'8 cosas que hacer antes de morir'.
Periodista i crítica de televisió
2 min

El lunes por la noche, 8 cosas que hacer antes de morir abría la temporada de estrenos de TV3. Esperamos que la emisión no marque el nivel de cómo serán el resto de novedades, porque lo de los sueños de Joan Pera acabó siendo una pesadilla. La idea es simple: el veterano actor finge cumplir con aspiraciones que tiene pendientes. Y esto le lleva a experiencias supuestamente intrépidas para un hombre de su edad y prudencia. Se hace una comedieta en la que Pera representa que quiere ser pastor o reportero de televisión y TV3 le ayuda a hacer realidad este sueño. Si el primer programa era el mejor de la serie, es trágico imaginarse cómo serán los próximos. Empezaba con Joan Pera vestido de rabadán visitando la granja de cabras de Peyu, otro protagonista televisivo que en los últimos meses encontramos incluso en la sopa. 8 cosas que hacer antes de morir se reitera en esta inercia endogámica que se nutre de los personajes habituales de la cadena, en una evidente carencia de imaginación y recursos que es preocupante.

Joan Pera interpreta este alter ego suyo tan característico, poseído por el talante cinematográfico de Woody Allen, miedoso y agobiado, a menudo superado por las circunstancias. Pero el teatrillo del protagonista acaba resultando forzado y haciéndose pesado. Porque más allá de eso no hay nada. Más que en Joan Pera, vemos la caricatura de Joan Pera por desencadenar el juego argumental del programa. E incluso sabe mal, porque es una especie de explotación gratuita de su propia parodia que acaba por provocar fatiga.

Las situaciones planteadas no dan nada de sí. A la hora de hacer de pastor o de reportero no hay ningún conflicto ni tensión, de modo que deben forzar la historia a través de la edición. La situación de apacentar las alpacas quedó torpemente reducida a la risa histriónica viral de la anfitriona. El montaje, con efectos de sonido y congelación de pequeños instantes, ni siquiera hace gracia, porque más que exagerar la realidad lo que hace es manipularla para que parezca que ocurren cosas. Pero es que a lo largo del programa no ocurrió absolutamente nada.

Y por enésima vez en un programa de entretenimiento de TV3, el problema es el abuso de la bendita. 8 cosas que hacer antes de morir pudo ser una buena idea si se hubiera trabajado desde un propósito más sincero. Pero queda reducido a una payasada que sólo hace que explotar al actor, limitado a un único registro. Juega también con un factor claramente edadista: se pretende construir el humor a partir del estereotipo de una persona mayor a la que cambiar de entorno y de actividad de una forma muy elemental le supone un estrés excesivo (exagerado por el propio protagonista). La prueba es que si el programa hubiera cogido a alguien de cincuenta años para hacer exactamente lo mismo la idea se desactivaría. El programa no supo construir una historia más allá de explotar una caricatura. Narrativamente se utiliza el atribulamiento y la confusión de una persona mayor para intentar hacer reír al espectador. Y cuando el punto de partida es éste, más que gracia da pena.

stats