Cada casa, un mundo

Una casa para ver siempre el cielo

Casa Sitges. Studio Roman Izquierdo Bouldstridge (Sitges)

Sabían que podrían ver el cielo desde prácticamente cualquier punto de la Casa Sitges. Y es lo que querían. A menudo no se tiene la altura para que lo que entre a formar parte de la vivienda, tanto o más que los verdes de la naturaleza, sean los cambios de azules, el movimiento de las nubes, la constante transformación de la luz. El arquitecto Roman Izquierdo Bouldstridge, fundador del estudio de Barcelona que lleva su nombre, se dio cuenta enseguida que la reforma de aquella casa original de 1975 y situada a las puertas del Parque Natural del Garraf debía concebirse en función sobre todo de las vistas espectaculares del cielo pero también de las montañas, los pinares y el mar.

“La propuesta pone de manifiesto la técnica de diseño japonesa shakkei, que significa «paisaje prestado», por la que el paisaje exterior del jardín se integra en la vivienda para formar parte de ella. Desde el principio se concibe el espacio como un mirador habitable”, dice Izquierdo Bouldstridge, que empezó su carrera profesional en Japón, en los estudios de Junya Ishigami y de Kengo Kuma, y ​​se dejó seducir por conceptos nipones de la arquitectura , que siempre, de una u otra forma, refleja en la transposición al ámbito mediterráneo.

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Así, la reforma de aquella vieja casa, oscura y muy compartimentada, se hizo dando prioridad absoluta a las nuevas ventanas que se abrirían con la dimensión, el formato y el lugar que más convenía para la óptima contemplación del cielo, del mar y de la naturaleza, propiciando así la conexión de las personas con su entorno natural. De hecho, de la fachada de la vieja casa no se cambió el material ni la estructura esencial, y lo único que se hizo fue abrir unos ventanales que, además, se han enmarcado en madera como si fueran cuadros en el espacio doméstico.

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Resulta muy interesante ver el ejercicio compositivo y de proporciones que han hecho los responsables del estudio Roman Izquierdo Bouldstridge, así como los recursos arquitectónicos que han utilizado para remarcar lo que se había fijado como principal propósito para la vida en esta casa. “Las ventanas y los pasos de las puertas se conciben como un mismo elemento: un límite invisible que une y separa dos sitios, un espacio intersticial que pone en valor el concepto japonés ma, un vacío por el que transitan la luz, el aire y las personas”, dicen los arquitectos. Así, las nuevas visuales cruzan la totalidad de la vivienda hasta el mar y la montaña, originando una sucesión de umbrales y aposentos relacionados siempre con el paisaje. De hecho, la colocación de una cama, de un sofá, de una mesa o de cualquier pieza en la casa se piensa en función del ventanal o de las diferentes ventanas que se podrán contemplar desde ese punto.

Además, sin embargo, y esto no es una cuestión secundaria, esta concepción hace que la vivienda tenga un rendimiento energético óptimo, que haya una entrada muy generosa de luz natural a la vez que abre el paso a una ventilación cruzada que le dará salubridad y confort y que contribuirá a evitar las humedades. Y todo esto, en la casa Sitges, ocurre tanto en la planta alta como en la baja. De hecho, antes de la reforma, de esta vivienda sólo se utilizaba la planta alta. Con el proyecto de rehabilitación se tuvo claro que el nivel de arriba, el que tiene las mejores vistas, se habilitaría para la zona de día, la más colectiva, mientras que la planta baja albergaría el porche, tres habitaciones, dos baños y la lavandería. Pero igualmente, en esta planta baja las ventanas son pinturas vivientes de la naturaleza.

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Como en el resto de la casa, los huecos también se enmarcan con anchos listones de madera de castaño “para enfatizar las vistas del paisaje”, dicen los responsables del proyecto. También es con este propósito que han pintado los techos y las paredes de blanco, para no quitar un ápice de protagonismo a las ventanas, a la vez que se aumenta la luminosidad de los interiores. En todo –también en la elección de la madera para el suelo– existe un propósito de simplificación, de unidad de los espacios, de economización de los materiales y sobre todo de conquista de un confort cálido para las personas que habitan la casa .

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Una cuestión de flexibilidad y comunicación

La comunicación entre el exterior y el interior en Casa Sitges es absoluta, especialmente en la planta más alta, destinada a la vida de día y colectiva. Los grandes ventanales, concebidos –insistimos– para que el paisaje y el cielo sean una pintura viva siempre presente en la vivienda, hacen un juego de comunicación bien entendida con los pasos del interior, aberturas que potencian las perspectivas hacia las mejores vistas además de facilitar la circulación visual y física entre los sucesivos espacios, tanto entre los de dentro como con los de las terrazas que recorren tres partes de la fachada. Esta forma de concebir el proyecto por parte del arquitecto Roman Izquierdo Bouldstridge no sólo responde a una cuestión de comunicación entre la vida y las vistas, sino también a una voluntad de flexibilizar el uso y la función de los diferentes espacios. Con excepción de la cocina y el baño, el resto de estancias de esta planta –estudio, comedor, sala de estar y sala de juegos– pueden intercambiarse el sitio o redefinirse según las necesidades familiares o las preferencias de cada época vital.