Rusia

Putin se fortifica en la plaza Roja rodeado de líderes mundiales en una exhibición sin público

El presidente ruso branda la victoria soviética contra los nazis para justificar la invasión en Ucrania

MoscúUn día para el pueblo pero sin el pueblo. Vladimir Putin ha celebrado el 80 aniversario de la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial escudado entre 27 líderes mundiales en la plaza Roja de Moscú, pero con las calles vacías de gente. El desfile militar del Día de la Victoria le ha servido para mostrar al mundo que no está solo y que tiene la fuerza para continuar con la guerra en Ucrania, aunque, para ello, haya tenido que blindar el centro de la ciudad y dejar a medio país sin internet por la amenaza de los drones.

La disposición del palco de autoridades resumía perfectamente la imagen que el presidente ruso quiere proyectar. A su derecha, como invitado de honor, Xi Jinping, con quien ha estado comentando toda la ceremonia. El presidente chino, principal aliado de Putin, lidera la oposición a las potencias atlánticas en un bloque también representado en la tribuna por el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el venezolano Nicolás Maduro o el cubano Miguel Díaz-Canel, además de tres europeos: el serbio Aleksandar Vucic líder de la minoría serbia de Bosnia, Milorad Dodik –en busca y captura internacional–, y un único dirigente díscolo de la UE, el primer ministro eslovaco, Robert Fico.

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A la izquierda, el presidente ruso tenía sentados a dos veteranos centenarios de la Segunda Guerra Mundial, teóricos protagonistas del 9 de Mayo, aunque desde el inicio de la invasión en Ucrania se han convertido en una simple comparsa para glorificar a los nuevos protagonistas, a los nuevos veteranos. No ha sido casual que detrás de Putin situaran a la viuda y al hijo de un teniente coronel muerto en combate en la región de Kursk, además de varios militares acusados ​​de crímenes de guerra en Ucrania.

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En su discurso, el líder ruso ha insistido en el paralelismo entre 1945 y 2025 cuando ha afirmado que Rusia "ha sido y será una barrera inquebrantable contra el nazismo, la rusofobia y el antisemitismo", y se ha mostrado convencido de que la sociedad. "Todo el país apoya a los participantes de la Operación Militar Especial, la justicia está de nuestro lado", ha dicho.

1.500 veteranos de la actual guerra han desfilado entre los más de 11.000 soldados que han caminado por la plaza Roja. También se han dejado ver brigadas de trece países extranjeros, por ejemplo China, además de comandantes de Corea del Norte que han combatido en Kursk, con quien Putin ha sido especialmente cariñoso al terminar el acto.

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La exhibición de armamento ha sido la mayor desde 2022, pero mucho más modesta que en años anteriores por la escasez de material bélico. Los vehículos más numerosos fueron los tanques T-34, de fabricación soviética, ahora ya prácticamente obsoletos. El esperado misil Oreshnik no ha aparecido, pero sí lo han hecho los Iskander, los más letales que se utilizan en Ucrania. Y como gran novedad, los drones de combate, motivo de orgullo pero también de angustia.

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Un desfile sin público

La miedo a que Zelenski estroncara el 80 aniversario de la Victoria con una lluvia de drones ucranianos ha obligado a paralizar el centro de la capital rusa como nunca. El Kremlin ha dejado sin conexión a internet a toda la Rusia europea, es decir, cerca de un 60% del país. Las autoridades habían recomendado a los moscovitas que llevaran encima dinero en efectivo porque los datáfonos no funcionarían y les habían advertido de no subir a los ascensores a riesgo de quedar atrapados y no poder pedir auxilio.

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La policía ha cortado las calles de acceso a la plaza Roja para que nadie se acercara a los carros de combate. Las aceras del centro estaban rellenas de agentes de seguridad, pero vacías de ciudadanos y en silencio, y tampoco se permitía a los vecinos de las calles por las que pasaban los tanques asomarse a la ventana. En definitiva, una exhibición sin espectadores sólo para los invitados del Kremlin y para la televisión. El argumento para cerrar el centro de Moscú ha sido la seguridad, evitar sabotajes, como si hubiera que proteger los misiles y tanques de la gente, y no al revés.

Un kilómetro más allá se agrupaban los primeros grupos de ciudadanos con ganas de reivindicar el Día de la Victoria pero sin lugar a donde ir, abandonados por un gobierno que les ha excluido de las celebraciones. Algunos de ellos han venido de fuera de Moscú con fotos de sus antepasados, veteranos de la Segunda Guerra Mundial, para pasearlas en una marcha que las autoridades han terminado prohibiendo.

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Kimziale y sus hermanos, de Azerbaiyán, querían rendir homenaje a su bisabuelo, herido en combate. "El día de hoy es de alegría y liberación, pero con lágrimas en los ojos", explican en el AHORA. Para Katia, el 9 de Mayo es "un día de orgullo para los abuelos" que, según dice, "lucharon por regalarnos la vida". Pasado y presente, sin embargo, son ya inseparables: también está aquí porque su hermano murió en el frente de Ucrania. "Él nos protegió, pero se quedó", dice.

El discurso de Putin ha hecho agujero. Valentin, de 87 años, vestido de oficial de las fuerzas de misiles, replica el relato oficial del Kremlin: "Dios quiera que eso no vuelva a repetirse, pero no los hemos derrotado y ahora se acumulan en Ucrania". Otros, aún más radicales, lucen banderas del grupo Wagner, los mercenarios de Evgueni Prigojin, como Aleksei, que ya ha encadenado dos contratos en el ejército como voluntario: "La victoria implica al menos pasear por Varsovia, por Riga… Creo que debemos recuperar los países bálticos".

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El luto por los familiares perdidos y la euforia ultranacionalista, dos emociones demasiado intensas para una fiesta medida al por menor, diseñada para el consumo externo y celebrada para más gloria de un presidente que lleva cuatro Días de la Victoria prometiendo la victoria en Ucrania.