Media

El Cavaliere de la telebasura

Berlusconi ha construido uno de los imperios mediáticos europeos más importantes

ENTRETENIMIENTO  01. El erotismo de las Caca o Mara villao, uno de los ganchos de Telecinco. 02. Farmacia de guardia, de Antena 3, fue la serie más vista de la historia.
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BarcelonaUna serpiente atornillada que se come a un sarraceno. Este es el símbolo heráldico de los Visconti, señores de Milán, a partir del cual unos cuántos siglos después Silvio Berlusconi hizo elaborar su primer logotipo empresarial para Milán 2, un ambicioso proyecto inmobiliario de expansión de la ciudad italiana. Eso sí, el basilisco ya no tenía entre los dientes un musulmán, sino una inofensiva flor de ocho pétalos, símbolo de la naturaleza conquistada por el grupo Fininvest, con el cual el magnate empezó su polémica carrera empresarial. Esta misma flor guarnió los logotipos de las numerosas aventuras televisivas de Mediaset durante muchos años y, todavía ahora, sobrevive estilizada en forma circular en la insignia de Telecinco.

El Berlusconi mediático nace, de hecho, en Milán 2. Es allá donde estaba Telemilano, una de las primeras emisoras locales privadas del país. El empresario la compró por un precio simbólico en 1976, a cambio de cubrir las deudas. Cuatro años después, aquella antena tomará el nombre de Canale 5. Animado por la bonanza, en 1982 compra Italia 1 y dos años más tarde Rete 4. Esta triple red televisiva –con la cual se gana numerosos conflictos políticos y judiciales– le permite convertirse en un actor a escala nacional. En 1987 pone en marcha Italia 7, con una programación dedicada a un público masculino, pero la llamada ley Mammì ya establece un tope en el número de televisiones que pueden tener un único propietario, y Berlusconi tiene que empezar a vender activos.

España le da su principal expansión internacional: consigue una de las dos licencias privadas y pone en marcha Telecinco, que pronto se convertirá en la primera alternativa a La 1. Berlusconi será conocido como el Cavaliere, pero su canal es de todo menos estilosa: será él quien abra la puerta al género de la telebasura mientras una bandada de mamachichos apelaban a los instintos más básicos sacudiendo sus encantos a ritmo de pachanga. Décima a décima, araña cuota de pantalla a la televisión estatal y, finalmente, en 2004 se corona televisión preferida de los españoles, con los programas de cotilleo como punto fuerte de la programación. El público femenino y el de clase baja harán que sea líder 14 de los 18 años posteriores. El populismo político y el mediático se superponen a su figura. Eso sí, el agotamiento de modelo le hizo perder el oro en 2022, en favor de Antena 3, y marcar su mínimo histórico, con un 12,3%.

Aún así, durante décadas ha sido una máquina de hacer dinero: la compra de Cuatro y la puesta en marcha de nuevos canales le ha permitido acaparar una cuarta parte de la audiencia y, más importante todavía, más del 40% del pastel publicitario. Todo esto mientras Mediaset es también reina de la televisión privada en Italia. Berlusconi compra también un 30% de la alemana ProSieben, lo cual lo convierte en el magnate televisivo continental por excelencia. Su carrera política es indisociable de su figura mediática y del control que ha ejercido sobre numerosos medios de comunicación. De hecho, cuando funda Forza Italia lo hace después de dimitir de todos los cargos empresariales de una empresa altísimamente endeudada (a pesar de que conserva las acciones).

En los últimos años, mantendrá una batalla con el grupo Vivendi, que lanza una maniobra hostil para comprar las acciones de Mediaset. Llegará a tener el 29,99% del grupo y el enfrentamiento será muy frontal hasta que en mayo del 2021 se firma un acuerdo: Vivendi, el otro gran operador mediático europeo, acepta ser minoritario y apoya la expansión internacional de Mediaset (que incluye una medida simbólicamente relevante como es trasladar la sede social a los Países Bajos). A cambio, la empresa de Berlusconi aceptaba no agredir durante cinco años los territorios donde el grupo francés tiene televisión en abierto. El magnate ya no verá cómo se resuelve esta batalla por el control mediático de Europa, una vez acabe esta tregua de caballeros, o quizás no tanto.

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