La limpieza de imagen fallida de Charlie Sheen
Netflix ha estrenado un documental de dos partes en el que el actor Charlie Sheen, famoso protagonista de películas como Platoon o Hot shots! y de la serie Dos hombres y medio, se coloca delante de la cámara para explicar los estragos que ha provocado en su vida su grave politoxicomanía. Una absoluta degradación personal con episodios públicos de descontrol, violencia con armas y agresiones sexuales. Después de ocho años sin consumir drogas ni alcohol, intenta justificarse y limpiar su imagen.
AKA Charlie Sheen es irregular y con un enfoque periodístico morboso y sospechosamente sesgado. El actor, bebiendo ridículamente una taza de té como símbolo de su cambio de hábitos, se sincera en primer plano. También interviene su entorno de confianza: Sean Penn, Jon Cryer, su hermano Ramón Estevez, dos de sus exmujeres y su camello, entre otros, lo ayudan a sostener su relato sin discrepar. El documental aclara que su padre, el actor Martin Sheen, y su otro hermano, Emilio Estevez, han preferido no participar. Son dos ausencias sintomáticas teniendo en cuenta que han sido las figuras clave para sacarlo de su espiral infernal. Es como si no quisieran participar de la farsa. La estructura ejemplifica bien la progresiva degradación del actor, que llegó a ser el mejor pagado de Hollywood. AKA Charlie Sheen utiliza recreaciones precarias y una cantidad excesiva de fragmentos cinematográficos y televisivos para rellenar la historia, buscando paralelismos entre la vida real del protagonista y la ficción de sus personajes. Se potencia el espejo vital y profesional que supuso su padre y se intuye un intento chapucero de homenajear a Martin Sheen como un hombre de amor incondicional que lo hizo todo por su hijo. El documental engancha por la fascinación que provoca la capacidad autodestructiva de Charlie Sheen. Pero el supuesto acto de sinceridad está lleno de importantes lagunas que delatan el intento de tapar otras miserias. Borra la figura de la madre y la hermana. Aborda con frivolidad la violencia ejercida contra las mujeres y las acusaciones de abuso de menores. Niega con una rotundidad inverosímil haber puesto en riesgo de contagio del VIH a sus parejas sexuales. Y en el colmo de una estrategia comercial testosterónica y tendenciosa, la gran revelación del documental es que Sheen confirma el rumor de haber practicado sexo con hombres en su etapa de máxima adicción, para que quede claro que la culpa era de las drogas. Crean un suspenso narrativo en torno a este hecho como si no hubiera podido caer más bajo. Provoca perplejidad. Te pasas casi dos horas viendo una vida lamentable, tóxica y delictiva hasta unos extremos insospechados y resulta que las relaciones homosexuales las consideran lo más grave y tienen que aclarar que sobrio no lo repetiría. Premio a la homofobia televisiva del año. Al final, convierten a Sheen en un renovado líder familiar, simpático y responsable. El documental parece ser un nuevo capricho del actor fruto del ego, la manipulación y el autoengaño que han caracterizado su vida.