Una vecina de Bucha: “Me sentí como si fuera judía y estuviera en la Alemania nazi”

Los soldados rusos reventaron la puerta de decenas de apartamentos de la localidad y los revolvieron

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Unas vecinas ante el bloque de pisos que los soldados rusos ocuparon a Butxa.

Enviada especial a Bucha (Ucrania)La impresión que te queda cuando ves el edificio es que una banda de criminales le asaltó. Si no, no se entiende que esté de esa manera. Se trata de un bloque de pisos grande, de aquellos típicos de la época soviética, que tiene tres portales, nueve plantas y dos apartamentos por rellano. Da igual el portal al que vayas y la planta a la que subas, las puertas de todos los apartamentos están literalmente reventadas. Quien lo hizo debió de utilizar palancas, martillos o algún otro objeto contundente y dedicarle tiempo, porque este destrozo es imposible hacerlo en un rato. Los vecinos aseguran que los soldados rusos ocuparon el edificio y lo utilizaron como lugar de vigilancia. Desde las plantas más altas, podían ver perfectamente buena parte de Bucha.

En todos los pisos hay cajones y armarios abiertos, ropa por el suelo, platos rotos… Los rusos revolvieron los apartamentos uno por uno. No se sabe lo que buscaban ni si se llevaron algo, pero les dejaron en un estado lamentable que hace que ahora sea imposible vivir allí. Además, muchos no tienen cristales en las ventanas porque se hicieron añicos con los bombardeos, entrando un aire gélido difícil de soportar, sobre todo en las plantas más elevadas.

Un apartamento con la puerta reventada por los soldados rusos
Otra de las puertas que los rusos forzaron en el bloque de pisos

De hecho, en el bloque de pisos apenas quedan vecinos. O, mejor dicho, solo siguen allí los que no pudieron irse. Como Zhanna Grigorenko, que tiene 70 años y está postrada en cama. En la habitación hay varios paquetes de pañales. “La lavo como puedo, con botellas de agua”, explica Tania, una vecina que es enfermera y se quedó en Bucha para cuidar de varias personas mayores que viven en el edificio.

Desde que empezaron los combates, el municipio se quedó sin agua corriente. “Tengo dos nietas”, dice la mujer que está en la cama, a la que apenas se le ve la cabeza porque está tapada con varias mantas. Parece que no es demasiado consciente de todo lo que ha pasado en Bucha. Pero la puerta de su apartamento también está reventada, como todas las demás. Pero al menos en su piso hay cierto orden.

Zhanna Grigorenko, postrada en la cama de su apartamento en Bucha.

Aleksandr tiene 59 años y también permanece en su apartamento. Fuma tranquilamente sentado en la mesa de la cocina. En el suelo hay un cubo y varias botellas llenas de agua. Él sí sabe que los soldados rusos estuvieron en el edificio. "Está bien que se hayan ido", comenta sin mostrar ningún entusiasmo. Lo que le preocupa es otra cosa: "Desde el comienzo de la guerra no tenemos ni agua ni electricidad". La puerta de su piso también fue forzada.

Aleksandr en la cocina de su casa en Bucha.

Parece que los soldados rusos se apostaban en los rellanos del edificio para vigilar desde ahí los movimientos de la gente de Bucha. En cada rellano hay una ventana relativamente pequeña, desde la que podían vigilar y no ser vistos. En algunos colocaron sillas o sofás, se supone, para estar más cómodos mientras hacían guardia. Según los vecinos, todos los asientos fueron robados de los apartamentos. En algunos rellanos también hay botellas de alcohol vacías.

Un pequeño sofá en el rellano del edificio desde donde los soldados rusos vigilaban Bucha. Al lado hay varias botellas de alcohol vacías.

“Cuando llegaron, fueron casa por casa y nos dijeron que cogiéramos nuestros documento de identidad y bajáramos al sótano del edificio. Me sentí como si fuera judía y estuviera en la Alemania nazi”, comenta otra vecina, Ludmila, que también es una anciana y decidió quedarse en Bucha, aunque confiesa que nunca imaginó que pasaría lo que después ocurrió. Según dice, los soldados rusos incluso les requisaron los móviles. “Nos acusaban de pasar información a las tropas ucranianas a través del teléfono. Cogían los móviles, los tiraban al suelo y los aplastaban”, describe golpeando el suelo con el pie para representar lo que hacían los militares rusos.

De hecho, en una escalera del bloque de pisos hay un par de móviles aplastados. También hay algún otro en el exterior, a pocos metros del edificio. Los vecinos confían en que poco a poco su vida vuelva a cierta normalidad, y que de una vez puedan olvidar lo que ha sido una pesadilla.

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