La alquimia secreta de Bruce Springsteen

Bruce Springsteen en un momento de su documental.
2 min

La plataforma Disney+ acaba de estrenar el Road Diary de Bruce Springsteen, un documental dirigido por Thom Zimny ​​que levanta acta de su última gira por EEUU y Europa. La producción está pensada para sus fans incondicionales. Nada más empezar, vemos al Boss penetrando en un pasillo oscuro después de cruzar una puerta iluminada, como ocurre en los conciertos. Es una forma de decirnos que avanza hacia una historia que le llevará hacia un camino de introspección. Las cámaras nos hacen testigos del primer encuentro de Springsteen con la E Street Band después de seis años sin tocar juntos. "Tocar en directo ha constituido una parte profunda y esencial de lo que soy y que le da sentido a mi existencia", dice Boss. El documental permite que el espectador pueda observar las dinámicas de la banda y la forma de relacionarse de una manera privilegiada, inmisciéndose en conversaciones que se desarrollan en múltiples direcciones. Poco a poco, iremos viendo cómo el espectáculo va adquiriendo forma. El cantante explica que en la lista de canciones elegidas para el tour él siempre pretende contar una historia. Y lo que hará éste Road Diary es contarnos también una historia paralela que tiene que ver con la evolución personal del protagonista. El Boss se convierte en la voz del narrador, con un cierto componente místico. Es como si hablara consigo mismo. Los demás compañeros de la E Street Band se sientan frente a la cámara para ir explicando cómo trabajan, qué supone acompañar a Springsteen y la comunión que existe en el grupo. Comentan las diferencias que se están produciendo con respecto a etapas anteriores. Nos encontramos con un cantante que incorpora el error como parte de la autenticidad de su trabajo. Un líder que toma otro ritmo, que aprende a delegar, que no quiere llevar al equipo a la extenuación. Y un espectáculo que mantiene el difícil equilibrio entre la máxima preparación y la espontaneidad que permite la veteranía.

A Road Diary se confrontan dos realidades de forma implícita. Es la contraposición entre un protagonista que se muestra incombustible, con ganas de mantenerse siempre activo y necesita las giras y el contacto con el público para sentirse vivo. Y, por otra parte, una realidad indiscutible, la del paso del tiempo inexorable, que llegará un día a su fin. Es una especie de cuenta atrás que no quiere aceptarse. La frase que Springsteen emprunte a Jim Morrison lo resume muy bien: “Oh, gran creador de lo que existe, concédenos una hora más para ejecutar nuestro arte y para perfeccionar nuestras vidas”.

El documental sigue prácticamente la estructura emocional de sus conciertos, desde los pasajes más intimistas a momentos de una grandeza exultante. El Boss se convierte también en una especie de fuerza espiritual, casi religiosa, con instantes algo catárticos. En Road Diary es como si nos descubrieran la alquimia secreta que hay detrás de la magia de Springsteen, pero, a su vez, comprobamos que la fórmula es irrepetible y única porque tiene que ver con algo muy terrenal: los vínculos personales y el camino que han hecho juntos. Por cierto, después de los créditos existe un pequeño extra de regalo. No se apresure la televisión.

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