¡Qué escapadas!

En un castillo, en una iglesia o en un árbol: los lugares más curiosos donde dormir en Cataluña

La geografía catalana está llena de alojamientos singulares que atraen a un perfil de turista bien heterogéneo: desde la pareja de enamorados hasta los amantes del patrimonio histórico del país. "Cada vez buscan experiencias más distintas", dicen los expertos

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Una cabaña sobre un árbol en Dosrius.

Una masía del siglo XVI en el Empordà, un palacete barroco en medio de Girona o una barraca de piedra seca entre los viñedos del Penedès. Una casa con las paredes de cristal. Incluso, una cabaña en lo alto de un árbol, un tipi o una yurta mongola. Durante los últimos años, en todo el territorio catalán han aparecido propuestas de alojamiento que rompen moldes. Se trata de espacios que los turistas eligen para disfrutar del alojamiento en sí, más que pernoctar para realizar actividades en el territorio.

"La demanda por este tipo de opciones ha ido aumentando en los últimos años", dice Esteve Dot, profesor de la Escuela de Turismo y Dirección Hotelera de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). El experto lo achaca, principalmente, a dos motivos. El primero, la tendencia creciente de turistas que quieren reconectar con la naturaleza y recargar pilas en espacios tranquilos, auténticos y personalizados. El segundo, la herencia de la pandemia. "La cóvid-19 acentuó los atractivos de las áreas rurales con fenómenos como el éxodo hacia los pueblos, y esta tendencia también se ha notado en el turismo", dice Dot.

Todo esto ha acabado consolidando iniciativas que empezaron a surgir hace años y que ahora están recogiendo más frutos que nunca. Una de las marcas especializadas en este tipo de alojamientos singulares es Petits Grans Hotels de Catalunya, uno de los sellos de la cadena de hoteles independientes Costa Brava Verd Hotels. "Actualmente hay cerca de 200 pequeños hoteles familiares de menos de 15 habitaciones ubicados en antiguos palacios, masías o casas solariegas esparcidos por todas las comarcas catalanas", cuantifica la marca en un dossier corporativo. También ponen sobre la mesa otro indicador: la mayoría de estos establecimientos se han inaugurado como alojamientos turísticos del 2012 acá.

La semilla de la tendencia

Hoy en el mercado turístico catalán podemos encontrar masías, castillos o palacetes equipados con todas las comodidades tradicionales de los hoteles convencionales pero con el encanto del edificio como valor añadido. "En Cataluña empezamos a valorar el patrimonio de este tipo con el Romanticismo, en el siglo XIX, pero no fue hasta el XX que surgió un movimiento claro para defender la conservación de estas construcciones", dice el experto de la UAB. Fue el momento en el que nacieron entidades mundiales como el Consejo Internacional de los Monumentos y Sitios Históricos (ICOMOS), vinculado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En España, una de las primeras iniciativas en conectar la conservación patrimonial con el mundo de los alojamientos turísticos fue Paradores de Turismo. La empresa, que hoy tiene al gobierno español como único accionista, inauguró su historia en 1928, con la apertura de un establecimiento de 30 plazas en Navarredonda de Gredos, en Ávila. Actualmente gestiona una red de 97 alojamientos en España, con 10.000 camas. "Buscamos promocionar la imagen de España protegiendo el patrimonio histórico y cultural del país", explica la compañía. La mayoría son espacios con alto interés para los amantes del turismo cultural y de naturaleza. "Tenemos establecimientos en once ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad y 55 alojamientos ubicados en monumentos declarados Bienes de Interés Cultural (BIC) o de Conjunto Histórico", cifra Paradores.

En Cataluña, la cadena pública española tiene ocho establecimientos. Uno de los más emblemáticos es el del castillo de Cardona, en el Bages. Está construido sobre un promontorio, en una fortaleza del siglo IX rodeada de fosos, torres y murallas góticas. El restaurante está en el antiguo refectorio. "Sin embargo, el Paradores más antiguo que tenemos en nuestro territorio abrió en 1966 en Vielha", apunta Dot.

Una regulación singular

La aparición de los establecimientos que no encajan en la descripción tradicional de un hotel ha ido muy vinculada a otro fenómeno: el del turismo rural. "En nuestro país, esta modalidad empezó a aflorar en los años 60 y 70, pero no fue hasta los 80 que se consolidó", dice el experto en turismo de la UAB. De hecho, Cataluña ha sido uno de los países líderes en la regulación de los alojamientos de turismo rural. "En 1983 se publicó el primer decreto que los regulaba y, desde entonces, ha habido un consumo turístico de alojamientos singulares como las masías", añade.

