Ciudadanos: una ruptura con la política económica anterior

El contrato único no trata de “flexibilizar” un mercado que ya lo está

Luis Garicano / Toni Roldán
4 min
Luís de Guindos a la roda de premsa del darrer Consell de Ministres

En su reciente (y educado) artículo de opinión en este diario, el Sr. Miquel Puig, al que agradezco su atención, rechaza las soluciones de Ciudadanos para los problemas de la economía española. En síntesis él expone nuestras propuestas como centradas en acabar con la corrupción, en flexibilizar el mercado de trabajo y en acabar con los bajos salarios con nuestro complemento salarial, y sugiere (erróneamente) que pensamos que las políticas activas no son útiles. En su opinión, nuestro análisis es incorrecto y no acabará con los graves problemas de la economía española.

En primer lugar, hay que corregir una percepción importante. Nosotros no abogamos por una mayor flexibilidad del mercado laboral. En la actualidad, el segmento “desprotegido” del mercado laboral, una cuarta parte, ya es un segmento extremadamente flexible. De hecho, estos trabajadores no tiene ahora ninguna protección. Peor aún; dada la dificultad para el empresario en muchos casos para comprometerse con un contrato fijo, prefiere “no hacerte fijo” y despedir al trabajador. O sea, la situación es peor que flexible: es brutalmente injusta. Esto afecta además a la productividad: si el trabajador y el empresario saben que la duración de la relación está limitada, los incentivos para invertir en formación, en aprender las cosas útiles para el futuro, son mínimos. Y, efectivamente, las estadísticas muestran que la inversión en formación es extremadamente reducida.

Nuestra propuesta, un contrato único, no trata de “flexibilizar” un mercado que ya lo está. Trata de introducir, para las nuevas contrataciones, un contrato laboral sencillo, con gran seguridad jurídica para ambas partes, que elimine el actual “muro” entre trabajadores “fijos” y “temporales”. El contrato empezaría con una indemnización similar a la de los actuales temporales, y crecería de forma lenta, sin saltos, hacia la de los contratos más fijos. No habría así un momento en que el trabajador “se hace fijo”, sino que el contrato es indefinido desde el principio. Este contrato se complementaría con una bonificación para las firmas en cada sector con menor rotación y de una “mochila” o seguro contra el despido que el trabajador llevaría consigo al cambiar de empleo.

Este contrato aumenta la equidad, porque elimina la dualidad entre fijos y temporales. Elimina la absurda ineficiencia de despedir a un trabajador que funciona para no “hacerlo fijo”. Y dado que el contrato es siempre indefinido, incrementa los incentivos de ambas partas a invertir en formación y en aprender el trabajo, cosa que incrementa la productividad.

Otro elemento clave de nuestra propuesta laboral y contra la precariedad es el complemento salarial. La idea aquí es incrementar los ingresos de los trabajadores a través de un crédito fiscal que los trabajadores cobren, una especie de impuesto negativo sobre la renta. Este complemento está diseñado para que los ingresos siempre aumenten al trabajar más, y tiene dos efectos muy positivos, de acuerdo con la experiencia de los países donde existe (como el Reino Unido, EEUU y Suecia). En primer lugar, reduce enormemente la pobreza y mejora las condiciones de vida de los trabajadores más pobres. Recordemos que en España 7 millones de trabajadores no llegan al salario mínimo anual. En segundo lugar, ayuda a aflorar muchos empleos que en la actualidad están en la economía sumergida.

En cuanto a las políticas activas, creemos firmemente que, contrariamente a lo que piensa el Sr. Puig sobre nuestras propuestas, son una enorme asignatura pendiente para España. Parece difícil de creer que un país con tan elevada tasa de paro no haya sido capaz de desarrollar ni siquiera la capacidad para realizar perfiles estadísticos sobre los parados que faciliten el aconsejarles sobre formación y empleo, y que los cursos de formación se hayan convertido en financiación oculta de patronal y sindicatos y en fuente de corrupción.

En este sentido proponemos tres nuevas políticas activas. Un bono de formación que se entregaría directamente a los parados de larga duración, y que les permitiría elegir al proveedor de esta formación entre proveedores competitivos. Un bono de contratación para los trabajadores que hayan seguido esta formación, que reducirá sustancialmente el coste de contratar a estos trabajadores. Y un sistema de elaboración estadística de perfiles que facilite un mucho mejor encaje entre trabajadores y empleos.

Pero nuestra prioridad principal es un cambio radical de un modelo educativo anclado en la edad industrial, absurdamente memorístico y desesperantemente rutinario. Impulsaremos un pacto por la educación que saque a la educación del fútbol político y la convierta en una materia consensuada.

Contrariamente a lo que sugiere el Sr. Puig, las políticas económicas de Ciudadanos no pueden estar más alejadas de las que España ha seguido durante estos años. Una sencilla prueba. En su artículo “Independencia para hacer qué”, el economista independentista Jordi Galí proponía como prioridades de un estado catalán “una administración pública basada en la austeridad, eficiencia y servicio de calidad al ciudadano; un marco laboral flexible, con un contrato único indefinido; una fiscalidad sobre empresas y trabajadores que favorezca la inversión extranjera y la atracción de talento; la adopción del inglés como tercera lengua oficial”. Pues bien, todas y cada una de estas políticas son prioridades de Ciudadanos. Nosotros, simplemente, no creemos que la independencia sea una vía que conduzca a ellas.

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