MoscúCuando le eligieron presidente, Donald Trump prometió un acuerdo de paz en Ucrania en 24 horas. Luego se puso como límite los primeros cien días de mandato. Cuando fracasó, hasta tres veces dio a Vladimir Putin un plazo de dos semanas para que detuviera los combates. Y ahora, finalmente, le lanza un nuevo ultimátum, esta vez de cincuenta días, si no quiere que imponga aranceles del 100% en los países que comercian con Rusia.
Según publicaba el portal estadounidenseAxiosel lunes, en la conversación telefónica del 3 de julio, el presidente ruso comunicó al líder estadounidense su intención de aumentar la ofensiva en Ucrania en los siguientes dos meses con el objetivo de conquistar la totalidad de las regiones anexionadas. Trump tardó once días en responderle, que, sumados a los cincuenta de margen antes de aplicarle aranceles, son casi los sesenta días clavados que Putin dice necesitar.
Repunte en bolsa
Un buen termómetro de que en Moscú no se creen las amenazas del presidente de Estados Unidos es que, en los minutos posteriores a su declaración, la bolsa repuntó casi tres puntos. "Incluso los inversores atemorizados lo entendieron todo correctamente", escribía Aleksander Yuashev, periodista afín al Kremlin. La cierta desazón que había ante el anuncio de Trump quedó desvanecido. Casualidad o no, la noche del domingo al lunes fue la primera en más de dos meses en los que el ejército ruso no hizo ningún ataque aéreo. Ahora bien, al ritmo de la semana pasada, en sesenta días podría arrojar 25.000 misiles y drones contra ciudades ucranianas. De hecho, hay consenso entre la clase política y los opinadores de la órbita del gobierno ruso de que el desafío de Trump no alterará en lo más mínimo la hoja de ruta de Putin.
El vicepresidente del Senado ruso, Konstantín Kosachev, fue el primero en expresar el sentimiento de los políticos cercanos a Putin. "Lo que cuenta es que no afecta a nuestro estado de ánimo en modo alguno", aseguró: "En cincuenta días, mucho puede cambiar en el campo de batalla y en el humor de aquellos que tienen el poder en Estados Unidos y en la OTAN." Desde el Kremlin, lejos de contraatacar, optan por la contención. Su portavoz, Dmitri Peskov, afirma que las declaraciones del presidente estadounidense son "muy serias" y "requieren tiempo para analizarlas", y que si el presidente ruso "lo cree necesario" responderá.
La decisión de enviar más armas a través de la Alianza Atlántica tampoco ha sorprendido a Moscú, que siempre ha dado por supuesto el apoyo de Washington a Kiiv. Eso sí, Peskov insiste en que estas entregas son percibidas desde Ucrania como "una señal para continuar la guerra, y no para la paz".
La realidad, además, es que, pese al cambio en el discurso, Trump sigue enviando mensajes ambivalentes que confirman sus dudas a la hora de apretar a fondo su homólogo. "¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar si Putin sigue enviando más bombas en los próximos días?", preguntaba un periodista al presidente estadounidense. "No me haga una pregunta como ésta", le respondía molesto. Desde el punto de vista del experto en política internacional Alexei Naumov, para Trump "esta sigue siendo la guerra de Biden: tanto Moscú como Washington intentan establecer una cooperación bilateral".
Sin embargo, algunos analistas creen que este ultimátum marca un antes y un después en la estrategia de la Casa Blanca con Rusia. "Lo más probable es que podamos decir que la primera etapa de las relaciones con Estados Unidos bajo Trump, que habrá durado seis meses, ha terminado", apunta Fiódor Lukiániov en el diarioKommersante. Otros expertos comienzan a subir el tono con Trump. Nikolai Siláyev, por ejemplo, escribe en RBC: "Trump repite cada vez que es la guerra de Biden, pero cuanto más tiempo pasa, más se convierte en su guerra".
