El acoso mediático del caso Errejón

Susana Griso en 'Espejo público'.
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Espejo público abría el programa este martes actualizando los detalles del caso Errejón y anunciando una entrevista con la actriz Elisa Mouliaá, la primera en denunciar al político de Sumar por acoso. “Mouliaá se sincera con nosotros”, subrayaba Susanna Griso. En la pantalla trasera proyectaban las fotografías de víctima y agresor de lado, una de las inercias televisivas más cuestionables cuando se habla de violencia machista. Visualmente, se fomenta en el imaginario colectivo una cercanía o un vínculo entre las dos personas que contradice simbólicamente el relato de la víctima. A continuación, Griso centraba la atención en Errejón: “No hay noticia de su paradero: se ha esfumado”. Como si fuera obligatorio saberlo. Automáticamente conectaba con el portal del edificio donde vive Errejón y un reportero se preguntaba: “¿Dónde está Íñigo Errejón? ¿Va a dar la cara hoy?” Hacía notar que el político tenía la motocicleta aparcada en la acera y que no la había utilizado desde el viernes, como si se hubiera pasado todos aquellos días haciendo guardia delante de casa del acosador. El periodista continuaba: “Y sobre todo, lo más importante: ¿cuándo recibirá la notificación judicial en su domicilio?” La narrativa era la misma que la caza de los paparazis y convertía un caso grave de violencia machista en un acto frívolo de persecución mediática en el que, al parecer, algunos presentadores se sienten legitimados a saber dónde están los protagonistas de la noticia en cada momento. A continuación dieron paso a la entrevista a la actriz denunciante. Y qué casualidad, la chica no había ido al plató. Una periodista la había detenido por la calle, a juzgar por la escena. Mouliaá iba con chaqueta y el bolso colgado en el hombro. Quedó atrapada entre un muro y el micrófono, una estampa suficientemente representativa de los tipos de acorralamiento que a menudo practican las cadenas privadas. La chica se expresaba con cierta angustia, e incluso se tocó la cara con las manos para intentar descargar algo de la tensión que le comportaba esa situación. “¿Se ha puesto en contacto contigo?”, “¿No le has bloqueado?”, “¿Qué crees que puede pasar con él?” El programa también había salido en busca de la denunciante y le hacía preguntas para que revelara los detalles de lo ocurrido entre los dos, e incluso le pide explicaciones de las decisiones que había tomado el día de la agresión. Más tarde, analizaban respuesta por respuesta lo que había dicho la actriz, y lo transcribían en pantalla junto a una fotografía suya de hace años, donde aparecía con un escote pronunciado y vestida de forma más exuberante que en la entrevista callejero. Espejo público también se hizo eco del nombre y apellidos de la persona que había recogido a Errejón en coche, después de que otro medio de comunicación hubiera identificado la matrícula del vehículo y hubiera hecho comprobar al propietario. El acoso mediático es también una práctica execrable, y más en el caso de las víctimas. Porque no desprende la voluntad de tratarlo desde una perspectiva social sino desde el impulso de hurgar en la intimidad.

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