La pandemia dejó en la cultura televisiva las videollamadas como sistema para incorporar testigos sin que nadie tenga que desplazarse. Ni el invitado debe ir hasta los estudios de televisión ni los reporteros hacia el lugar donde se encuentra el entrevistado. Es muy cómodo, pero cada vez más tronado. Transmite desidia profesional por parte de la cadena. Un ejemplo de manual es un caso del Telediario mediodía del día 24 de diciembre. Para la edición previa en Nochebuena, pensaron que sería una idea muy original incluir la consulta a un nutricionista para que diera cuatro consejos para que la comida no nos hiciera daño y trucos para compensar el exceso de comida. Ya chirriaba un poco el tema, más propio de un magacín que de un informativo. Pero quizás debamos creernos que en estas fechas es imposible escapar de los contenidos ramplones y tópicos que nos explican lo que ya sabemos.
El nutricionista en cuestión le entrevistaban a través de videollamada, pegado a la pantalla, con una iluminación deficiente para la televisión y con poca definición de imagen. Una cosa es aceptar estas condiciones cuando se trata de una noticia de última hora que no ha podido prepararse la información con tiempo y la urgencia hace que sea el único recurso para contar con un buen testigo. Pero los consejos para no hartar en exceso en Nochebuena es un vídeo que se puede tener preparado desde hace unas semanas. El experto podría aparecer en un contexto profesional, grabado por las cámaras de TV3 y con buena calidad de imagen. Un entorno más exigente también va a favor de la credibilidad y autoridad del entrevistado, no sólo del Telenoticias. No se trata sólo de recopilar declaraciones. El informativo no es un saco que debe llenarse. Aparte de la ambición y el interés de los temas, debe mantenerse un cuidado en el ámbito visual y buena calidad de imagen. Porque todo comunica, más allá de las palabras. El Telenoticias no es un videopodcast, ni un formato por YouTube, ni un servidor de clips para las redes sociales. Es una de las estructuras clave de la televisión pública, de la que depende buena parte del prestigio. Al margen de los criterios periodísticos, en cuanto a realización e imagen se debe demostrar también cuidado por el programa de forma global. La practicidad de las videollamadas ha hecho bajar el listón de la exigencia televisiva. Por otra parte, si no hay más remedio, sería conveniente que los cargos, expertos y colaboradores de consulta habitual que pretenden atender al medio sólo a través de videollamadas, mejoraran la calidad de su puesta en escena y la señal de wifi por aparecer en unas condiciones más aceptables en televisión. A ver si es posible que, de cara al 2025, la cosa cambie y los informativos demuestren estar a la altura de los avances tecnológicos y de los retos televisivos, exhibiendo cuidado por los detalles, mayor pulcritud y ambición en vez de noticias hechas con un zapato y una alpargata. En el futuro, cuando recuperemos informaciones de hoy, no entenderemos que se viera todo tan mal y fuera todo tan precario.