La batalla de la opa hostil en TV3

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Dos oficinas seguidas, una del Sabadell y otra del BBVA, en Barcelona.

Durante las pausas publicitarias de TV3, en medio de la programación, puedes descubrir una batalla sibilina pero voraz: la de la opa hostil del BBVA en el Sabadell. BBVA, en vez de promocionar, como es habitual, un producto concreto para los clientes, ha lanzado un anuncio donde exhibe su nobleza fundacional. “¿Qué banco necesita el mundo?”, pregunta, nada más empezar, un letrero blanco sobre fondo negro. Con un montaje trepidante, como si fuera un colaje coloreado de recortes históricos, se vende como un banco pionero en España, introductor de su tarjeta de crédito. Incluso un banco feminista que ha tenido en cuenta los derechos de la mujer. También una entidad poderosa que ha favorecido la proyección de las empresas en el extranjero y un banco que se ha puesto al frente de la era digital. En el colmo de sus virtudes, incluso se publicita como un banco ecologista que ha promovido la financiación sostenible. Al final del espot vuelve a repetir la pregunta: “¿Qué banco necesita el mundo, ahora?”, ya ritmo de un sugerente free jazz, repiten su eslogan: “Avancem”. Toda una declaración de principios para vender la determinación implacable de la entidad, su carácter expeditivo combinado con los valores encomiables que se supone que guían al banco.

Mientras, el Banc Sabadell se promociona en las mismas franjas horarias con un anuncio que apela a la resiliencia. Mantiene su tradicional blanco y negro que le diferencia a nivel televisivo y le da una pátina de elegancia. Solitario, en el centro de la imagen, un hombre practica una especie de artes marciales, medio danza, medio lucha. La coreografía incorpora una larga vara de madera. Parece un arma de defensa. Sin embargo, el bailarín combate con alguien invisible que se esconde en la oscuridad de los extremos de la pantalla. Le acompaña una música suave de piano que contrasta con el mensaje épico: “Elegí un sueño, elegí el riesgo, elegí el sufrimiento, la incertidumbre, el estrés, las noches de insomnio...” y, en a continuación, la voz masculina pronuncia la pregunta clave: “¿Por qué debería renunciar ahora al placer de elegir con qué bancos quiero trabajar?”. Luego, otro hombre piensa en medio de la penumbra de un restaurante. Y observa atentamente cuatro carpetas misteriosas que parecen contener la solución de algo. "Poder elegir es tu poder", dice al final la voz femenina que cierra el anuncio. El espot parece advertir de los riesgos de la concentración bancaria. Con una épica dramática, recuerda a los sufrimientos pasados. Apela a un largo camino que no debe ser en vano y por el que vale la pena resistir.

Las entidades bancarias siempre han reflejado, a través de sus anuncios, la tesitura económica de cada época. Han sacado pecho anunciando productos de eficacia casi mágica y haciendo grandes promesas a sus clientes. Tras la crisis económica acudieron a periodistas y celebridades para recuperar la credibilidad. También hacían cortometrajes que parecían contar historias que nada tenían que ver con la gestión financiera. Ahora estos dos anuncios parecen hablar del choque entre ambas entidades. Seguramente es la punta del iceberg, más estética y elegante, de una batalla oculta mucho más agria.

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