La publicidad televisiva de Intimissimi, la popular marca de ropa interior, es famosa por sus anuncios sensuales. La temática suele ser muy limitada: modelos exuberantes que hacen contorsiones sobre colchones, se enroscan sobre sí mismas y desafían al espectador con la mirada, vestidas con lencería fina. La edición navideña de este año comienza con una chica de físico sorprendente que se quita maquillada y peinada de peluquería con un conjunto de bragas y corpiño extraordinario. Después, otra chica bellísima se prepara un té con sujetadores de lentejuelas. Una modelo con ropa interior exhibe una maternidad feliz pulsando contra sus tetas la cabeza de un niño de cinco o seis años que le trae un regalo. Después, dos chicas con ropa interior parecen celebrar algo corriente medio desnudas por un pasillo. Y, para despedir el anuncio, una modelo con sujetadores rojos se hace una selfie junto a una chimenea. Una breve película erótico-festiva en la que el espectador es deleitado con sugerentes secuencias de jóvenes fascinantes que han pasado una cuidadosa selección.
Pero, en la misma pausa de publicidad, aparece el anuncio de Intimissimi Uomo, la línea masculina de la marca. El espot es una comedieta que comienza con un director de orquesta con calzoncillos navideños poco estimulantes y una pajarita. Dirige una coral en la que todo el mundo va muy abrigado con pijamas de felpa. Hombres y mujeres que no se han sometido a los mismos criterios de exigencia que las modelos de la versión femenina. Representar el estereotipo de ciudadano imperfecto: hombre mayor barbudo, señoras simpáticas y joven de bigote singular. Luego aparecen un padre y un hijo en pijama de cuadros y brazos kilométricos, como si fueran títeres de un cuento de Navidad. Sale también un hombre con mostacho y pinta de pastelero de una película de Disney y otros personajes de talla L y XL. Todos van abrigados hasta el cuello con jerséis de lana de cenefas. Y por último, la magia de Navidad. La cámara hace un plano sobre la entrepierna de Papá Noel en calzoncillos. Sobre la carne de olla está dibujado un árbol de Navidad que hace lucecitas. En la parte superior de la pantalla cuelga la barriga enorme, que cae sobre la goma de los calzoncillos. El plano se abre y vemos que lleva la casaca roja abierta, dejando ver el enorme vientre, convenientemente tapado con camiseta blanca, al igual que su larga barba.
El sesgo es flagrante. Mujeres desnudas y temática sensual para vender ropa interior de mujer. En cambio, hombres mayores con pijama de cuadros y Papá Noel con sobrepeso y calzoncillos para anunciar ropa masculina. El primer anuncio, cargado de presión estética, idealiza hasta extremos delirantes la intimidad femenina, convirtiéndola en un filme sexy irreal de chicas de veinte años. Todo ello pensado para el disfrute de la mirada masculina y no para las clientas. Y el segundo anuncio, rebaja expectativas sobre la cotidianidad de los hombres, con bofetas, pijamas calientes y licencia por el sobrepeso. Gracias, Intimissimi, por el sexismo recalcitrando que estas fiestas brilla más que los calzoncillos de su padre Noel. Ni un milagro de Navidad podría combatir a su machismo.