'Libertad Digital', el aliado más imprevisto del independentismo

Dice El Mundo en portada que "El juez Conde-Pumpido se aparta del Procés por la presión de los separatistas". Pero el magistrado no deja de estar purgando haberse ido de la lengua en noviembre de 2017, en unas declaraciones que ponían en entredicho su imparcialidad, puesto que situaba a los prisioneros y exiliados "al margen del derecho", lo cual incluye una condena implícita antes del juicio. Y quien ha hecho emerger estas frases no es sino Libertad Digital, que libra su batalla particular con este juez. De hecho, el medio publicaba el miércoles la siguiente pieza: "El presidente del TC «presiona» a los magistrados para mantener a Conde-Pumpido en la causa sobre el 1-O ." Oh là là: aquí el altisimísimo tribunal ya no es el ente presionado, sino el presionador. En todo caso, vender como presión la petición de recusación que Gonzalo Boye, defensor de Puigdemont, presentó al poco de la aparición de estas frases es una manera como cualquier otra de minar el sistema de garantías que asiste a un investigado por la justicia. La recusación es un mecanismo legal y reglado. Si el magistrado bocazas se aparta ahora del caso, lo hace porque no las debe tener todas y teme salir escaldado por poco que se lo mire la justicia europea. El comunicado del TC, además, da un poco de vergüencilla, porque dedica todo un párrafo a decir que la retirada condepumpidiana demuestra que la noticia de las presiones de Libertad Digital era falsa. Y no, no lo demuestra. O no más que otra hipótesis: que el tribunal justamente lo ha dejado caer para no dar la razón a la noticia.

Recordemos, además, que el Constitucional ya ha sufrido la recusación de Antonio Narváez, por haber calificado el referéndum de golpe de estado. Todo ello despierta serias dudas sobre la neutralidad política del tribunal, pero el discurso de la caverna acaba siendo un infantil "Is qui Istrisbirgui mi tiini minii..."