'La Vanguardia', contra los cordones sanitarios
Las encuestas son los bulldozers de los medios con los que se allana el terreno para un nuevo escenario político o social. Domingo La Vanguardia logró capturar la narrativa con un sondeo que perfilaba una Catalunya sin mayorías políticas evidentes, sobre todo por la crecida de los partidos ultras con los que el resto no quieren hacer bisagra. Y entonces, ¿qué hacemos? El diario ofrecía el lunes un repicón nada menor porque la maniobra editorial se ejecutaba en dos tiempos y hacía falta leer al titular del segundo día para entender qué buscaba la portada de la jornada anterior. "El 65% de los catalanes, a favor de que la Generalitat recaude los impuestos", explicaba el medio. Es decir, no hay mayorías ideológicas, pero sí programáticas y, por tanto, lo que hay que buscar es el interés común. Y el interés común, por supuesto, son los pémpines. El diario daba así una nueva lección en pragmática, el principal atributo que le ha permitido erigirse como decano y centenario. Si ellos han podido maniobrar con gobiernos de signo opuesto –quien habría previsto su entusiasmo sanchista cuando aplaudían a Aznar en su momento– es comprensible que defiendan dejar ese estorbo de las siglas y las coherencias políticas.
El subtítulo afianza esta impresión: "La mayoría de los encuestados ven bien que Junts y ERC voten con condiciones los presupuestos del Estado". Este "con condiciones" es la clásica partícula que añades a una pregunta para favorecer que reciba un sí masivo, ya que cada uno imagina unos requisitos distintos. La gran incógnita será ver si el diario –en nombre de la gobernabilidad que siempre defiende– remará a favor no solo del entendimiento entre junteros y republicanos, sino si añadirá también a la ecuación, por el lado independentista, la ultraderecha de Orriols. Vienen tiempo de sumas esforzadas de diputados, pactos con agujas de extender en nariz y encuestas lubricantes.