El análisis de Antoni Bassas: 'Mazón se refugia tras un uniforme militar'

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Seguro que están mejor que la política española, que esta mañana es como una madeja bien envuelta. Esta mañana a primera hora hemos conocido el golpe de efecto del presidente valenciano Mazón. Después de que ayer el propio Feijóo le dijera que espabile y que ya no puede cometer más error, después de que no encontrara a nadie (nadie que le gustara a él, claro) para dirigir la reconstrucción desde una vicepresidencia extraordinaria, esta mañana ha anunciado que nombra a un militar en situación de retiro, un teniente general del ejército de tierra, Francisco Gan Pampols, como vicepresidente de la reconstrucción. Es catalán, de Figueres y tiene 66 años. Sorprende que Mazón no haya encontrado a nadie en el mundo civil. El uniforme del nuevo vicepresidente le ha quedado como una gran operación de marketing. Por cierto, los reyes de España han regresado esta mañana a la Comunidad Valenciana, donde se supone que ya no los recibirán con lanzamiento de barro y quedará una foto bonita del pueblo con sus reyes.

Pero donde la madeja sigue bien envuelta es alrededor del gobierno español y de la precaria mayoría de Pedro Sánchez. Ayer por la tarde había sesión de la comisión de hacienda del Congreso para dejar a punto el dictamen a votar pasado mañana en el pleno del Congreso sobre la reforma fiscal. La sesión duró más de ocho horas, entre empates técnicos, retiros, con diputados hablando por teléfono para realizar consultas, diputados entrando y saliendo, en una larguísima, caótica sesión.

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¿Resultado final? El gobierno español salva los muebles, salva parte de la reforma fiscal con los votos de Esquerra, Bildu y BNG. Salva el impuesto de sociedades mínimo del 15% en las multinacionales, que es un impuesto imperativo de la UE, porque si no se perdían 7.000 millones de los fondos europeos, en lo que tuvo los votos de Junts y PNV. También se ha votado en favor del incremento del 28% al 30% de la tributación de las rentas del capital superiores a los 300.000 euros. Y BNG, ERC y Bildu han pactado prorrogar el impuesto a las energéticas en 2025, durante un año. Pero ya veremos cómo acaba esto, porque el ministerio de Hacienda dice que mantiene el acuerdo con Junts para no grabar a las empresas que mantengan el compromiso de invertir en descarbonización. Saldremos de dudas pasado mañana, que es el día en que todo esto irá al pleno del Congreso y se tendrá que votar, incluido un impuesto a la banca que ayer no se aprobó. Aquí el problema de Sánchez es doble. Por un lado, el PSOE necesita los votos de derechas e izquierdas para seguir gobernando. A la hora de poner impuestos no ven igual la vida Esquerra o Bildu que Junts y el PNV. Y, por otro, está el factor Catalunya. Esquerra ha hecho una apuesta decidida por un gobierno PSOE-Sumar. Pero ahora se encuentra con que los éxitos de su negociación en Madrid no puede aprovecharlos un gobierno de Esquerra en Catalunya como el de Aragonès, sino Salvador Illa. Y encima, Junts es imprescindible aritméticamente, y Junts y Esquerra continúan en Madrid la lucha por la hegemonía del independentismo.

Y acabamos con el resbalón de Salvador Illa, que este fin de semana elogió el aceite de oliva de Jaén en Sabadell. Ayer, a modo de rectificación, dijo que "el óleo catalán es el mejor". El presidente Isla le confundió la españolidad desacomplejada que siempre exhibe y por un momento olvidó los intereses comerciales del país que preside.

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