Vuelven los cruceros (y las protestas) a Venecia

Después de 17 meses, un crucero navega de nuevo por los canales de la ciudad italiana

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Un grupo de manifestantes, a bordo de un barco, protestan contra la presencia de creurs en Venecia.

Milà Han pasado 17 meses desde la última vez que un crucero navegó por los canales de Venecia. La pandemia acabó de un plumazo con el turismo y puso de rodillas a una ciudad que vive entregada a este sector. Pero el sueño para muchos de una Venecia libre de grandes barcos resultó ser solo un espejismo. La desescalada en Italia ha permitido reactivar la industria de los cruceros y este fin de semana un buque de la compañía MSC volvió a atravesar el canal de la Giudecca y pasar ante la monumental Plaza de San Marcos. Una vuelta a la vida anterior al Covid-19 que ha dividido a los venecianos.

Dos manifestaciones --una a favor y otra en contra-- se concentraron en los alrededores del Gran Canal para recibir al primer crucero que desde noviembre de 2019 surca el corazón de la Serenissima. Cientos de manifestantes en tierra y una pequeña armada de botes de madera en el agua dieron una amarga bienvenida a la MSC 'Orchestra', un buque de más de 290 metros de largo y 92.000 toneladas que zarpó desde el puerto veneciano con 1.000 pasajeros a bordo para disfrutar de un viaje con paradas en el sur de Italia, las islas griegas y Croacia. La embarcación, con una altura equivalente a un edificio de 16 plantas, hizo su entrada en la laguna escoltada por cuatro remolcadores y haciendo sonar intensamente su sirena, mientras una veintena de botes con a bordo empleados del puerto celebraban la reanudación de los cruceros.

 El Gobierno del primer ministro Mario Draghi se comprometió en marzo a prohibir la entrada de cruceros a la laguna, una solicitud histórica de ecologistas y residentes que lamentan que la ciudad se haya convertido en un gran parque temático para el turismo de masas, en parte, por el tránsito de grandes barcos turísticos. Una medida que también exigió la UNESCO, que incluso amenazó con eliminar a Venecia de su lista de ciudades patrimonio de la humanidad si no encontraban alternativas al paso de cruceros por la laguna veneciana. El Parlamento italiano aprobó recientemente un decreto que establecía una convocatoria de una licitación pública para incentivar proyectos de construcción de puntos de amarre para buques de más de 40.000 toneladas dedicados al transporte de pasajeros, pero este proceso puede durar años.

Las autoridades habían propuesto como solución temporal cambiar la ruta de los cruceros y hacerlos transitar fuera del Canal de la Giudecca hasta el puerto industrial de Marghera, en tierra firme pero dentro de la laguna. Pero para completar este proceso se deben realizar grandes obras. Además, se trata de una solución alternativa que tampoco convence a los ecologistas, que denuncian que estas intervenciones podrían dañar el fondo de la laguna. “Hoy el mundo conoce los bulos del Gobierno. Dijeron que habían prohibido el paso de cruceros por la laguna y este es el resultado”, denunció Tommaso Cacciari, portavoz del comité 'No Grandes Naves'. “Sobre la falsa contraposición entre barcos y trabajo, el movimiento estará siempre de la parte de quien pierde el trabajo, pero no estaremos nunca de la parte de quien defiende esta monocultura que ha desertificado la ciudad”, añadió.

36 millones de turistas

Venecia, con unos 50.000 habitantes censados, recibe 36.000 millones de visitantes al año mientras sufre una hemorragia de la población autóctona: más de 20.000 solo en la última década. Muchos de los turistas que llegan lo hacen en barco, lo que ha convertido a la Ciudad de los Canales en uno de los destinos de cruceros más importantes del mundo. Es un lucrativo negocio que atrajo a casi 700.000 pasajeros en 2019, según datos de la asociación Cruise Lines International, y que supone cerca del 3% del PIB de la ciudad.

La industria de los cruceros emplea directamente a más de 1.700 personas, mientras que cerca de otras 4.000 dependen de forma indirecta de este sector, según datos del Comité Laboral de Venecia. La mayoría de ellas llevan 17 meses sin trabajar. “Desde hace un año cientos de padres de familia están con cero ingresos. Ver un crucero navegar nos da la energía para volver a una vida normal”, celebró Vladimiro Tommasini, presidente del comité 'Venecia trabaja'. El sueño de una Venecia sin cruceros parece aún lejano.

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