Las implacables leyes de la biología hacen que, cada vez más, esa Constituciónque nos decimos entre todossea másla que nos dieron entre todos. O, más aún,la que nos dieron entre unos cuantos, ya que fue un texto parido por siete señores, con ruido de sables de fondo y refrendado con el miedo a volver a una siniestra pantalla anterior todavía demasiado cercana. Pero cada seis de diciembre los diarios de orden cogen paladas de bótox y colágeno para intentar hacer ver que Consti luce un cutis teros y resplandeciente como el de una jovencilla. Una de las prácticas más habituales es la de la encuesta tramposa. Este año es La Razón quien cumple con la tradición: "La generación Z valida la utilidad de la Carta Magna y apoya una reforma", dice uno de los titulares de portada. La pregunta está formulada por lo que induce a la respuesta positiva: "¿Le parece que la Carta Magna ha dado a España décadas de estabilidad y prosperidad?" Hombre, así cualquiera. Sería como si yo preguntara "¿Le parece que la Constitución ha revelado sus limitaciones a la hora de articular un proyecto plurinacional con una escrupulosa separación de poderes?"
Parafraseando el célebre latinismo,encuesta non pequeña, accusatio manifiesta.Si tan claras tienen las bondades del texto constitucional, lo que deben hacer es encomendarse a San Bollo, San Pillín y San Bruñó y empezar el melón de hacer un referéndum para saber cuánta gente preferiría redactar de nuevo una Constitución, en la cual se discutiera, por ejemplo, si España sigue siendo una monarquía. encuestas de la señorita Pepis y ejercicios de ventriloquia para hacer decir a los jóvenes lo que ellos quieren, en vez de escucharles en serio.