Afganos con pasaporte europeo quedan atrapados en Kabul
Largas colas ante la embajada de Irán, la única que emite visados para huir
Enviada especial a KabulAhora ya no sólo hay colas en Kabul delante de las entidades bancarias. Desde esta semana también se concentra un montón de gente delante de la embajada de Irán, que es una de las poquísimas legaciones extranjeras que continúan abiertas en la capital afgana. Irán ha anunciado que volverá a emitir visados para los afganos y, por lo tanto, ese país se convierte en una de las poquísimas puertas de salida de Afganistán. El resto de países mantienen las fronteras terrestres cerradas, excepto para los periodistas extranjeros y otros casos excepcionales. Y se puede decir que continúan sin haber vuelos internacionales: en la actualidad una única compañía, la afgana Kam Air, opera vuelos comerciales, pero a precio de oro. Un billete de ida desde Kabul hasta la capital pakistaní, Islamabad, cuesta 1.150 euros, a pesar de que el trayecto apenas dura media hora. Y además, para aterrizar en Islamabad, hace falta un visado pakistaní, que no es nada fácil de conseguir. El resultado es que Afganistán se ha convertido en una ratonera.
Si no que se lo digan a Ahmad Samadi, que este martes se mostraba indignado delante de la embajada iraní. “Soy ciudadano británico y me han dejado tirado aquí. Nadie se preocupa de nosotros”, se quejaba mientras mostraba su pasaporte que, efectivamente, corroboraba que tiene nacionalidad del Reino Unido a pesar de haber nacido en Afganistán.
De hecho, Samadi había venido a ver a su familia cuando el tsunami talibán le cogió en la capital afgana y ya no pudo salir. “Desde el ministerio de Asuntos Exteriores británico me dicen que les envíe un email y que ellos ya se pondrán en contacto conmigo. ¿Pero cuándo?”. Ya hace más de un mes que espera sin recibir respuesta. Tiene 37 años y llevaba veinte en el Reino Unido, más de media vida, así que no tiene ninguna intención de quedarse aquí. Ahora su único objetivo es conseguir un visado de tránsito iraní para poder llegar a Europa.
No es el único. De hecho, buena parte de los afganos que esperan delante de la embajada de Irán tienen pasaporte europeo. Como por ejemplo Noor Mohammad, que habla perfectamente alemán porque hace once años que vive en Austria. Él vino a una boda a Afganistán. Llegó con un avión de Turkish Airlines, que tenía un vuelo regular diario a la capital afgana hasta que los talibanes llegaron a Kabul el pasado 15 de agosto. Después la compañía ya dejó de operar en Afganistán, así que Mohammad nunca pudo coger su vuelo de vuelta. En Austria trabaja como carpintero.
Lo mismo le ocurrió a Din Mohammad, que tiene 26 años y tiene nacionalidad italiana. Vive en Turín y trabaja en una pizzería. O a Zalib Karzai, que tiene 55 años y ha vivido 29 en Alemania. Allí tiene una tienda de teléfonos móviles. O a Nilab Mohammadi, de 25, que también reside en Alemania desde el 2015… Todos vinieron a ver a sus familias en Kabul y todos quieren ir ahora a Irán para después poder viajar a Europa.
Emigrar para poder estudiar
Para otros, sin embargo, Irán es su destino final. Como es el caso de Nasarullah, que tiene 24 años y quiere conseguir un visado de estudiante para poder cursar Informática en la universidad de Qom. Hasta ahora estudiaba Cine en la Universidad de Kabul, ya estaba en tercer curso y sólo le faltaba un año para acabar la carrera. Pero desde que los talibanes llegaron a la capital afgana, la universidad está cerrada y, en caso de que la abran, Nasarullah descarta que los radicales permitan los estudios de cine. Así que ya da la carrera por perdida.
A las seis de la mañana ya hay gente esperando delante de la embajada de Irán. A las tres de la tarde muchos continúan ahí, sin haber conseguido que les atiendan. Poco más tarde los milicianos talibanes que se encargan de la seguridad de la legación diplomática –porque ahora los radicales se ocupan de la protección de todos los edificios oficiales- los echan de malas maneras.