Ahora bien, desde hace unos años, hablar de alojamientos singulares no es sólo hacerlo de masías. "El concepto abarca establecimientos especiales y con carácter, de estilo singular y capaces de aportar nuevas experiencias", asegura Dot. El experto hace referencia a propuestas como dormir en un árbol en una cabaña de madera, dentro de una burbuja para ver las estrellas o en una barraca de pastor. Se trata de tres tipos de experiencias que han hecho mucha fortuna como regalo de boda o parejas de enamorados.

"La última vez fuimos a celebrar el cumpleaños de mi pareja: es una experiencia ideal, muy romántica e íntima, perfecta para desconectar en medio de la naturaleza", explica Bet, que ya se ha alojado dos veces en Cabanes en los Árboles. Ubicado en un frondoso bosque de Sant Hilari Sacalm, en la Selva, es el primer hotel de este tipo de alojamientos que apareció en Cataluña. Sus casas de madera colgadas en los árboles se estrenaron en el 2009, pero ya eran tendencia en Francia y Estados Unidos. La apuesta ha sido un éxito y han ido surgiendo propuestas similares en todo el país. Están las Cabanes Palautordera, en el Montseny; las Cabañas entre Valls, en la Garrotxa; las Cabanes Dosrius, en el Parque Natural del Montnegre-Corredor; el Chalet de Prades, en el Parque Natural de las Montañas de Prades; el complejo Oller del Mas, en Manresa...

La regulación de estos establecimientos es también singular. "Hasta hace poco no han tenido una legislación propia y debían constituirse como campings", explica Esteve Dot. Sin embargo, el experto dice que la situación ha cambiado con la aprobación de un decreto catalán que los tiene en cuenta y que les ha dotado de una normativa específica.

Los sitios más extraños

Aparte de las masías, los palacetes y las cabañas de madera, la aparición de aplicaciones como Airbnb ha facilitado que lugares insospechados acaben estando a disposición de turistas curiosos que quieren pernoctar. Haciendo una búsqueda rápida a través de la plataforma, enseguida encontramos tres. El primero, una iglesia noucentista. Se trata de la iglesia del Sagrado Corazón de la Coromina de Torelló, en Osona, proyectada por el arquitecto Josep Maria Pericas. "Consta de un altar mayor, un altar menor, una zona bautismal, confesional y un jardín con barbacoa de 1.500 metros cuadrados", explica el anfitrión en el anuncio. Tan sólo hay dos reseñas, y son de hace tiempo: "¡Excelente estancia en casa de Dios!", escribe una usuaria que se alojó en el 2020.

El anuncio todavía aparece en la plataforma, si bien no tiene fecha reservada para los próximos meses. El caso despertó polémica en la comarca. Los servicios técnicos del Ayuntamiento de Torelló se acercaron a la rectoría ya la iglesia cuando detectaron que se ofrecía como alojamiento rural y comprobaron que se habían realizado obras sin permiso, que no tenía licencia y que se encontraba en una zona inundable donde no existía ningún plan urbanístico desarrollado, según recogió El 9 Nuevo.

Más allá de este caso especial, en Airbnb se ofrece alquilar un histórico castillo del siglo XII. Está en Sant Mori, en el Alt Empordà, se reformó en el siglo XV y tiene 13 habitaciones. En Calldetenes, en la provincia de Girona, se puede pernoctar en un castillo modernista de 1890. En Llaés, los turistas pueden alojarse en un castillo medieval del siglo X. Removiendo por Airbnb también hay yurtas, minicasas, antiguas barracas de pescadores e incluso estables para el ganado reacondicionados. "Atraen clientela dispuesta a pagar un precio medio o alto a cambio de la singularidad arquitectónica, estética, paisajística o natural de los alojamientos", concluye el experto.

¿Qué es el gámping? El fenómeno arraiga, también, en Cataluña

El término camping proviene de la combinación de las palabras camping y glamour . Según los expertos, es una de las últimas tendencias en alza en Catalunya. Por cuestiones legales, la mayoría de establecimientos singulares que ofrecen cabañas en los árboles, tiendas de algodón o burbujas para ver a las estrellas están constituidos como negocios de esta categoría. El glánping es un modelo de alojamiento relativamente nuevo en Cataluña, pero en Europa ya hace tiempo que se ven.

Normalmente tienen wifi, climatización, camas grandes y una oferta gastronómica de primera calidad. "Se trata de establecimientos que ofrecen la posibilidad de alojarse manteniendo un contacto muy estrecho con la naturaleza pero sin renunciar a las comodidades que ofrecen los hoteles", resume Esteve Dot, profesor experto en turismo de la Universidad Autónoma de Barcelona ( UAB). Romanticismo y desconexión son dos de las palabras que los establecimientos buscan dar a los visitantes.

"El camping y el camping son dos estilos de vida diferentes", resumen en el Camping Mas Nou de Castelló d'Empúries, en la Costa Brava, que dedica una entrada de su blog a desvanecer las dudas que tienen los turistas a la hora de elegir entre estas dos formas de descubrir el territorio.

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