El análisis de Antoni Bassas: ''Las tonterías de la gente y el Once de Septiembre"

Una cosa son las condiciones objetivas en las que estamos todos juntos y el grado de desgaste del Procés, por la represión y por la desunión, y la otra calificar de "tontería" un instrumento democrático de aplicación internacional como es un referéndum

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Empieza la semana del Once de Septiembre, el sábado es la Diada. Y no hay esa alegría en el ambiente, precisamente. ¿Por qué? Breve recordatorio: llegamos a la fiesta nacional sin presos políticos gracias al indulto concedido por el gobierno español, pero con exiliados y represaliados; con un gobierno independentista en la Generalitat conseguido en el tiempo de descuento después de tres meses horribles entre Esquerra y Junts; en pandemia, es decir, con la economía todavía muy tocada por los efectos de tantas restricciones nacionales e internacionales, y con disturbios contra las restricciones con encaramientos con la policía, como hemos visto este fin de semana en Llinars del Vallès o hace unos días en Barcelona. Que no se olvide, tampoco, que aunque hoy, en las UCI, hay menos de 400 personas ingresadas, es la cifra más baja desde el 19 de julio; en Catalunya han muerto por covid-19 más de 23.500 personas desde que empezó, hace un año y medio, y esto es mucho luto para muchas familias. La pandemia ha supuesto una rotura de planes, de proyectos, y es evidente que está teniendo un impacto en la salud mental y general de la población. En Catalunya, en estos momentos hay un millón y medio de dosis disponibles y la vacunación está cayendo. Por todo ello, cuando hoy le han preguntado a la alcaldesa de Barcelona si cree que en 2030 Catalunya ya se habrá autodeterminado, como dijo el president Aragonès, Ada Colau ha pronunciado una de las frases de la vuelta al curso político: “La gente ya no está para tonterías”.

Hoy, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha dicho en TV3 que "no hay ninguna condición para plantear un referéndum a corto plazo" y ha recordado que ha habido "represión y judicialización" pero también "autoengaño y promesas incumplidas por los partidos independentistas". "La gente ya no está para tonterías".

Hombre, una cosa son las condiciones objetivas en las que estamos todos juntos y el grado de desgaste del Procés, por la represión y por la desunión, y la otra calificar de "tontería" un instrumento democrático de aplicación internacional como es un referéndum; sobre todo dicho por una política de izquierdas que llegó a las instituciones al grito de “Sí se puede”. Quiero decir que si lo que está diciendo es que un referéndum es una utopía, su pensamiento político descansa sobre todas las utopías conocidas de un mundo más justo. 

Quien también debe de pensar que la gente no está para tonterías es Pedro Sánchez, y por tonterías él debe de entender la mesa de diálogo. Esta mañana la ministra portavoz ha confirmado que sí, que la reunión se celebrará la semana que viene y no más adelante como ha llegado a correr este fin de semana, pero más allá de que no esté claro que el presidente español vaya, ya hace días que Sánchez tiene un lenguaje declarativo según el cual no quiere que se hable tanto de Catalunya, que él con los indultos ya ha cumplido y que la mesa de diálogo será como una comisión de traspasos pero de lujo. Este es Sánchez ayer, en El País: “Por eso Catalunya si cuenta con el compromiso del gobierno de España, necesita un gobierno que salga del ensimismamiento en el que ha estado en los últimos 15 años. Las prioridades sociales de los no independentistas e independentistas se han trastocado en los últimos tiempos por la pandemia. Lo más importante no es si voy yo o no a la mesa de diálogo, es si hay adelantos o no en la mesa de diálogo”.

¿En qué quedamos, hay un conflicto entre Catalunya y España o, según Sánchez, solo es un conflicto entre catalanes? ¿Hacen falta soluciones políticas o la política se acabó con los indultos y continuará con una pizca de inversiones y unos toques de financiación?

Es alucinante que alguien que viene al Liceu a hacer el discurso de la lagrimita, que cita a Martí i Pol con el “estamos donde estamos”, que dice que no puede ser que continuemos instalados en los desencuentros, considere que el desencuentro, más de dos millones de votantes el 1 de Octubre, más de tres años de prisiones, exilios, represión, se ventila con un “Es que los catalanes estaban ensimismados”. ¿Ensimismados, cuando salen a la calle, hablan en plata, los escucha todo el mundo y emplazan al Estado a dar una respuesta? ¿Qué es para Sánchez la mesa de diálogo, una ocasión para el postureo internacional? Esta respuesta es el tacticismo marca de la casa de Sánchez.

En estas circunstancias, esta Diada no aspira a ser muy numerosa y, en cuanto a su expresión independentista, tiene tantos frentes sobre los que expresar su mal humor que no se presenta ilusionante ni multitudinaria, precisamente.

Un recuerdo para los exiliados y para los represaliados. Y que tengamos un buen día.

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