Las series más populares de Netflix no son las que piensas

Dos telenovelas colombianas están instaladas desde hace semanas en los primeros lugares de lo más visto de la plataforma de 'streaming'

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Imatge publicitaria de 'Café cono aroma de mujer'

BarcelonaEste 1 de febrero hará nueve años que se estrenó House of cards, la primera serie original de Netflix. Este antiguo videoclub online estaba entonces en pleno proceso de consolidación como servicio de streaming, sobre todo de títulos ajenos. A la hora de inaugurar la línea de producción propia de series, Ted Sarandos, el responsable de contenidos, se decantó por un remake dirigido por David Fincher de una miniserie británica de culto sobre un político de genio maquiavélico. Sarandos tomaba como referente el nuevo modelo de ficción que había establecido la HBO con obras como Los Soprano, una alternativa a la televisión convencional que seguro interesaría a los clientes originarios de Netflix, aquellos cinéfilos inquietos que les alquilaban DVDs. House of cards fue todo un éxito de público y de crítica. Pero las colosales mutaciones en el ecosistema audiovisual en la última década nos devuelven un panorama muy diferente del que apuntaban estos inicios en cuanto a las ficciones que triunfan en la plataforma.

House of cards y tantos otros títulos similares han ocupado durante años el espacio central de la llamada "cultura de las series", el nuevo paradigma de vínculo con la ficción televisiva que parecía dejar atrás los formatos típicos de los canales de toda la vida, con formatos como por ejemplo las telenovelas, las grandes ignoradas en las conversaciones y reseñas seriófilas. Pero mientras los tops de lo mejor del año todavía los copan propuestas de HBO o de Filmin, últimamente los índices de audiencia señalan otro escenario. En la televisión pública catalana, por ejemplo, la producción propia Com si fos ahir puede presumir de un share por encima de la media de la cadena. En 2018 irrumpió el fenómeno de las telenovelas turcas, que primero arraigó en los canales temáticos femeninos de la TDT de Mediaset y Atresmedia pero no tardó en extenderse a canales generalistas y plataformas de streaming. Y en Netflix ahora mismo las series en el top de lo más visto son dos telenovelas colombianas, Café con aroma de mujer y La reina del flow. Los seriales vuelven a triunfar entre los espectadores, y no solo en los canales para mujeres.

Nueva perspectiva de género

Tradicionalmente, las telenovelas han sido ninguneadas por el canon intelectual y observadas con lupa por los estudios feministas. En ambos casos, por la misma razón: es el género por excelencia asociado al público femenino. También el único género popular que se ha centrado en las mujeres como sujeto, y no objeto, de la pasión y del erotismo, de forma que en estas obras la expresión de la feminidad ha acabado identificándose inexorablemente con la práctica del amor romántico. Esta tendencia ha desaparecido en las series de nueva hornada, de Fleabag a Las del hockey, que firman creadoras con una nueva sensibilidad a la hora de afrontar la representación de las mujeres en el audiovisual. En la nueva ficción, enamorarse ya no es el principio rector de los personajes femeninos. Con el romanticismo desterrado de tantas series, solo las telenovelas (y cierta ficción juvenil) mantienen vivas las llamas de las grandes pasiones. ¿Quizás esto explica en parte su apabullante resurrección? ¿Al público todavía le hacen falta ficciones que salvaguarden y cultiven la fantasía de los amores más grandes que la vida?

Pero los culebrones también se ajustan a los nuevos tiempos. Resulta curioso comprobar de qué manera las dos telenovelas que triunfan en Netflix, Café con aroma de mujer y La reina del flow, han actualizado la representación de los personajes femeninos y de sus roles en la trama, sin renunciar a la pasión como motor de la historia. Las dos series presentan más de una coincidencia. No son ficciones originales de Netflix, sino que se estrenaron antes en cadenas convencionales. Las dos provienen de Colombia. Café con aroma de mujer es una producción del canal RCN, donde se generó también la primera versión de la serie, en 1994. La reina del Flow está producida por la división de Sony en Colombia y Televisa, y se emitió en Caracol TV. Las dos tienen un número ingente de episodios por temporada, lo que explica en parte que acumulen tanta audiencia. Un espectador que siga uno de estos culebrones acaba dedicándole muchos más visionados y, por lo tanto, más clics que los que destina a una serie convencional.

Las protagonistas de las telenovelas suelen ser de clase obrera o media, personajes de origen humilde y con un perfil profesional bajo con los que se pueden sentir identificadas unas espectadoras de características similares. Esta característica se mantiene en estos dos títulos, pero el vínculo con el trabajo también es diferente. A pesar de moverse en un sistema de clases muy conservador, Café con aroma de mujer subraya la capacidad de las protagonistas, recolectoras de café, para llevar a cabo tareas físicas consideradas tradicionalmente masculinas, como cargar los pesados sacos. Y una de las tramas principales gira alrededor del hecho de que las madre e hija protagonistas tienen que sacar adelante su propia plantación. Mucho más revolucionaria es la propuesta de La reina del flow. Aquí la protagonista no se mueve por la pasión, sino por su cruz, el rencor. Rencor amoroso, pero también laboral: el hombre al que quería no solo la ha engañado en el amor, sino que también se ha quedado sus composiciones musicales para triunfar en la escena del reggaeton haciéndolas pasar por propias. La serie reivindica así la figura de la mujer creadora marginada por dinámicas patriarcales, a la vez que impugna la vertiente más machista con la que se asocian las músicas urbanas. Y en ambos casos, se ponen en evidencia actitudes de abuso por parte de los hombres que no hace tanto se habrían visto como estrategias de seducción o como fruto de una pasión desbocada. Las telenovelas triunfan y lo hacen a partir de una perspectiva de género bastante renovada.  

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