Los 10 mandamientos de las 'mierdapelis' de Navidad: ni símbolos religiosos ni sexo, pero mucha nieve

BarcelonaCuando se acercan las fiestas navideñas las plataformas, y también las televisiones en abierto, se llenan de películas baratas con mucho espíritu navideño. Son títulos como Navidad en el autocine, Pinceladas de Navidad, La Navidad está servida, Deseo de Navidad o Navidad en el Plaza, cintas de presupuesto muy bajo con un único objetivo: que el espectador sueñe con entornos idílicamente navideños. Aunque hay algunas más enfocadas al público familiar, mayoritariamente se mueven en el terreno de la comedia romántica. Si parecen todas fotocopias es porque un poco lo son: estas películas, muchas del sello estadounidense Hallmark o de la cadena conservadora Great American Family, siguen unas reglas no escritas casi invulnerables. Estos son los 10 mandamientos de las ‘mierdapelis’ de Navidad, auténticos pasteles que suben el azúcar por encima de los niveles saludables.

Primera escena y aparece una chica ajetreada con las preparaciones de Navidad. Al espectador seguramente le suena la cara de la protagonista, pero no sabe dónde ubicarla. Esto se debe a que muchas de las actrices que protagonizan estas cintas tienen un pasado como estrellas cinematográficas o televisivas, aunque ahora no pasan por su mejor momento. Ejemplos de este fenómeno son Brooke Shields, que protagonizó Un castillo para Navidad (Netflix), o Lindsay Lohan (Navidad de golpe). Unas auténticas veteranas en mierdapelis de Navidad son Danicka McKeller, protagonista deAquellos maravillosos años, y Candance Cameron Bure, de Padres forzosos.

Absolutamente en todos los telefilmes de Navidad hay un momento en el que empieza a nevar, el instante supuestamente más romántico de toda la película. La nieve siempre está presente en estas películas: caminen por donde caminen los protagonistas, siempre habrá una alfombra inmaculadamente blanca. La película suma puntos si hay una escena en la que la pareja patina sobre hielo. Para los guionistas de este tipo de producciones, la Navidad no se celebra en lugares donde la temperatura pasa de los cero grados.

Por si a alguien no le había quedado claro, Navidad es la época más romántica del año, por lo menos eso nos hacen creer estas películas. Por esta razón, casi todas juegan con el tópico del género romántico de "enemigos a amantes": es decir, cuando el chico y la chica se conocen no se caen especialmente bien. No hay odio, simplemente una ligera desconfianza de uno hacia otro. Para acabar de rematar, es imperativo que uno de los dos tenga altas dosis de espíritu navideño mientras el otro debe estar más cerca del Grinch. En realidad, todos sabemos cómo acabará la pantomima: enamorados y viviendo al 200% la alegría de Navidad.

Otra constante es que las protagonistas femeninas son mujeres profesionales y empoderadas, además de muy buenas personas. Aún así, la cuota de empoderamiento es limitada porque en algún momento acabarán sucumbiendo a la voluntad de su enamorado. Los telefilmes navideños no serían el colmo del progresismo.

Todas las escenas deben respirar espíritu navideño constantemente. Esto implica más adornos de los que el ojo puede asimilar y una paleta de colores con casi dos ingredientes únicos, verde y rojo. No se trata sólo de la decoración. Al igual que en estas películas siempre nieva, la protagonista siempre acaba luciendo un vestido de color rojo Papá Noel.

De acuerdo con el espíritu navideño, estas películas son una celebración de los buenos sentimientos, que sólo se manifiestan cuando dejamos atrás la gran ciudad y, en consecuencia, el estrés y la codicia asociadas. En la mayoría de estos telefilmes, bien el protagonista masculino o bien la protagonista femenina se trasladan por diversos motivos –cerrar la venta del antiguo negocio del padre, huir de un bloqueo creativo, etc.– a un pequeño pueblo donde se reconcilian con la Navidad y siempre, siempre, siempre encuentran el amor.

Es cierto que Navidad no es la mejor época del año si hace poco has sufrido la pérdida de un ser querido. Incluso aunque haga tiempo, siempre hay algún momento en que los recuerdas. Quizás por eso es bastante común que todas estas películas introduzcan de algún modo u otro este elemento, a menudo haciendo que los personajes principales sean huérfanos de padre o madre. Uno de los ejemplos más claros es la película El diario de Noel, de Netflix.

Si algo nos deja claro estas películas es que la auténtica magia de Navidad se produce cuando nos ayudamos unos a otros, por ejemplo cuando todo un pueblo se alía para salvar un autocine. Pero, a veces, van un poquito más allá y hacen aparecer a un Papá Noel los bondadoso que parece dispuesto a hacer realidad todos los sueños de los protagonistas (siempre que crean en la magia de Navidad).

En estas películas hay árboles de Navidad, coronas y calcetines colgados en la chimenea, pero ningún elemento que pueda vincular la celebración a la religión. ¿Por qué? Pues porque estos telefilmes quieren ser lo más transversales posible y llegar también a espectadores que no necesariamente sean creyentes, aunque a la hora de la verdad sólo muestran un tipo concreto de personajes. Básicamente, la América más blanca y conservadora.

Las películas de Navidad son festivas, pero en ningún caso libertinas. Por lo tanto, olvidaos del sexo. El mayor contacto físico que tendrán los enamorados es un beso casto que siempre se producirá al final de la película, preferiblemente cuando esté empezando a nevar. Y, a partir de ahí, felices para siempre.