Yaya Angeleta, la abuela 'instagramer': "Con 500 pesetas empezamos la vida, no teníamos ni agua ni luz"

Con 145.000 seguidores en Instagram, es la mayor creadora de contenido de Cataluña

250708PT CUKTURA Entrevista a la abuela Angeleta a los 95 años un fenómeno en las redes sociales Roda de Ter 08 07 2025 DIARIA ARA Foto Pere Tordera
09/08/2025
4 min

Rueda de TerEs la creadora de contenidos en catalán de mayor edad y con más seguidores, 145.000 en Instagram. Àngela Coromina Roca (Prats de Lluçanès, 1931) lleva un par de años compartiendo su vida en las redes gracias a su nieto, Jordi Crous, con quien mantiene una relación cómplice y cómica. Iaia Angeleta se ha convertido en la abuela de Catalunya por su sinceridad, una risa pegadiza y porque a mucha gente le despierta el recuerdo nostálgico de algún familiar o de un mundo pasado.

Nació en una casa de payés de Prats de Lluçanès. Fue a la escuela sólo de 8 a 14 años –en castellano, claro; nunca ha aprendido a escribir en catalán– porque tenía que andar una hora para llegar. Recuerda la guerra "como si fuera ahora". "Por delante de casa pasó la frente. Alrededor de casa mataron a muchos soldados. La madre nos encerró en un cuarto y oíamos los rasgos. Los nacionales estuvieron tres días y dos noches para entrar en Prats, que era un pedazo más arriba, porque había resistencia. Nos quedamos sin gallinas, sin conejos, se llevaron la mula y la ropa de las camas. Fueron los nacionales, los rojos no tocaron nada. Quedamos bien pelados. Los niños llorábamos. La casa estaba llena de moros. La madre nos hervía patatas con tocino", recuerda.

A los 20 años se casó. Fueron de viaje de boda tres días a Barcelona, donde vio el mar por primera vez, y se fueron a vivir en una pequeña casa de payés aislada, en Santa Maria de Merlès. "Con 500 pesetas. No teníamos agua ni luz y para ir al pueblo a comprar tenía dos horas. Sólo íbamos cada quince días, por un caminito, a buscar aceite, sal, latas de sardinas, bacalao y panes de cuatro kilos. El agua para cocinar la iba a buscar a la fuente, nos lavabamos a la acequia y en invierno poníamos una perola de agua al fuego. En misa debían de sentir que hacíamos un hedor de vaca...", piensa ahora.

El pollo, los huevos y los conejos se los criaban. "Fuimos prosperando, pero trabajando mucho. Compramos más vacas, las ordeñamos a mano, nos levantábamos a las cinco. No hicimos fiesta ningún día", recuerda. Cuando la hija tuvo 14 años, vieron las fábricas textiles como una opción para poder tener un horario y una pensión, así acabaron trabajando los dos en La Azul de Roda de Ter. "Yo iba a destajo, y como estaba acostumbrada a trabajar a payés, era de las que trabajaba y payés, era de las que trabajaba. La mujer llamativa. Haciendo fiesta el sábado y el domingo, me parecía que era una reina, y no tenías que ir tan sucia de mierda de vaca o de cerdo", recuerda.

No dejar de hacer nada

A los 94 años es totalmente autónoma: cocina por ella y por la familia, en invierno se sube la leña a casa, en verano camina y pasa la tarde haciendo lavadero del pueblo con sus amigos en el Congreso de los Diputados –así llaman las reuniones de ancianos– y todavía conduce. Quedamos el día en que se va a renovar el carné en Vic. Si no le dan, se querría comprar una motorita eléctrica, "aunque sea para ir al súper". Su nieto hace cruces.

Asegura que no hay ningún secreto para tener tan buena salud, memoria y empuje. "Licor, nunca he bebido, vino, muy poco, si celebramos una fiesta una copita de champagne, pero bebo mucha agua y Nestea con agua. Yo me hago mi comida, nada picante: sopa tostada con coliflor, patata hervida con cebolla, tortilla de patatas o calabacín,". Los domingos de invierno se hace un chocolate a la taza. Quizás este es el truco para sobreponerse a los obstáculos de la vida. "No parar, no atascarse. Muchos días me encuentro cansada y con ganas de ir a tumbarse. Pero no lo hago; a las cinco oa las seis de la tarde cojo los palillos, me voy a andar y luego nos sentamos bajo una parra", dice.

Toda esta vida pequeña y de abuela convencional es hoy la clave de su popularidad. Su neto añade que es un perfil que no tiene competencia. El éxito en las redes hace que la inviten a saraos de todo tipo, desde el Cabró Rock hasta pregones, encuentros, comidas con famosos, programas televisivos, tiendas, promociones... Lo último que ha hecho es labrar un campo con tractor. No dice que no a nada, salvo en la prensa del corazón de Madrid. "No lo hacemos por dinero, nos interesa pasárnoslo bien. Por eso no queremos bajar del burro con el tema de la lengua –defiende Crous–. No seleccionamos mucho, es fruto de la improvisación. Eso sí, nos hacen muchos regalos. Tenemos más fama de la que queríamos. Queríamos transmitir que la gente mayor no son un estorbo, porque somos una sociedad. También puedes sacar a la abuela a pasear", añade.

"Nunca me lo hubiera pensado –certifica Iaia Angeleta–. No le doy mucha importancia. Soy una mujer muy sencilla. Lo que pienso lo digo y digo la verdad. Pilarín [Bayés] es muy sabia, yo no. Ella dice que no ha sabido cómo subió a los niños sin saber cocinar; payés teníamos animales y tierras, y cuando venían a los hombres a segar oa batir, tenía catorce o quince a comer y yo sola cocinaba para todos. No me daba miedo.

La mejilla de ternera, la lengua, la sartén de arroz o fideos y los caracoles en la cazuela son sus platos estrella. Sus recetas y su vida se convertirán este año en un libro autobiográfico.

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