BarcelonaEl mes de junio ha sido el más cálido jamás registrado, con valores de cuatro grados por encima de la media climática del periodo 1991-2020, y supera el récord anterior, de junio de 2023. noches que rozaban los 30 °C en la capital catalana.
Estos datos hacen presagiar que lo que anunciaba hace apenas un mes la Organización Mundial de la Meteorología (OMM), que publicó un informe con participación importante del Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS) en el que aseguraba que el 20 quedará desfasado. De hecho, el estudio alertaba de que las temperaturas globales continuarían aumentando en respuesta a las emisiones de gases de efecto invernadero, que pese a las numerosas cumbres y acuerdos internacionales, no han bajado. temperatura que hemos ido viendo en los últimos tres años", explica al ARA Toni Barrera Escoda, técnico del equipo de cambio climático del Meteocat. Lo que ocurre es que, destaca este experto, abatido, "los modelos no preveían estos incrementos hasta mediados de siglo". Por eso, por este adelanto, alguna cosa se está "hay pre".
Barcelona, ¿a 50 °C?
Todos los modelos convergen en un escenario poco halagüeño a escala global y más específicamente en el Mediterráneo, que se ha convertido en un punto caliente de la crisis climática. En este escenario, Cataluña se enfrenta el próximo siglo a una temperatura que puede rozar los 50 °C en puntos del interior, como en Terres de l'Ebre y Ponent, y sobrepasar los 40 °C diurnos en Barcelona.
Para preparar la ciudad condal para esta situación de emergencia climática, el Ayuntamiento barcelonés presentó hace unos días el Plan Calor 2025-2035 con cerca de 40 medidas, entre las que había hacer un simulacro dentro de dos años para evaluar la capacidad de la capital catalana de responder a 50 °C, como el 2003 momento no se prevé alcanzar esa temperatura.
"¿Por qué prepararnos para soportar 50 °C si con 10 °C o 15 °C menos ya tendremos condiciones extremadamente peligrosas por estrés térmico?", cuestiona Markus Donat, investigador Icrea y codirector del grupo de investigación en cambio y variabilidad climática del BSC-NS. "En Barcelona estar a 35 °C debido a la humedad ya es bastante insoportable", destaca, y añade que "con el clima de Barcelona no es plausible en ningún escenario, por muy pesimista que sea, que lleguemos a los 50 °C, al menos en esta vida". Porque eso querría decir que en el resto de Cataluña rondaríamos los 60 °C o más. "La vida no sería posible en estas condiciones", remacha.
Los modelos de análisis de extremos climáticos que elabora este centro de investigación y que se nutren de todos aquellos con los que se elabora el informe del IPCC de Naciones Unidas, muestran que por cada grado de calentamiento global, los extremos climáticos en la región mediterránea aumentarán dos grados. Los resultados coinciden con los del Meteocat. "Estamos muy cerca de un escenario en el que Barcelona alcance los 40 °C, no sabemos si será este año o el próximo, pero ocurrirá antes del 2030 ya finales de siglo podríamos tener valores diurnos de hasta 45 °C en situaciones como la actual, en la que las brisas marinas están inhibidas por una situación anticiclónica. Si la brisa no entra, la ciudad empieza a calentarse.
El mayor impacto de este aumento de la temperatura se producirá, sobre todo, por la noche en la capital catalana, precisamente por el efecto del mar, donde es probable que se instalen las llamadas noches al rojo vivo, con 30 °C.
Cubiertas blancas, zonas verdes
Desde el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB) han realizado un proyecto para el Área Metropolitana de Barcelona para valorar qué estrategias resultarían más efectivas para disminuir el calor en la ciudad durante períodos de ola de calor recientes. Han tenido en cuenta un modelo meteorológico de alta resolución que capta la morfología urbana y el tipo de suelo de toda el área metropolitana, contemplando el efecto isla de calor o la absorción de radiación de los materiales de la arquitectura urbana, entre otros factores. Han analizado un escenario en el que pintando al menos el 70% de las cubiertas urbanas de blanco, que en lugar de absorber la radiación solar, la reflejarían, señala Sergi Ventura, investigador posdoctoral del ICTA, se bajarían 2,2 grados locales.
