Sociedad

Del campo al Parlamento: así nació y creció la revuelta campesina

Arnau Freixa, inesperado representante del colectivo, explica cómo la Plataforma 6F ha trasladado las quejas del sector

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Arnau Freixa y sus compañeros agricultores de la Catalunya Central atienden a los periodistas en la sala de prensa del Parlament de Catalunya, este jueves.

Barcelona"Si hay comida y el ganado está bien, cuando tienes que pagar un gestor, lo pagas. Pero si no hay comida y no hay agua, esto colma el vaso". Así es como los incrementos de costes, los márgenes más escasos y la sequía han llevado al límite a muchos campesinos. Y es así como explica Arnau Freixa, campesino y ganadero de Castellfollit del Boix (Bages), la situación del sector primario catalán. El suyo es el relato de cómo el sector ha acabado saliendo esta semana en las carreteras y entrando masivamente en Barcelona para exigir soluciones. donde crían ganado vacuno, ovino y porcino y cultivan cereal y forraje. Las dificultades eran grandes cuando empezaron, pero se han agravado con los años. "Hablabas con el vecino, con amigos, con los que te vende el forraje y todo el mundo decía lo mismo: «Esto no puede continuar así»", explica sobre los últimos meses.-_BK_COD_

Muchos campesinos, hartos de sufrimientos, se empezaron a organizar en lo que ha acabado siendo la Plataforma 6F. Se organizaron asambleas comarcales y cada una envió a sus representantes a asambleas territoriales. Las asambleas de todo el país fueron votando cómo querían protestar. Hubo todo tipo de propuestas, desde ir a Barcelona hasta cortar carreteras, la que finalmente se decidió para el pasado 6 de febrero, el pasado miércoles.

Los problemas surgieron para conseguir autorización para protestar. Fue entonces cuando, en contra de la opinión de muchos miembros del movimiento, contactaron con los sindicatos como Unió de Pagesos y Asaja, que les asistieron en los trámites para poder protestar sin dificultades legales. "Al principio les costó mucho", explica Freixa sobre la reacción inicial de los sindicatos, pero finalmente "terminaron cediendo por necesidad de la comunidad campesina". Muchos de los que han protestado esta semana están afiliados a los sindicatos tradicionales.

Miércoles las protestas colapsaron el tráfico en casi toda Cataluña. Y llegó el dilema del doble o nada: "Había gente que quería ir a Barcelona y otras que no". La presión por mantener las acciones se impuso y el miércoles unos 4.000 tractores pusieron rumbo a Barcelona para protestar contra la Generalitat, el gobierno español y la Comisión Europea.

Con las entradas en la ciudad por la Diagonal y la Meridiana invadidas por los agricultores –recibidos con aplausos por muchos barceloneses– el ejecutivo catalán reaccionó convocando a los campesinos a una reunión con el presidente Pere Aragonès y el consejero de Acción Climática, David Mascort, en el Palacio de la Generalitat. Una vez en la plaza de Sant Jaume, representantes de la plataforma subieron a la reunión acompañados de miembros de Unió de Pagesos y Asaja. "Los sindicatos tienen mucha capacidad de comunicación y van apretar", explica Freixa, que estaba en el encuentro. "Yo les dije que no sé hacer discursos y les expliqué los problemas que me han salido en los ocho años que llevo", recuerda.

Presión y desencanto

El Gobierno invitó a los manifestantes a futuros encuentros con más calma. "Cuando salimos del Palau, había gente desanimada. Todo el mundo iba mentalizado para quedarse tres días". La sensación es que no sacaron compromiso alguno del ejecutivo más allá de promesas y de nuevas reuniones. "Quedó muy abierto", dice Freixa, quien explica que muchos campesinos les exigían arrancar compromisos escritos. Algunos llegaron a afirmar que habían ido a Barcelona sólo para "hacer una butifarrada". Los representantes de algunas comarcas defendieron volver enseguida a casa, otras prefirieron quedarse en Barcelona.

En la columna que venía del norte, estacionada en la Gran Via, se quedaron los del Berguedà y el Bages, explica Freixa. Algunos planteaban manifestarse en los accesos de Mercabarna, pero consideraron que eran demasiado pocos. "Con 200 tractores los Mossos no pueden hacer nada, pero con 40 te pueden echar. Habría pasado lo que ha pasado estos días en las Españas", donde ha habido enfrentamientos entre los agricultores y la policía, opina Freixa.

Por la noche, sin embargo, recibieron la visita por sorpresa del diputado de Junts Salvador Vergés. "Nos ofreció la posibilidad de ir al día siguiente al Parlament a presentar el manifiesto a la presidenta", lo que aceptaron. Inicialmente, esperaban una reunión de diez o veinte minutos con Anna Erra, la presidenta de la cámara, pero finalmente permanecieron unas cuatro horas. Representantes de todos los grupos parlamentarios salvo el PP y Vox solicitaron hablar con ellos. Freixa esperaba más desacuerdo entre partidos, pero no es lo que se encontró: "Estaban de acuerdo entre ellos, que es lo más complicado en un país". Este joven empresario afirma que se sintieron "escuchados" tanto por el Gobierno como en el Parlament, pero especialmente en el segundo caso.

En esta ocasión, sí salieron con un documento firmado por los diputados en el que se comprometían a buscar soluciones rápidas a las demandas de los campesinos. "Salimos con buen sabor de boca, fue un gran honor representar a todos los compañeros", explica tras su inesperado debut ante cámaras y diputados.

Reivindicaciones cercanas

Este viernes el movimiento 6F ha informado de que el lunes se reunirán con el conseller y abordarán los "pagos a plazo de la PAC", "las ayudas de sequía" y la disminución de burocracia en el sector. El primer punto es especialmente urgente, porque una de las quejas principales de los agricultores es que no reciben dentro de los plazos las subvenciones que debe abonar la Generalitat.

"Los campesinos decimos que movemos mucho dinero, pero nos embolsamos muy poco", comenta Freixa, que explica cómo ha llegado a cobrar en abril ayudas que le tenían que entrar en octubre. "Los precios no los ponemos nosotros. No queremos subvenciones, pero entonces deberíamos poner nosotros los precios y la sociedad no podría permitirse pagar los alimentos", dice.

El controvertido factor medioambiental

Algunos campesinos consideran que la Agenda 2030 de la UE les es perjudicial, pero otros creen que en Catalunya "no afecta" tanto y que, al ser una norma europea, hay que prestar atención a problemas más cercanos. "Creemos que sólo nos dificulta el trabajo, pero no arregla nada. Los aviones, los barcos transatlánticos y las industrias que más contaminan no se mencionan", dice sobre la Agenda 2030. "Nos dicen que un tractor contamina, pero una planta fija el CO₂ y eso no lo cuentan", añade. Freixa, que esta semana se ha convertido en inesperado representante de todo un sector, defiende que las leyes deben servir para "facilitar el trabajo".

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