El análisis de Antoni Bassas: 'Sánchez: gobierno nuevo, zanahoria vieja'
Si quieren tener que dejar de hacer proclamas azucaradas que dan un poco de repelús, lo mejor que pueden hacer es ir a los hechos. Porque si no hay hechos –es decir, acuerdos– las palabras acaban pareciendo puro teatro del Estado de las épocas en las que toca zanahoria
Al táctico Pedro Sánchez se le está poniendo cara de reforma del Estatut. No es que pensáramos que tenía cara de referéndum de independencia pactado, pero cada día que pasa nos reafirmamos con lo que dijimos: que es un creador de impactos y que los indultos son lo máximo que puede resistir en las encuestas. Ayer le preguntaron por los indultos en Telecinco y casi pidió disculpas por haberlos aprobado: “Creo que es una decisión que efectivamente genera... dudas, recelos, a buena parte de la población española, también en la población catalana. Es una decisión necesaria porque tenemos que restablecer aquello que se rompió en 2017, que tiene efectivamente unos culpables, que son los líderes independentistas que utilizaron sus cargos institucionales precisamente para subvertir el orden constitucional. Porque desde la democracia española trasladamos un mensaje inequívoco y queremos contar con todos. Con aquellos que votan independentista y aquellos que no votan independentista en Catalunya”.
Uno se pregunta si cuando dice que también cuenta con los independentistas lo dice porque cuenta sus votos para aprobar los presupuestos.
Esto era ayer a la noche. Al mediodía, la nueva ministra portavoz, Isabel Rodríguez, debutó. El resumen de lo que dijo es este titular de El País: “Lluvia de millones”. Quiere decir que los primeros 9.000 millones del fondos europeos de recuperación para España ayer fueron autorizados por la UE. Y los mensajes positivos para Catalunya, los que ahora escucharán. Y es que la nueva estrategia comunicativa de la Moncloa para que en las ruedas de prensa de después del consejo de ministros se deje de hablar de Catalunya es hablar bien, porque si hablas bien es que ya no es un problema y si no es un problema ya no interesará a los periodistas. Y por eso ahora somos una potencia automovilística: “Creo que Catalunya se merece que todos hablemos de ella en otros términos; por ejemplo, un territorio líder en la industria automovilística que seguro que está muy esperanzado con el plan que acabamos de aprobar”.
Pasan los años y la mayoría de gobiernos españoles no encuentran el tono para hablar de Catalunya. Incluso cuando quieren hablar desde la mejor intención hacen sufrir. “No hay ninguna duda de mi efecto, quiero dejarlo claro, a Cataluña, a los catalanes y las catalanas, y con este encargo que me ha hecho el presidente para trabajar la política territorial".
¿Ustedes se imaginan una ministra expresando su afecto a los vascos y las vascas o a los extremeños y las extremeñas? No es la primera vez que lo sentimos en boca de un ministra y, si quieren tener que dejar de hacer proclamas azucaradas que dan un poco de repelús, lo mejor que pueden hacer es ser consecuentes, no quedarse en estas palabras e ir a los hechos. Porque si no hay hechos –es decir, acuerdos– las palabras acaban pareciendo puro teatro del Estado de las épocas en las que toca zanahoria.
En el terreno de los hechos, por ejemplo, ayer Salvador Illa dijo a RAC1 que pensaba que el decreto de la Generalitat para avalar la fianza del Procés se ajustaba a la legalidad. Tenemos que creer que, si Illa dice esto, el gobierno de Pedro Sánchez no llevará el decreto al Constitucional. Pero la ministra no lo quiso confirmar ayer, ni siquiera si este julio se reunirán representantes de los gobiernos español y catalán en la comisión bilateral.
Un recuerdo para los exiliados y para los represaliados. Y que tengamos un buen día.