Carol Rovira: «En 'Eufòria' he podido ser yo misma con mi acento del Delta»
Actriz y 'coach' de 'Eufòria'
BarcelonaCarol Rovira (Camarles, 1989) se ha convertido en una de las caras más conocidas de TV3 gracias a su paso por Eufòria, donde ha ejercido de coach, y La gran vetllada, concurso que estrenó hace unas semanas. El talent show musical le ha permitido volver a la casa donde empezó su carrera televisiva a través de la telenovela La Riera. Después de despuntar en España y América Latina gracias a Amar es para siempre y Luimelia, serie de referencia para la comunidad LGTBI, la actriz confiesa que tiene ganas de trabajar más en Catalunya.
Has estrenado programa, La gran vetllada, ¿cómo surgió el proyecto?
— Fue a petición de TV3 y de Lavinia, la productora, cuando estábamos acabando Eufòria, y lo pude compaginar bien con el programa. Es verdad que tuve un día de doblete, cuando hicimos la penúltima gala. El resto me lo pude compaginar bien. Vi el programa piloto y me pareció divertido y fresco, y enseguida dije que sí. Además, me gusta trabajar en casa y trabajar en catalán. Con Eufòria hice una pequeña degustación de presentadora [un día sustituyó a Marta Torné y otro a Miki Núñez] y dije “Mira, me gusta”.
¿Has digerido el estallido de popularidad que ha supuesto Eufòria?
— Creo que lo más fuerte lo han vivido los concursantes, que han pasado de hacer un casting multitudinario, al cual se habían presentado 1.500 personas, a empezar a salir en la tele y que los reconozcan por la calle. El gran salto ha sido para los concursantes. Nosotros hemos sido conscientes del revuelo y éxito del programa, pero el choque más grande ha sido para ellos.
Decías antes que te gusta mucho trabajar en casa. ¿Eufòria y La gran vetllada han supuesto un reencuentro con el público catalán?
— Ha sido precioso. Empecé haciendo teatro y la primera cosa de ficción que hice fue La Riera y, enseguida, me marché a trabajar a Madrid. He estado seis años en Madrid y Eufòria ha sido como volver a casa, volver a las raíces, a hablar en mi lengua, estar cerca de la familia y los amigos. Ha sido más que un trabajo. Además, he podido hablar con mi acento del Delta: ha sido la primera vez que he salido por la televisión y no he tenido que hacer un personaje, que he podido ser yo misma con mi acento del Delta. Me encantaría seguir trabajando en catalán, estoy cansada de decirlo. Me apasiona nuestra lengua y me encanta poder contar historias en la lengua en la que he crecido, me he hecho mayor y pienso.
¿Crees que en TV3 falta diversidad en cuanto a los acentos?
— Creo que cada vez se está apostando más por la diversidad. Y cada vez se sale más de la centralidad. Se apuesta más por la diversidad y no solo en la lengua. Mira, Eufòria es un ejemplo de diversidad sexual. Hay un abanico de posibilidades normalizado: en ningún momento se hace hincapié ni se subraya nada y creo que es muy importante que se haga desde la televisión pública. Cualquier diversidad enriquece y creo que es chulo mostrar esto a los espectadores.
¿Ha sido fácil hacer de coach de los concursantes de Eufòria?
— No lo había hecho nunca y siempre había tenido un poco la espinita clavada, porque tengo compañeros que trabajan en escuelas de teatro y alguna vez les había pedido hacer algún curso de verano. Quería vivir esta experiencia pedagógica porque en su momento estudié magisterio. Una vez lo he hecho ha sido precioso, ha pasado de todo en el aula y ha sido un gran aprendizaje como actriz y también como persona. Me llevo 16 personitas en el corazón y esto es muy bonito. Hacer de coach también ha tenido una parte creativa que me ha aportado mucho.
Mariona, ganadora de Eufòria, me explicaba que le gustaría mucho ser coach. ¿La ves en esta función?
— ¡Y tanto! Cualquier cosa que se plantee hacer la hará de 10.
Has estado seis años en Madrid y con Amar es para siempre y Luimelia te has convertido en un referente LGTBI para mucha gente. ¿Cómo se vive esto?
— Siempre decimos que el arte es cambio y reflexión, y ha sido muy emocionante ver la capacidad y el poder de transformación que tiene la ficción. No era consciente. No me quiero hacer la abanderada de nada, porque al final me he limitado a hacer un personaje en una historia que ha escrito otra gente. Al final el mérito es compartido y, cuando menos, la lucha la hace el personaje, Amelia, en este caso. Los que deciden la programación y los productos de una televisión tienen una gran responsabilidad porque son parte de la educación que recibe mucha gente. Recuerdo una mujer que estaba casada y tenía hijos y dijo que gracias a la historia de Amelia y la Luisita de Amar es para siempre decidió separarse y vivir como quería. Emociona mucho ver que una historia puede hacer de espejo. ¡Guau, qué responsabilidad!
Gracias a estas dos series tú tienes seguidores en América Latina que han visto Eufòria en catalán.
— ¡Es muy fuerte! Cuando cada viernes veía que chicas de América Latina o de Asia hacían posts sobre Eufòria intentando hablar en catalán, me sorprendía mucho. Me ha emocionado mucho que, de repente, hubiera gente aprendiendo catalán. Me pone la piel de gallina que Eufòria traspasara fronteras y generara interés por nuestra lengua, una lengua que quizás mucha gente no sabía ni que existía.