Scholz: canciller de la guerra de la noche a la mañana
Cumple 100 días de mandato, marcado por un impensable giro en la política de exteriores y de seguridad en Alemania
DortmundEl Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) ganó las elecciones legislativas en el país el septiembre pasado, favorecido porque su candidato a canciller, Olaf Scholz, era lo más pareciendo, en talante y experiencia gubernamental, a Angela Merkel, que se despedía de la política después de 16 años como líder del ejecutivo de Berlín. Scholz venía de ser, de hecho, ministro de Finanzas y vicecanciller del último gobierno de Merkel. De perfil bajo, Scholz acabó asumiendo el cargo de canciller el ocho de diciembre. El jueves cumplirá sus primeros 100 días de servicio al frente de una coalición semáforo inédita a escala federal, llamada así por el rojo identificador del SPD, el amarillo de los liberales del FDP y el verde del partido ecologista.
Durante los primeros dos meses y medio en la cancillería, Scholz procuró dar continuidad al estilo pragmático de Merkel y mantuvo un tono casi anodino, el mismo que en campaña electoral le valió el apodo de Scholzomat, un autómata tecnócrata de retórica monótona. La prensa y las redes sociales se preguntaron dónde estaba el nuevo canciller, que parecía apostar por verlas pasar tanto en la irrupción de la ómicron en la pandemia como en la situación prebélica en Ucrania. Su popularidad decayó en las encuestas.
Mientras desde otras capitales se hablaba de endurecer las sanciones que ya estaban preparadas para Moscú, Scholz hacía llamamientos vagos a una desescalada del conflicto y se negaba a pronunciar el nombre del Nord Stream 2, el gasoducto que une Rusia y Alemania por el mar Báltico sin intermediación de terceros países de tráfico. Inicialmente, para Scholz este era un proyecto "relativo a la economía privada" que había que salvar. Tampoco estaba convencido, de entrada, de sancionar a los bancos rusos con una desconexión del sistema internacional de comunicación financiera Swift por el perjuicio que esto podía suponer para la misma economía alemana.
"Un cambio de era"
Pero el estallido de la guerra en Ucrania el 24 de febrero lo cambió a él y al país. Pocos días antes Scholz había viajado a Washington, Kiev y Moscú. Entremedias empezó a entender que las palabras de Vladímir Putin sobre el restablecimiento del antiguo Imperio Ruso eran más que palabrería. Con el inicio de la invasión rusa en Ucrania, la cancillería de Scholz empezó a pensar lo impensable para Alemania. "Un cambio de era", como lo definió el canciller, en la política exterior y de seguridad de la República Federal.
En un discurso en la nación desde el Bundestag, Scholz anunció un tipo de terapia de choque financiera para el ejército alemán con una inversión inmediata de 100.000 millones de euros, además del compromiso de destinar más del 2% del PIB a Seguridad. El canciller confirmó el envío de armas de producción germánica en Ucrania, tanto de manera directa desde Alemania como a través de otros países. El anuncio completaba la medida de parar provisionalmente el gasoducto Norte Stream 2, que estaba prácticamente a punto para empezar a bombear gas ruso hacia Alemania. Scholz también comunicó que, vencidas las reticencias iniciales, acordaba la expulsión de varios bancos rusos del sistema Swift. Finalmente, prometió construir dos terminales de gas natural licuado y desarrollar reservas estratégicas de energía para no depender tanto, en el sector energético, de Rusia.
Prácticamente todos los diputados del Bundestag se quedaron perplejos con el anuncio que hizo Scholz el domingo 27 de febrero. Aquel fue a escala política para Berlín "el fin de semana más loco desde la caída del Muro", resumió un responsable del gobierno federal en el semanario Die Zeit.
Con la creciente presión otros socios de la UE y de la OTAN, y las imágenes cada vez más aterradoras que llegaban de Ucrania, Scholz se vio obligado a tomar decisiones que nunca habría querido ni considerar. Ni él ni su partido. El SPD puso en marcha 30 años de política exterior y seguridad en los que había hecho esfuerzos para conseguir un progresivo desarme de Alemania, acercarse al Este de Europa y comprender a Putin.
Scholz ha tenido que pasar una prueba de fuego apenas erigirse en el relevo de Merkel. No se sabe muy bien la dimensión que tendrán las consecuencias de la revolución que ha implementado Scholz en la política de exteriores y de seguridad de Berlín. De entrada, el rol de Alemania en el mundo ha cambiado. De la noche a la mañana, Scholz se ha convertido en el canciller de la guerra, como lo denominan algunos medios locales. Justamente él que fue, de joven, objetor de conciencia. Al menos ahora, destapándose como líder resuelto, ha vuelto a recuperar en las encuestas el crédito de los votantes.