Ficción

Peter Vives: "De niño me hicieron 'bullying' y creía que ser actor curaría la herida"

Actor

Laura Minguella
4 min
Peter Vives, fotografiado en el Raval.

BarcelonaDe madre neozelandesa y padre catalán, Peter Vives se hizo conocido a raíz de La Riera, donde estaba Nilo Guitart, hijo del temible Claudi Guitart, a quien daba vida Pere Arquillué. El actor ha participado en producciones estatales como Velvet, El tiempo entre costuras, Águila roja o Operación barrio inglés, donde ha tenido un papel protagonista, y también ha pasado por proyectos internacionales, como cuando con 19 años participó en la película de Disney The Cheetah Girls 2. Este viernes, Vives estrena en SkyShowtime Las Pelotaris 1926, serie sobre la vida de tres jugadoras de pelota vasca durante los años 20 del siglo pasado.

En Las Pelotaris 1926 vuelves a interpretar un personaje inglés, Alan Rider, como en Operación barrio inglés o Águila Roja. ¿Te sientes encasillado en papeles de extranjero?

— ¿Qué diferencia existe entre hacer de inglés y hacer de español? Son dos abanicos igual de grandes. Sólo puedes estar limitado por la capacidad del guionista de escribir un inglés que sea un tópico, pero tú puedes romperlo porque dentro de un personaje puedes jugar muchísimo. A mí me da igual de dónde estén los personajes que interpreto mientras sean interesantes o yo pueda hacerlos interesantes. No me preocupa encasillarme en personajes extranjeros, lo que me preocupa es no tener trabajo.

¿Crees que tu nombre y tus orígenes influyen en que te den roles anglosajones?

— Inevitablemente, me llamo Peter y el look que tengo no es demasiado español, y la gente sigue viéndome así. Por suerte ya hago bastantes castings como catalán y como español, y espero que siga así. Quizás tendré que cambiar el nombre y ponerme a Pedro, como mi abuelo, Pedro Vives, y así no me pasará tanto.

¿Cómo es Alan, tu personaje?

— Es de los menos conservadores de la época, de los pocos que da la posibilidad a las mujeres que juegan a pelota vasca de estar en primer nivel, como las chicas del Barça. Me gusta hacer secundarios como éste, donde además me han dejado bastante y me ha dado bastante libertad en cuanto al personaje en general.

Las Pelotaris 1926 es una serie con mucho protagonismo femenino.

— Recuerdo que el productor quería acentuarlo mucho, era una apuesta muy clara, y se luchó para que las mujeres tuvieran protagonismo. El esfuerzo lo encuentro genial, y más teniendo en cuenta la época histórica en la que se ambienta la serie (1926). Creo que está muy bien reconocer el mérito que tuvieron las mujeres y cómo se empoderaron para poder jugar en su deporte.

¿Qué significó para ti participar en The Cheetah Girls 2 siendo tan joven?

— Fue como estar en una nube. Un mundo surrealista en el que Hollywood viene aquí a rodar una peli, en la que tienes un personaje bastante mayor, y de repente los americanos te tratan como si fueras una estrella, y cuando se marchan todo vuelve a la normalidad. Sí supuso un cambio dentro de mí, porque es una realidad que soñaba de niño pero que no perseguía, como quien quiere ser futbolista. Cuando lo tuve delante fue un detonante emocional que me hizo tomar las riendas de esta pasión y estudiar interpretación para poder ser el mejor actor posible.

Y tu participación en La Riera ¿cómo la valoras?

— Me gustó mucho trabajar en La Riera. Me cogieron en el último año de carrera. Recuerdo que había un lingüista que nos corregía el catalán y aprendí a hablarlo muy correctamente gracias a esto, porque cometía muchos errores. Algo que nos corregía siempre, porque la serie tenía lugar en un restaurante, era el verbo probar, que no nos lo dejaban decir y teníamos que decir probar. Salvo La Riera, en ningún otro proyecto me han puesto un coach de acento, y lo cierto es que facilita mucho el trabajo.

¿Cómo recuerdas tus años en la serie?

— Con el equipo nos cogimos mucha confianza, lo que en otras producciones no es posible porque en diez o quince sesiones de rodaje no conoces al equipo. En este sentido, en La Riera puedes malacostumbrarte a sentirte como en casa y jugar con el texto. Creo que fue muy positivo hacer tantas escenas y poder trabajar con actores con un nivel interpretativo muy alto, lo que no ocurre en todas las series diarias.

Sin ir más lejos, tu padre en la ficción era Pedro Arquillué.

— También estaba Mercedes Sampietro, David Selvas, Jordi Planas… Viendo cómo trabajan, preparan y hacen tantas escenas aprendes mucho, sobre todo tecnicismos como clavar la marca o no tapar al compañero, y al final automatizas tanto la parte técnica que te puedes centrarse en actuar.

La Riera ¿te ha abierto las puertas de otros proyectos? 

— Sí me abrió las puertas algo del mundo del teatro, y Josep Maria Pou me ofreció hacer un Tennessee Williams. Estoy muy agradecido a La Riera para abrirme las puertas teatrales con una obra de esa altura.

¿Siempre habías soñado con ser actor?

— En un inicio yo no quería ser actor por las razones correctas. Me habían hecho bullying de niño y también por otras cosas personales tenía una herida, y lo que quería era ser amado y valorado. Ser actor era como un sueño en el que esta herida se curaba: yo miraba a un actor de Hollywood y pensaba: “A este hombre todo el mundo le quiere, no tiene a nadie en contra”, y para mí esto era un ideal. Por suerte no empecé en serio con la interpretación teniendo todavía esta idea, porque el hecho de trabajar en La Riera o de haber hecho películas de Hollywood no me curó esa herida. Nada fuera te dará la paz que buscas.

¿Ahora desde qué punto de vista miras la profesión?

— Descubrí que esto me fascinaba y empecé a ser actor ya desde un punto en el que me gustaba lo que hacía. Ahora miro la profesión con mucha más tranquilidad, no tengo grandes metas ni ambiciones, simplemente quiero poder seguir trabajando de lo que quiero.

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