Uso del catalán

Marta Salicrú: "Con la confrontación no tenemos nada que ganar en la defensa del catalán"

Comisionada de Uso Social del Catalán en el Ayuntamiento de Barcelona

BarcelonaCon las portadas de los diarios señalando el catalán como gran reivindicación de la Diada, el ARA entrevista a Marta Salicrú (Barcelona, ​​1980) dos meses después de ser nombrada como la primera comisionada de Uso Social del Catalán del Ayuntamiento de Barcelona. Periodista de profesión, y durante seis años directora de Radio Primavera Sound, afirma que el encargo la cogió por sorpresa pero no podía decir que no: "Soy muy currante y hasta ahora me he salido de todos los proyectos que he salido adelante. Tengo la certeza de que voy a trabajar mucho y estará al servicio de lo que articula mi identidad catalana. Lleva una camiseta de Salsa Romesco que lleva impreso "seny i rauxa".

¿Qué sería para usted, cuando acabe este mandato, haberse salido como comisionada de Uso Social del Catalán?

— El encargo es crear estructuras para que se lleven a cabo políticas lingüísticas municipales que queden más allá de qué color político haya liderado. El éxito sería haber creado la Oficina de la Lengua, haber puesto en marcha la Casa de la Creación de Contenido en Catalán, que el Consell del Català esté en marcha y que estemos lanzando la segunda convocatoria de subvenciones para el fomento del catalán. Esto ya es mucho trabajo, y nos daría unas bases para poder seguir trabajando. La ambición debe ser realista.

¿De qué se va a ocupar la Oficina de la Lengua?

— Al final será el departamento de Política Lingüística del Ajuntament de Barcelona. De aquí también colgará la Casa de la Creación de Contenido en catalán, que estamos acabando de conceptualizar y que tendrá una gobernanza específica, un espacio físico y un nombre con más gancho, no diremos ni hub, ni polo. Queremos dar acogida y servicios a los creadores y creadoras de contenido, que se convierta en plantel para el surgimiento de nuevas figuras de la comunicación.

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¿Habrá subvenciones específicas para el catalán?

— Estrenaremos una nueva línea de subvenciones para fomentar el catalán que saldrá a finales de diciembre. Por un lado, para proyectos de formación y ocio y, por otro, para proyectos digitales. Con el IEC también hemos firmado un convenio para trabajar en el ocio educativo. Además, se incorporará a las subvenciones generales municipales una perspectiva de lengua, que se sumará a la perspectiva de género, medioambiental y multicultural.

¿Barcelona se adherirá al Pacto Nacional por la Lengua?

— Lo llevaremos en el pleno de septiembre. Uno de los requerimientos del Pacto, que ya teníamos previsto, es la creación de un Consejo para la Lengua, una mesa sectorial en la que me gustaría que, aparte de las entidades que defienden la promoción de la lengua, se incorporen personas que la abordan desde el contenido digital, que sea más intergeneracional y ojalá cada vez más diversa. Me gustaría que en unos años, cuando miremos el tipo de personas que hacen contenido digital en catalán sean mucho más diversas que ahora.

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Hoy sólo uno de cada cuatro jóvenes utiliza habitualmente el catalán en Barcelona y en algunos barrios su uso es prácticamente residual. ¿Por qué cree que ocurre?

— Los motivos son muy complejos. En el paso de la escuela al instituto existe un momento en el que consideran que seguramente el catalán es la lengua de las maestras, de las instituciones y quizá, en un acto de rebeldía, que es propio de esta etapa vital, puede haber el cambio en el castellano.

¿Hasta ahora se ha fiado demasiado en la escuela y suficiente, el uso social del catalán?

— Sí, y precisamente por eso tanto énfasis en la cuestión del contenido digital. Los jóvenes ya apenas miran la televisión y su consumo cultural es a través de las redes. También nos han impactado otros factores como el boom de la música en español de origen latinoamericano. Pero al mismo tiempo detecto que hay una sensación de oportunidad que debemos apresurarnos a atrapar. Nunca se había escuchado tanta música en catalán como ahora, ni había habido unas figuras capaces de reunir a tantos públicos y tan diferentes como ahora. Debemos trabajar para que estos referentes brillen y que los jóvenes se quieran parecer.

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Qué hacer ante sentencias como la del TSJC sobre el catalán en la escuela?

— De momento, debe recurrirse la sentencia. La inmersión lingüística es lo más preciado que tenemos desde la recuperación de la democracia. Pretender que la inmersión evita que las personas que viven en Cataluña aprendan el castellano es, sencillamente, mentira.

Más allá de los jóvenes, ¿qué hará el Ayuntamiento para llegar a otras franjas de edad y colectivos?

