Las primeras rehenes liberadas: joya, adrenalina y división en Israel


Tras quince meses de secuestro, los israelíes han visto por televisión como decenas de milicianos de Hamás con uniforme militar y el rostro tapado han entregado a las tres rehenes al Comité Internacional de Cruz Roja. Algunos han seguido el momento histórico desde las pantallas instaladas en la llamada plaza de los Ostatges de Tel-Aviv. De hecho, todas las cadenas de televisión israelíes lo han retransmitido y se han convertido en un transmisor de adrenalina, con un festival de periodistas y analistas comentando las pocas imágenes disponibles de su liberación.
Atrás han quedado algunas preguntas incómodas: ¿cómo es posible que en quince meses el ejército y los poderosos servicios de inteligencia israelíes no hayan podido localizar a los rehenes? ¿Cómo es posible que los milicianos de Hamás hayan aguantado los bombardeos sistemáticos que han destruido toda la Franja de Gaza durante todo ese tiempo?
Las informaciones disponibles son realmente escasas. A esto hay que añadir que, horas antes, la oficina israelí del Censor Militar ha advertido a los periodistas que no pueden difundir información delicada sobre los rehenes que se irán liberando en los próximos días. Una información que podría incluir datos comprometidos, como la función que los liberados han tenido en los servicios de inteligencia o en el propio ejército de Israel.
Está previsto que los días que durará la primera fase del acuerdo de alto el fuego se conviertan en Israel en un ejercicio de adrenalina nacionalista continuado. Pero la sociedad israelí ya vive a diario discursos de este tipo. Su evolución en este sentido comenzó muchos años antes del 7 de octubre de 2023, cuando Hamás lanzó su letal ataque en el sur del país. De esta forma, los israelíes expían su responsabilidad sobre la brutal ocupación de los territorios palestinos. Y eso mismo ha ocurrido este domingo con las emotivas imágenes de las rehenes liberadas.
El fiasco del 7 de octubre
Aún es pronto por hablar de las consecuencias que tendrá el fiasco del 7 de octubre. Ni siquiera hay un acuerdo para definir la creación de una comisión que investigue lo que ocurrió ese día y por qué ocurrió. El primer ministro Benjamin Netanyahu quiere una comisión gubernamental, que esté bajo su control, mientras que la oposición exige una estatal, realmente independiente.
Más allá de eso, la sociedad israelí está profundamente dividida. Más dividida que en cualquier otro momento de su historia. Es cierto que no es la única sociedad dividida de Occidente, pero el factor religioso asociado a la realidad local añade mayor dramatismo a esta situación. Muchos israelíes dudan de que pueda haber una reconciliación. Al contrario, cuando pasen estas semanas dramáticas y de alegría, en las que se espera el regreso de los rehenes, la sociedad deberá volver a la realidad de todos los días. E Israel tiene por delante un montón de problemas que afectan a la estabilidad del país, su carácter democrático y judío. Dos palabras que se utilizan, una al lado de la otra, de forma cotidiana. Problemas que no será fácil resolver y superar sin causar heridas más profundas que las de los rehenes.