Rusia

Putin bloquea WhatsApp: Rusia, más cerca del “gulag digital”

Kremlin potencia un mensajero propio que expone los datos de los usuarios a los servicios secretos

El presidente ruso, Vladimir Putin, esta semana en el Kremlin.
03/11/2025
3 min

MoscúVladimir Putin llevaba tiempo metido el cuerno, pero hasta esta semana no se ha decidido. Sin previo aviso, Rusia ha empezado a bloquear a WhatsApp y Telegram, los dos servicios de mensajería más populares del país. Éste es apenas un paso más en el camino iniciado por el Kremlin años atrás, acelerado por la guerra y que en los últimos meses ha cogido velocidad de crucero, para construir un "internet soberano", es decir, para desconectar a los rusos del resto del mundo y constreñir aún más la libertad de expresión.

A estas alturas, estas dos aplicaciones no funcionan para aproximadamente el 63% de la población, unas 93 millones de personas. El motivo oficial es que las dos plataformas se han convertido en las principales vías de entrada para los estafadores. La única forma de utilizarlas es con la ayuda de una red VPN, un sistema que permite conectarse a internet desde un servidor de otro país y esquivar el bloqueo de las autoridades rusas. Ahora bien, no siempre funciona y, si bien el gobierno ruso todavía no ha encontrado la forma de prohibirlas, los expertos alertan de que cada vez las restringirán más.

Según explica al ARA el activista especializado en derechos digitales Sarkis Darbinian, la caída de WhatsApp era "cuestión de tiempo" porque "no encaja con los planes para la soberanización de internet". Pertenece a Meta, una empresa que en Rusia está declarada extremista, que no quiso compartir datos con los servicios secretos y que ya había visto cómo le bloqueaban Facebook e Instagram. En cuanto a Telegram, pese a ser propiedad de un empresario de origen ruso, resulta "muy molesto" porque se puede encontrar "todo lo prohibido en el internet oficial".

Max, el sueño de los servicios secretos

El momento no es casual. El gobierno ruso acaba de lanzar una herramienta propia para chatear, Max. La campaña para imponerlo a los rusos se ha realizado por tierra, mar y aire. Desde el 1 de septiembre, todos los nuevos teléfonos lo llevan instalado de serie; se pretende que sea necesario para acceder a los servicios estatales. En algunas regiones, se obliga a los funcionarios a hacer publicidad e incluso a los familiares de los soldados rusos desaparecidos se le han tenido que instalar para identificar sus cadáveres.

Sin embargo, las autoridades se han topado con una resistencia inesperada por parte de los ciudadanos. Varias encuestas muestran que un 70% de los rusos se oponen al bloqueo de Telegram y WhatsApp, mientras que sólo el 34% están dispuestos a priori a descargarse Max. La implantación de la nueva aplicación en las escuelas, prevista desde el inicio de curso, varía según el centro, pero en algunas universidades los estudiantes se enfrentan a la expulsión si no pasan por el aro. Esta semana, en el Colegio Estatal Polzunov, en Ekaterimburgo, la directora ha acusado a los alumnos que se niegan a bajarse la aplicación de "sabotear el proceso educativo".

El miedo a muchos usuarios es que, una vez instalada, la aplicación acceda a los datos del móvil sin tener permiso. Investigadores del grupo de derechos humanos RKS Global han analizado su funcionamiento y han concluido que, por ahora, Max no rastrea los dispositivos ni hace un uso furtivo, pero no descartan que en el futuro esto cambie. De hecho, recomiendan "no enviar correspondencia confidencial ni documentos sensibles" porque "tiene un potencial de vigilancia significativo" y "las agencias gubernamentales pueden conseguir toda la información y correspondencia que almacena en tiempo real". Es decir, los servicios secretos, el FSB, tienen la capacidad de obtener las conversaciones de los teléfonos de los rusos cuando lo deseen.

Listas blancas

Según los activistas, el objetivo último del Kremlin es "silenciar las conversaciones sobre cualquier tema delicado". Darbinian lo describe como un "gulag digital", caracterizado por el "control completo de la esfera digital", y alerta sobre la creación de "listas blancas". Hasta ahora, Rusia ha operado con un sistema de "listas negras", es decir, con un organismo, Roskomnadzor, que censura sistemáticamente recursos online –tiene más de un millón de bloqueados–. En cambio, el sistema de listas blancas, que existe en países como Irán, sólo permite el acceso a determinadas páginas escogidas por el gobierno.

Las autoridades han aprovechado los frecuentes cortes de internet por los ataques de drones ucranianos para poner en marcha estas listas blancas, que incluyen, entre otros servicios, a Max. Así, esta semana, en Krasnodar, después de tres días sin conexión, el alcalde ha animado a los ciudadanos a descargarse la aplicación para poder comunicarse con la familia y los amigos. Y eso sólo es el principio: la Duma ya ha advertido de que el horizonte dentro de pocos años es que nadie pueda navegar por internet de forma anónima, y ​​ha dejado claro que todo el régimen rema a la par en dirección al "gulag digital".

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