— Difícilmente modificaremos los hábiles lingísticos consolidados de una persona de 40 años. Pero uno de los ejes que podemos garantizar es que las personas que quieren hacer uso del catalán en su ciudad puedan hacerlo, es decir, garantizar que se respeten los derechos lingüísticos. En este sentido, estoy trabajando para realizar protocolos de información, para que los establecimientos conozcan la normativa, y, si no la están siguiendo, puedan rectificarla. Y también estoy investigando sobre posibles protocolos de inspección para que se cumpla esta normativa. Luego, si todo esto falla, entonces sí que entraremos en las sanciones, pero deben ser el último paso.

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¿Tiene usted la sensación de que se puede hacer vida en catalán en Barcelona?

— Yo la hago. Cierto que vivo en el Guinardó, en un barrio que está en la mesa alta de uso del catalán en la ciudad, pero yo aquí en el centro también hago vida en catalán, cuando pido un café o un plato de menú. La sensación que tengo es que las personas a las que me dirijo en catalán se sienten reconocidas como conciudadanas. Cuando un grupo de personas que están interactuando en catalán se dirigen a alguien del sector servicios en castellano, me cabreo. Quizás pidamos mucho a la ciudadanía, porque tenemos que mantener la lengua y encima hacerlo con una sonrisa para caer bien, ya entiendo que es un esfuerzo, pero es lo que tiene que ser hablando de una lengua minorizada, es la realidad que tenemos. No me gusta poner la responsabilidad en los ciudadanos, pero cuando hacemos el ejercicio de no cambiar de lengua es ya una manera de ir incidiendo en los usos. Ahora bien, el trabajo del Ayuntamiento es dar herramientas para que los hablantes nos sintamos protegidos y nos sintamos precisamente inspirados para realizar este ejercicio.

Usted habría ido a pegar pegatinas en la polémica heladería Dellaostia ¿de Gracia?

— No, pero no habría vuelto más. Sí creo en la movilización, creo en la necesidad del boicot contra algo que no nos gusta. [Pegar pegatinas] no es algo que yo haría; ahora, cuando en algún sitio no me tratan bien, no vuelvo. La oficina de no discriminación atendió a la clienta y el departamento legal está estudiando el caso de forma que puedan plantearles opciones a seguir para que, en caso de que quieran ir más allá, puedan hacerlo. También se está trabajando en una ordenanza para combatir la discriminación que incluirá la discriminación lingüística y que nos proporcionará herramientas para poder combatir estos hechos.

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¿Entiende que haya quien cree que, para defender el catalán, debe pasarse de la voluntad de seducción a hacer explícito el conflicto lingüístico?

— Yo prefiero el diálogo, la pedagogía. Con la confrontación no tenemos nada que ganar. Y, además, no puede ser que defendamos que queremos preservar el uso de la lengua como herramienta de convivencia y que nos comportemos de una forma que va contra la convivencia. Es muy difícil, ya sé. Tenemos una sociedad muy compleja, con muchos retos lingüísticos, con un contexto de multilingüismo, y creo que nos va a ir mejor si, en vez del conflicto y del enfrentamiento, buscamos la pedagogía y la adhesión.

¿Cómo se auna ser una ciudad abierta al turismo, que quiere ampliar el aeropuerto, que tiene un 25% de extranjeros y, por tanto, mucha diversidad en las aulas y en las calles, con ser una ciudad que quiere mantener su lengua propia?

— Es la primera vez que el Ayuntamiento se está haciendo esta pregunta y por fin se están poniendo herramientas. Se está trabajando para luchar contra los males de la gentrificación y los males del turismo masivo, y la defensa de la lengua es una pata más de esto. Me gustaría que hubiera algunos gestos inmediatos y visibles, porque también necesitamos combatir el pesimismo.

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Se plantea acciones concretas con colectivos en los que cuesta mucho penetrar, como los expados?

— Ojalá sumar a este colectivo como aliado. Por la situación de turistificación y gentrificación, tenemos motivos para generar cierto antagonismo con este colectivo, pero mi trabajo debe ser precisamente conseguir sumarlos. Hay otras áreas que trabajan para que la existencia de este colectivo no afecte negativamente al resto de la ciudadanía.

El gobierno municipal cree firmemente en esta oficina o ¿se ha visto arrastrado por ERC?

— Era una de sus reservas, pero, de momento, en estos dos meses, más que tensión estoy encontrando sintonía. Tengo la sensación de que hay alivio en la estructura municipal. Cuando alguien golpeaba la puerta del Ayuntamiento por cuestiones de lengua, se iban pasando la pelota los diferentes departamentos, porque nadie sentía que fueran sus competencias. Ahora ya saben a quién deben dirigirse. Yo soy una profesional independiente, a mí no me preocupan los votos, sino el trabajo.