en la primera sesión de la reanudación del juicio, que esta vez tuvo lugar en un tribunal de Tel Aviv. A sus 75 años, tiene muchas cosas que decir y podrá decirlas tres días cada semana si los jueces no hacen caso a sus abogados y deciden no reducir su presencia ante el tribunal.

Netanyahu niega cualquier implicación en los casos de corrupción. Las acusaciones dicen que Netanyahu pactó con propietarios de medios de comunicación importantes un buen tratamiento para él y su familia a cambio de concesiones empresariales multimillonarias, algo que él niega a pesar de que existen indicios suficientes en sentido contrario.

¿Cuánto tiempo le queda al juicio? Esta pregunta no tiene respuesta rápida. Todo dependerá de la actitud de sus abogados. Los abogados han mostrado hasta ahora una intención muy clara en el sentido de aplazar los procedimientos en la medida de lo posible. Si esta estrategia continúa, es muy probable que el juicio no finalice antes del 2027, o incluso más tarde, según algunos expertos.

Podría no acabar con una condena si Netanyahu decide en algún momento, antes de la sentencia, pactar un acuerdo con la fiscalía. Si lo hace, probablemente renunciaría a continuar su carrera política a cambio de una condena simbólica. Pero para eso todavía faltan años, porque la intención de Netanyahu es continuar en el cargo tanto tiempo como pueda, y el acuerdo con la fiscalía, si es que llega, llegará hacia el final del juicio, en el momento en que más le interese al acusado.

Cambiando la fisonomía de la región

En 2027 Oriente Próximo podría ser muy diferente. Es un tema sobre el que Netanyahu está volviendo una y otra vez. La oposición y la prensa crítica dicen que no debería hablar de esta cuestión porque no es algo que interese en el tribunal y nada tiene que ver con la corrupción, pero Netanyahu no deja de decir que está cambiado la fisonomía de la región en beneficio de Israel, lo que es verdad, al menos en un plazo inmediato.

En realidad, esta actitud forma parte de su personalidad. Del mismo modo, rechaza frontalmente la formación de una comisión estatal por investigar qué ocurrió el 7 de octubre de 2023, como se llegó a ese desastre que en pocas horas costó la vida a 1.200 israelíes. Hay preguntas que todo el mundo se hace: ¿Hay alguien que sea responsable de ese fiasco, aunque sea por omisión? ¿Hay alguien que no vio venir la catástrofe que causó Hamás?

En varias ocasiones, cuando estaba en la oposición, Netanyahu pidió la creación de una comisión estatal para investigar hechos casi banales en comparación con los del 7 de octubre. En cambio, ahora está en contra de una comisión similar. No se opone a que haya una comisión, pero quiere que sea gubernamental, es decir, un panel que él pueda manipular en su beneficio.

Mientras el juicio avanza, Netanyahu podrá seguir cambiando la fisonomía de Oriente Próximo. Al menos tiene tres años por delante, y esto es mucho tiempo. El gran desafío sigue siendo Irán. Netanyahu quiere pasar a la historia como el mandatario que acabó con la República Islámica fundada en 1979. Una región totalmente prosionista sería su mejor legado y su triunfo definitivo.

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