El análisis de Antoni Bassas: 'Donación en Andorra, guerra sucia y negocios sucios'

Villarejo dijo a uno de sus compañeros de la prisión que contactara con el abogado de Oriol Junqueras. No se lo pierdan: “Me pidió que me pusiera en contacto con su abogado, que tiene un apellido holandés y se llamaba Andreu”

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La semana empieza con preocupación porque van entrando enfermos de covid en las UCI a un ritmo que podría obligar a desprogramar operaciones que no fueran urgentes. También es verdad que, como cada día hay más personas vacunadas (el 16% de los catalanes ya han recibido una dosis, al menos), los expertos calculan que la vacunación ya ha evitado un 60% de muertes por covid-19 en Catalunya. Esto lo han notado mucho en las residencias de la tercera edad, por ejemplo. Es un momento de contrastes: ingresos hospitalarios, confinamientos que castigan la salud mental y el bolsillo, y la luz del final del túnel en forma de vacunas cada vez más grande.

Mientras tanto, no se espera para pronto un acuerdo para la formación de gobierno en Catalunya, y en Esquerra empiezan a hacer sonar alarmas de “no podemos seguir perdiendo el tiempo”.

Y, mientras tanto, quizás ayer vieron el 30’ de TV3 sobre el dinero en Andorra de la familia Pujol (el programa tuvo una buenísima audiencia, casi 600.000 espectadores). Un reportaje del que se puede desprender lo siguiente.

Que sí, que el abuelo Florenci hizo una donación a Marta Ferrusola y a sus nietos; que, muy probablemente, aparte de este dinero, en Andorra algunos miembros de la familia Pujol tenían dinero procedente de negocios que no tenían nada que ver con la célebre donación; que el president Pujol hizo una confesión, presionado o no por miembros de su familia, para poner el paraguas de la donación para proteger este otro dinero; que, tanto si este dinero eran de la donación o no, fue un tipo de inmolación de alguien que ve que le quedan pocos años de vida y así salva a sus hijos.

Es obvio que tener dinero escondido de Hacienda afecta gravemente a la figura de quien ha sido 23 años president de la Generalitat y uno de los políticos catalanes más decisivos de la segunda mitad del siglo XX. Y que las cloacas del Estado, la llamada “policía patriótica”, quisieron hacer caer el mito de Pujol para hundir al independentismo con amenazas y fuera del control de la justicia. Como le dijeron a un banquero andorrano, “el estado español está en guerra con el independentismo catalán”. Y por eso, aparte de revolver las cuentas de los Pujol en Andorra, buscaban dinero de Artur Mas y Oriol Junqueras. Valdrá la pena recordarlo cada vez que alguien se ponga solemne y hable de España como de una “democracia plena”: a Pujol lo fueron a destruir cuando dijo que ya no tenía argumentos para discutir con los independentistas, cuando dijo que Catalunya o era independiente o, por el camino que llevaba España, sería residual. O sea, por más reprobable que sea, que lo es, haber tenido dinero en negro, el estado español miró hacia otro lado mientras Pujol actuó, de facto, como garantía de la estabilidad de las relaciones entre Catalunya y España, también ante la Corona.

Hoy tenemos más noticias de hasta dónde puede llegar la podredumbre de individuos que han trabajado para el Estado y hacen negocios sucios con lo que saben. Lo publica El País: dos presos que estaban en la prisión con el tristemente célebre comisario Villarejo intentaron vender supuestos secretos de estado a Jordi Pujol, por 11 millones de euros, y a Carles Puigdemont, por cinco millones de euros, a través de sus abogados. Se trataba de vender a Pujol y a Puigdemont archivos de Villarejo sobre “la operación Catalunya”, las actividades de la policía para boicotear el referéndum del 1 de Octubre y espiar a dirigentes independentistas. Villarejo dijo a uno de sus compañeros de la prisión que contactara con el abogado de Oriol Junqueras. No se lo pierdan: “Me pidió que me pusiera en contacto cono su abogado, que tiene un apellido holandés y se llamaba Andreu”. Van den Eynde, claro.

Hacer negocio con el espionaje hasta el final, desde la prisión si hace falta. 

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea del covid-19, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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