Washington advierte a Londres de que no maree más la perdiz en Irlanda del Norte

Biden se pone junto a la UE en las diferencias que tiene con el Reino Unido por el Brexit

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El primer ministro británico, Boris Johnson.

LondresCasi dos años después de que Boris Johnson hiciera el papel de bufón de Donald Trump en la cumbre del G-7 de Biarritz, donde llegó un mes después de haber irrumpido en Downing Street como nuevo líder conservador, el primer ministro británico y un presidente de los Estados Unidos, en este caso Joe Biden, se verán este jueves las caras por primera vez en un encuentro previo a la cumbre del G-7 que se inicia viernes en Cornualles, en el Reino Unido.

En la aristócrata y linda ciudad de los Pirineos Atlánticos de Francia, entre blandas alfombras, jarrones de flores y el lujo decadente del Hotel du Palais, propio de una aristocracia de los primeros años del siglo XX, Johnson quiso aparecer como el mejor colega de Trump. Parecía el jugador perfecto para mantener bajo control el tenso ambiente que, ahí donde iba, generaba Trump, más todavía entre los miembros del club de los países más ricos del mundo, que no se acababan de fiar ni de las formas ni de las salidas de tono del republicano. Entonces, el objetivo del premier era muy claro. Se trataba de convencer a la Casa Blanca trumpista de que activara por la vía de urgencia el pacto comercial post-Brexit con Londres una vez los británicos se hubieran deshecho de lo que consideraban "el yugo de Bruselas".

Pero el mundo de agosto de 2019 no es el de junio de 2021 y, sobre todo, Trump –cuando menos, de momento– está fuera de circulación. Las cosas han cambiado tanto que, incluso, para este primer encuentro Johnson-Biden, Downing Street ha abandonado la retórica vacía de "la especial relación" con el amigo americano. Una fórmula con la que hacer la pelota al presidente de los Estado Unidos, hasta ahora bastante habitual cuando visita las islas, y también de creerse que el Reino Unido todavía "rules the waves" (gobierna los mares), como cuando era un imperio. La burda forma de situar a los EE.UU. y al Reino Unido a la misma altura ya no tiene mucho más recorrido.

Un lugar en el mundo del post-Brexit

El Londres del post-Brexit, sin embargo, sigue buscando su lugar en el mundo y necesita, más temprano que tarde, firmar el pacto comercial con los Estados Unidos. Pero la administración Biden no tiene ninguna prisa en concederlo. Cuando menos, por ahora. Y más bien le preocupan otros puntos oscuros de la política de Johnson. Por ejemplo, que siga mareando la perdiz a propósito del Brexit y del protocolo norirlandés.

En este sentido, Jake Sullivan, el asesor de Seguridad Nacional de Biden, ha parecido ponerse del lado de Bruselas este miércoles asegurando que el protocolo era "fundamental para garantizar que se proteja el espíritu, la promesa y el futuro del Acuerdo del Viernes Santo". Justo antes de emprender el viaje hacia Europa, Sullivan ha dicho que las dos partes "tienen que encontrar alguna manera de proceder que funcione tanto para la UE como para el Reino Unido". Pero ha añadido también: "Cualquier manera que encuentren de proceder tiene que, fundamentalmente, proteger las ganancias del Acuerdo del Viernes Santo y no ponerlo en peligro". No ha querido ir más allá, sin embargo, cuando se le ha pedido si Londres podría ver comprometido el acuerdo comercial con Washington en caso de un deterioro de las relaciones con la UE y una escalada de la tensión en Irlanda del Norte.

Los comentarios del asesor de Seguridad Nacional han coincidido prácticamente en el tiempo después de que acabara la reunión de tres horas, que ha tenido lugar en Londres, entre David Frost, ministro para el post-Brexit, y Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea. Un encuentro que ha acabado en un punto muerto y en el que, al salir, las dos partes han expresado frustración por la falta de progreso. Sefcovic ha dicho: "Hoy puedo decir que estamos en un cruce en nuestra relación con el Reino Unido. La confianza, que tendría que estar en el centro de todas las relaciones, tiene que ser restaurada... El hecho de que estemos en un cruce significa que nuestra paciencia es muy y muy fina". Y ha repetido que si Londres actúa de forma unilateral, amplía el periodo de gracia y sigue sin hacer controles en la frontera del mar de Irlanda para determinados productos alimentarios, no solo podrían ir a los tribunales sino que otras medidas alternativas podrían incluir la imposición de cuotas y aranceles, así como la "suspensión de la cooperación en determinados sectores".

Frost, por su parte, se ha negado a descartar la posibilidad de que el Reino Unido retrase de forma unilateral la imposición de controles sobre salchichas y otras carnes refrigeradas que llegan desde la Gran Bretaña a Irlanda del Norte , y que, de acuerdo con el protocolo del Brexit, tienen que entrar en vigor el 1 de julio.

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