De hecho, incidiendo en este aspecto, este martes el Financial Times publica que Donald Trump preguntó a Volodímir Zelenski, durante la conversación telefónica que mantuvieron el 4 de julio, si podría atacar a Moscú o San Petersburgo si tuvieran armas de largo alcance. El líder ucraniano respondió afirmativamente, siempre que EEUU se lo proporcionara. El diario informa de que ambos presidentes analizaron una posible lista de armamento que EEUU transferiría a la OTAN y que los aliados europeos cederían después a Kiiv, para esquivar la aprobación directa del Congreso. Ucrania ha solicitado misiles Tomahawk, de precisión y gran alcance, pero la administración Trump tiene reservas sobre la voluntad de Zelenski por hacer un uso restringido de estas armas.
¿Una oportunidad perdida?
Solo entre los analistas rusos en el exilio se plantea la posibilidad de que fuera Putin quien derrochara una oportunidad de acuerdo rechazando el plan de paz del emisario de Trump, Steve Witkoff. Tatiana Stanóvaia, aunque admitió que la ventana para un pacto no existió realmente, sí detecta entre las élites "una creciente sensación de desilusión con la naturaleza prolongada y cada vez más costosa de la guerra". Estos políticos y empresarios sospechan que fue "el empeño y la irracionalidad" del líder ruso lo que impidió un compromiso que preveía, entre más cosas, el reconocimiento de Crimea, que las fronteras se congelaran en la línea actual del frente o que Ucrania aceptara no formar parte de la OTAN.
Sea como fuere, Putin, de momento, no parece darse por aludido y calla. Sonríe ante la enésima amenaza en diferido de Trump, mantiene la predisposición a rehacer las relaciones con Estados Unidos y, al mismo tiempo, insiste en la confrontación con Ucrania y los países europeos. El presidente ruso se preparaba para un nuevo invierno diplomático y le han concedido un verano para seguir ampliando la doctrina militar que él mismo formuló hace algunas semanas: "Allá donde pisa un soldado ruso, es nuestro territorio".
Trump: "No confío en casi nadie"
"No confío en casi nadie". Así respondió Donald Trump, tras una pausa dramática, cuando un periodista de la BBC le preguntó esta pasada noche si confiaba en Vladimir Putin. El presidente de Estados Unidos ha querido transmitir dureza y cautela en cuanto a su relación con el líder del Kremlin, sobre la que ha recibido muchas críticas por haber hecho concesiones a cambio de nada. La entrevista, telefónica y de veinte minutos, tuvo lugar este lunes por la noche, después de que la Casa Blanca contactara con el corresponsal británico.
La conversación se ha producido pocas horas después de que Trump recibiera en el Despacho Oval al secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Durante el encuentro, como ya había hecho el día anterior, el presidente anunció que Estados Unidos enviará armas a Ucrania "a través de la OTAN" y puntualizó que "las pagarán los europeos". Y también amenazó a Putin con imponer aranceles secundarios del 100% si en 50 días no se ha llegado a la paz en Ucrania.
En relación a la guerra y la actitud de Putin, Trump se ha declarado "decepcionado", pero ha descartado romper puentes: "Estoy decepcionado con él, pero no he cortado". Aseguró que ha estado a punto de cerrar un acuerdo de paz con Rusia "hasta cuatro veces", pero que Putin siempre le ha frustrado: "Parece que estamos a punto, que lo tenemos... y después hace volar un edificio a Kiiv". Cuando le preguntaron cómo pensaba frenar la guerra, Trump respondió lacónicamente: "Trabajamos, Gary".
Pese a haber calificado a la OTAN de "obsoleta" en el pasado, en la conversación ha dicho que "es todo lo contrario" porque los aliados "ya pagan sus facturas", en relación a los acuerdos alcanzados en la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya a finales de junio . También ha abogado por el principio de defensa colectiva, esencial para "proteger a los países pequeños de los grandes".
Trump también ha afirmado que los líderes internacionales le ven ahora con mayor respeto: "Cuando ganas dos veces, ya no parece sólo una cuestión de suerte". Y ante las adulaciones a menudo evidentes que recibe, ha restado importancia: "Solo tratan de ser amables".