El sábado, Ricard Ustrell entrevistó a Susanna Griso en Colapso. TV3 ya llevaba días promocionándolo, anunciando que el presentador conversaría con "la periodista catalana Susanna Griso". La voluntad de subrayar su catalanidad llamaba la atención. ¿Se añadiría también ese adjetivo si se entrevistara a Raquel Sans o Antoni Bassas? ¿Si el hecho de trabajar en Madrid es lo que determina la necesidad de precisar la catalanidad de un entrevistado, habría que remarcar "el periodista catalán Carles Francino" o "la periodista catalana Àngels Barceló"? En la entrevista en Sala i Martín tampoco se le anunció como "el economista catalán", Joan Pera como "el actor catalán" o Rosario Flores como "la cantante madrileña" o española. Añadir este matiz a Susanna Griso, cuando la audiencia de TV3 sabe perfectamente que es catalana, denotaba una necesidad de reforzarle unos orígenes, como si se la restituyera de una identidad tomada, casi como si fuera una condecoración.
Esta inercia se repitió en la entrevista de Ustrell, donde se exploraba el lado humano de la protagonista con una taza de té al lado para garantizar la calidez dialéctica. Conversaron sobre la trayectoria profesional de Griso, el contexto familiar en el que creció y sus inquietudes periodísticas. Ustrell hizo hincapié en que los hijos de la periodista tuvieran nombres catalanes e incluso apareció un letrero en pantalla, a modo de titular, que destacaba una respuesta de la periodista: "Siempre hemos hablado catalán en casa". Provocaba cierta perplejidad. Una circunstancia natural o más bien obvia se convertía en una especie de heroicidad. Tener que remarcar el uso familiar del catalán de alguien que ha nacido, crecido y estudiado en Catalunya, que empezó su trayectoria en Catalunya Ràdio, que vimos trabajar en TV3, sólo por el hecho de que ahora viva en Madrid y trabaje en Antena 3, es inaudito. Ustrell pareció justificar a la periodista ante la audiencia, insistiendo en su catalanor, como si tuviera que resarcirse después de su proeza. Precisamente ha sido por sus raíces catalanas, su conocimiento de la lengua, del sistema educativo, de los medios de comunicación y del país que, a menudo, sus planteamientos informativos han generado desconcierto, incomprensión e indignación. Porque ella sabía cómo era la realidad en relación a muchos de los disparates que se llamaban sobre Catalunya en la mesa de su programa. Griso explicó las enormes dificultades emocionales y familiares durante el Proceso, pero no se le preguntó por los sesgos informativos, algunos realmente escandalosos, y las manipulaciones periodísticas deEspejo público respecto a Cataluña. Situaba a la periodista en el universo ficticio de la inocente equidistancia, como una víctima del Proceso. Las dificultades para conseguir la entrevista obligaban a no cuestionar a la invitada a no preguntarle por los planteamientos periodísticos deEspejo público de ética y rigor dudosos. Estas entrevistas de carácter humano tienen más relaciones públicas entre los interesados que de periodismo.