Las cubiertas verdes con vegetación arbustiva propia del Mediterráneo también serían efectivas, aunque menos, con reducciones de hasta medio grado. Lo que sí ven los estudios que funciona es arrancar asfalto y cemento, aumentando el número de hectáreas dedicadas a zonas verdes. Aplicando 255 hectáreas de zonas verdes tal y como propone el Plan director urbanístico de Barcelona se conseguiría una reducción de 1,70 grados de día y de 1,24 por la noche. Aunque la mejor solución salía de "combinar techos blancos y nuevas zonas verdes con una irrigación elevada, siendo ésta una limitación por el clima mediterráneo sujeto a períodos recurrentes de sequía. Así, se llegaban a reducciones de hasta 4,73 grados", explica Ventura.
Además, tal y como numerosos estudios científicos ya han demostrado, los espacios verdes en la ciudad tienen efectos beneficiosos en la salud física y mental de la ciudadanía y en la biodiversidad. "Estas islas verdes funcionan como islas de frescura, en contraposición a las islas de calor", asegura Barrera Escoda. La mayoría de materiales con los que está hecha la ciudad acumulan radiación durante el día y la expulsan durante la noche, lo que calienta aún más el aire, que calienta aún más los materiales. Y así, en un círculo vicioso que se agrava sobre todo por la noche.
Sin embargo, en el último estudio que estos investigadores acaban de publicar han visto que, cuando aplican estrategias "realistas" (con un riego y un tipo de vegetación más propios del Mediterráneo), "las reducciones, a pesar de ser importantes, no compensan el incremento de temperatura esperado por el calentamiento global de cara a finales". Aún así, las zonas más vulnerables, con menor renta y mayor densidad de población de la ciudad, serían las más beneficiadas.
Un índice de vulnerabilidad
Ecoserveis está elaborando junto con el Ayuntamiento de Barcelona y la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) un mapa de la capital catalana a partir de distintos indicadores, desde demográficos a calidad de las viviendas o consumo energético. El objetivo es crear un índice de vulnerabilidad con una resolución de edificio por edificio para medir las diferentes afectaciones por barrios, ya que el aumento de la temperatura también tiene un impacto distinto en función del código postal. No es lo mismo vivir en Collserola que en Poblenou, por la situación geográfica y por la calidad de las viviendas.
Joana Mundó, codirectora de Ecoserveis, señala que "la población en situación de vulnerabilidad climática vive en viviendas mal aisladas y que no pueden invertir en electrodomésticos más eficientes. "Acaban pagando mucho más al cabo del año en energía", dice. climatización como la geotermia, con menos impacto climático. meteorológicos.
Más refugios climáticos
Además de reverdir y renaturalizar las ciudades, es necesario implementar más refugios climáticos y pensarlos para los colectivos vulnerables, considera Joana Mundó, experta en energía y codirectora de Ecoserveis, una consultora sin ánimo de lucro especializada en temas sociales energéticos. "Por ejemplo, llevar a un bebé a una biblioteca como refugio climático no es viable, porque cuando llore seguramente molestará a todo el mundo, aparte de que muchas están encerradas en agosto", añade.
Los expertos consultados por el ARA insisten en que no existe una vía alternativa a adaptar las ciudades en un escenario donde la crisis climática agravará los fenómenos extremos ya empezar a adaptar, también, nuestro comportamiento. Deberemos cambiar nuestros hábitos, como en otras partes del mundo, modificando los horarios laborales y de recreo. En regiones como el norte de México, la gente hace vida en la calle por la noche, mientras que durante el día no salen de casa.
Al final, sin embargo, advierte Barrera-Escoda, la solución "real" implica hacer como sociedad un cambio de nuestro modelo de consumo, porque el actual es "totalmente insostenible". "Debemos consumir menos", alerta, "ahora para nuestro día a día necesitamos muchísima energía". También añade que "aunque parezca obvio, no votar por opciones políticas que vayan en contra de la evidencia científica sobre la crisis climática, sino por aquellas que apuesten por implementar soluciones ya", remacha Donat. Ejemplos existen. París, Medellín, Singapur... ¿y Barcelona?