Crítica de series

'Mi reno de peluche': qué hacer cuando alguien te acosa con 40.000 e-mails

La serie de Richard Gadd, una de las sorpresas de la temporada, transita por territorios inexplorados de la vulnerabilidad humana

3 min
Richard Gadd y Jessica Gunning en la serie 'Mi reno de peluche'
  • Richard Gadd para Netflix
  • En emisión en Netflix

Cuando estaba a la veintena, el escocés Richard Gadd invitó un día a una desconocida a hacer un té. A lo largo de los siguientes cuatro años, la mujer llegó a enviarle 41.071 correos electrónicos, 106 folios de cartas, 46 mensajes de Facebook, 744 tuits y 350 horas de mensajes de voz. El cómic ha convertido esta terrible experiencia de acoso en una serie que parte del humor para adentrarse en territorios muy oscuros. Mi reno de peluche (Baby reindeer) es una de las sorpresas de la temporada, una serie que conecta con dos de los mejores títulos recientes de la ficción televisiva británica. Cómo Fleabag, de Phoebe Waller-Bridge, Mi reno de peluche fue uno one man show que Gaad presentó en el Festival Fringe de Edimburgo antes de convertirse en serie televisiva. Y, a modo de esa comedia, también conserva ese toque de complicidad con la audiencia propia de los formatos más íntimos y autoficcionales que se relatan en primera persona. Pero, sobre todo a partir del cuarto y excelente episodio, la propuesta de Gaad también recuerda Podría destruirte, de Michaela Coel, en la revisión de los efectos del abuso en el protagonista, entrelazados con cuestiones como la confusión respecto a la propia sexualidad, la exposición mediática o artística y el uso de la ficción para explorar la construcción de una narrativa propia respecto a un asunto todavía poco explicado desde esa perspectiva personal.

Como en su espectáculo teatral en Edimburgo, Gaad encarna una versión ficticia de sí mismo, Donny, el aspirante a profesional de la comedia que se embarca sin buscarlo en una odisea emocional traumática. Le da la réplica una tremenda Jessica Gunning como Martha, la mujer solitaria con la que Donny, camarero de un bar, entabla una conversación más por pena que por otra cosa. La serie sigue el proceso a través del cual Martha pasa de conocida que transmite cierta simpatía a sitiadora agresiva omnipresente que altera la vida y la salud mental del protagonista.

Lejos de los códigos del 'thriller' criminal

La figura de la acosadora no es una novedad en el audiovisual. En los años noventa, los thrillers se llenaron de protagonistas peligrosas en este aspecto como las deAtracción fatal, La mano que acuna o Mujer blanca soltera busca. Pero Mi reno de peluche se aparta de los códigos del thriller criminal por mostrar una experiencia más cotidiana y ordinaria de acoso que los demás no se toman en serio. En la serie se vuelve recurrente la escena en la que Donny acude a la policía para que le solucionen un problema que su entorno contemplaba más como un escenario divertido que como un episodio de violencia continua. Por otro lado, Gaad, con la ayuda de Gunning, ofrece un profundo y complejo retrato de su acosadora, una persona trastornada capaz de disparar con la contundencia imparable de una ametralladora la rabia verbal más extrema, y ​​que, sin embargo, también despierta cierta compasión.

En los momentos más interesantes de la serie, el creador se desmarca de la oposición tradicional entre agresora y víctima para dejar patente hasta qué punto su personaje tiene puntos en común con Martha, e incluso desarrolla una conexión extraña con la mujer que le atormenta. La introducción de otra historia del pasado de Donny en el cuarto episodio resignifica la situación de acoso y abre las puertas para que Gaad nos sumerja en un impresionante viaje de autoexploración personal por los rincones más oscuros, extraños y dolorosos de la vulnerabilidad humana.

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