La nueva sinvergüenza del 3Cat

Concursantes de 'Limpio y pulido' limpiando la playa de la Barceloneta.
Periodista i crítica de televisió
2 min

La plataforma 3Cat ha estrenado un talent show frívolo y esperpéntico. El título resume perfectamente la temática: Limpio y pulido. Es una competición presentada por Maria Gómez en la que gana quien limpia mejor la mierda. Los desperdicios de una zona de barbacoas, las gradas de un estadio de fútbol, ​​los autobuses de un festival, los lavabos de un camping, la arena de la playa después de un botellón, la habitación de un hotel o un local de fiestas. Funciona a través del enfrentamiento por equipos, donde los participantes se van eliminando entre ellos y un jurado de expertos valora su eficacia. Además, existen pruebas vinculadas al orden, organización y limpiezas específicas. La coartada para justificar ese juego tan pedagógico representa que es la concienciación por el reciclaje. Una excusa fallida cuando es obvio que toda la mierda que deben limpiar los concursantes es una puesta en escena teatral y forzada. El programa es, en sí mismo, un generador de mierda porque utiliza kilos y kilos de comida, cartón, vidrio, plástico, material de desecho y desechos sólo para fabricar la basura que los concursantes limpiarán. Es como si hubieran arrasado con las estanterías de un gran bazar de productos de baja calidad para esparcirlo todo y estropearlo. Un concurso de limpieza en el que la basura es inverosímil ya demuestra que tiene más de show que de talento, sobre todo de quienes lo hacen.

El mensaje que desprende el programa delata una inconsciencia absoluta: se gamifica uno de los trabajos más precarizados del país. En ningún caso la dignifica, porque la mierda está recreada. Se puntúa mejor realizar el trabajo a toda velocidad ya contrarreloj, como si fuera normal hacer trabajar así a los profesionales de la limpieza. Encima, tienen la barra de venderlo como si representara un placer sublime: "¡Mi olor preferido es el del amoníaco!", dice una concursante.

Por otra parte, Limpio y pulido parece que fomente el incivismo. Ensucian unos espacios públicos como si fuera normal encontrarlos en esas condiciones. Se desprende la idea de que puedes ensuciar tanto como quieras, que siempre viene alguien detrás a recogerte la basura. Normalizar unas habitaciones de hotel en las que parecen haber pernoctado unos vándalos es una temeridad, porque presupone la obligación de alguien de limpiarlo deprisa como si fuera divertido. Se crea también la falsa idea de que para limpiar es necesario un don especial, que es la gran excusa de la gente más cerda: "Limpian los que saben". El colmo del disparate es ver en algunos capítulos a mujeres llorando por el sentimiento de culpa de no haber limpiado bien una parrilla con hollín o porque no se les ha ido la mancha de aceite de unos vaqueros. Se vende como una emoción del juego, pero se perpetúa el estigma del fracaso femenino doméstico.

Convertir en espectáculo a un sector tan explotado laboralmente y precarizado como el de la limpieza, un trabajo asumido a menudo por personas en situación de vulnerabilidad, es una forma de clasismo. Que esto ocurra en una televisión pública demuestra la falta absoluta de conciencia social. El entretenimiento también moldea valores y desprende un mensaje, pero es obvio que esta cadena no tiene en cuenta ni su función ni su responsabilidad.

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