¿A quiénes interpelan los anuncios de los accidentes de tráfico?

Un anuncio del Servicio Catalán de Tráfico.
Periodista i crítica de televisió
2 min

Las fiestas navideñas son una buena época para las campañas de sensibilización. Hace semanas que sufrimos, día sí día también, los anuncios de La noticia que no quieres recibir del Servicio Catalán de Tráfico donde familiares de víctimas reales y agentes de los mossos d'esquadra nos relatan el trágico momento en el que se comunica a una persona que alguien querido ha muerto en un accidente. Hay varias historias, todas parecidas, en las que se nos relata desde el momento que suena el timbre al impacto de conocer la tragedia. Recientemente, se ha incorporado otro donde una madre despide a su hija preguntándole si le espera para comer. En una anticipación de lo que ocurrirá, en vez de dar una respuesta previsible, se nos revela su ausencia: "No, mamá. Lo siento. Yendo hacia el trabajo haré un adelanto y un coche no me verá. Moriré de camino al hospital". Y a continuación oímos el sonido de la colisión de los vehículos y el rostro devastado de la madre.

Son anuncios para concienciar de la importancia de la protección, la prevención y la prudencia, que intentan reducir el número de accidentes en carretera. Lógicamente, todos los que conducimos o viajamos en coche somos susceptibles de sufrir un accidente, incluso cumpliendo escrupulosamente la normativa. Todo el mundo puede tener un descuido, no saber reaccionar a un imprevisto, tomar una mala decisión, sufrir la imprudencia de un tercero, o, sencillamente, tener mala suerte. Sin embargo, estas campañas tan duras cuestan mucho de digerir si te encuentras el anuncio en las narices cuando menos te lo esperas. No constan datos sobre la eficacia de este tipo de campañas y, de hecho, será imposible cuantificar. Si sirven para salvar la vida de una sola persona, ya está bien que se hagan.

La duda es quién se siente interpelada por estos anuncios. Da la sensación de que puede haber una carencia de correspondencia entre los destinatarios teóricos de la campaña y los receptores reales. Esta publicidad presupone que la exposición de la audiencia a un relato extremo tiene un efecto disuasorio, pero existen estudios de psicología y comunicación que señalan que estos mensajes basados ​​en el choque emocional tienden a reforzar conductas ya existentes en vez de modificar los comportamientos problemáticos. En personas con conductas imprudentes, agresivas o temerarias al volante, este tipo de relatos no suelen erosionar su autopercepción de control. Hay personalidades con las que el relato trágico no funciona y, en cambio, a personas responsables y prudentes, conscientes del riesgo y la fragilidad de la vida, la hipótesis de la catástrofe puede resultarles devastadora porque les reactiva miedos y angustias.

Es inevitable plantearse si estos anuncios funcionan mejor como simple material narrativo de impacto que como verdaderas herramientas transformadoras de comportamientos al volante. Porque tienes la sensación de que, a menudo, estas campañas confunden concienciación con conmoción.

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