El viaje

La Comuna 13 de Medellín: de refugio de sicarios en destino turístico

La capital del departamento de Antioquia, catalogada como una de las comunidades urbanas más peligrosas del mundo, vive un fenómeno sociocultural que atrae a visitantes de todas partes

LUCAS VALLECILLOS
y LUCAS VALLECILLOS

Medellín (Colombia)En la Comuna 13, una de las áreas más deprimidas y conflictivas de Medellín, ha florecido un oasis de paz. Los grafitis, el hip-hop y el rap se han adueñado de las calles del barrio, que se ha convertido en un gran complejo cultural al aire libre donde visitantes de todo tipo llegan atraídos por la metamorfosis que está experimentando la zona . Y por el morbo que provoca visitar una zona donde no hace mucho nadie que no viviera se atrevía a poner un pie. "Era un lugar muy peligroso. Solo venía la familia, y con dificultades", explica Chota. Es uno de los grafiteros más venerados de la comuna, que empezó pintando motivos de adviento en Navidad con sus amigos para decorar una fachada del barrio. Esta oportunidad le llegó a raíz de la construcción en la comuna de unas escaleras mecánicas, inauguradas en 2011. Un proyecto urbanístico que venía acompañado de una intervención artística dirigida por Ángel Ortiz, un profesor de la Universidad de Antioquia, que incorporó Chota y sus amigos en el equipo.

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En 2013 Medellín ganó el premio organizado por The Wall Street Journal y el Urban Land Insitute en la ciudad más innovadora del mundo, y las escaleras mecánicas de la Comuna 13 formaban parte del proyecto ganador. "Sirvieron para que el mundo supiera que en la Comuna 13 pintan, bailan y cantan, y que se empezaran a hacer recorridos turísticos. Hay que tener cuidado con el sensacionalismo cuando te cuentan lo que pasó en la común. La ciudad hasta entonces nos había estigmatizado mucho, porque desconoce su propia historia. Actualmente nos conocen más a los alemanes que a la gente de aquí", explica Kabala, un gestor cultural protagonista de la transformación social de la zona.

Al final de los seis tramos que tienen las escaleras mecánicas que revolucionaron la movilidad de la zona bailan el grupo de hip-hop Black and White. Se constituyeron después de participar en un proyecto de danza en 2014, aunque no han podido bailar de forma profesional hasta hace dos años. Según explica David Acosta, uno de sus jóvenes componentes, "en Colombia está prohibido el trabajo infantil". Acosta apunta a que el barrio ha sufrido un cambio muy drástico y que hay mucha gente que viene de fuera a verlos. "Quien podía imaginar que después de lo que ocurrió aquí pasaría esto. En la Comuna 13 ya no hay violencia, solo paz".

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Para Jeihhco Castaño, cantante de hip-hop, líder social y fundador de la asociación cultural Casa Kolacho, la transformación de la Comuna 13 no ha sido causada por unas escaleras mecánicas. Es fruto de un trabajo que se inició en 2000 gracias a la ONG YMCA, que llegó a la común para incentivar la participación de los jóvenes. Convocaron una reunión con todos los artistas de hip-hop, graffiti y rap y nació el colectivo La Red del Hip-hop Élite, una apuesta por la paz y la no-violencia en la Comuna 13. "En la población no le preguntaron la opinión sobre la construcción de las escaleras, es un proyecto impositivo que le pensó alguien en un escritorio, que creyó que era muy bonito porque en Barcelona hay algo parecido", dice Castaño. "Es un proyecto invasivo, y hay personas que fueron desplazadas para poder construirlo, y esta historia no se ha explicado. Hay familias que crecieron aquí, que fundaron el barrio y que tuvieron que irse a una otra parte", recuerda. Castaño toma aire y sigue explicando la situación frunciendo la nariz: "Es un proyecto pensado desde el principio para los visitantes. Los vecinos no importamos, lo que importa es el marketing de la ciudad".

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Viaje al pasado

Para entender la transformación que vive la Comuna 13 es necesario mirar al pasado. Comenzó a urbanizarse a principios del siglo XX, con la llegada a Medellín de campesinos procedentes de la región de Antioquia. A lo largo de todo el siglo pasado ha sido un sitio de acogida de migrantes y desplazados del conflicto armado en Colombia. Y se convirtió en un barrio con la ausencia del estado y sus instituciones. Su ubicación estratégica, cerca del mar y del paso del oleoducto Medellín-Cartago, fue el motivo por el que la Comuna 13 se convirtió en un enclave codiciado por los actores armados de la guerra urbana, cuya actividad desplazó forzosamente a 10.000 personas de la común durante la primera década del siglo XXI, según datos del Museo Casa de la Memoria.

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Entre 1985 y 2000 los milicianos y la guerrilla se disputan el lugar, dan a la población la protección que no les dan las autoridades e imponen su ley. Además de ofrecer a niños y jóvenes una posición social formando parte de las redes criminales. "La Comuna 13 tiene una bendición, que también es una maldición: su ubicación. Hacia la parte occidental de la común está la vía que conecta con el único puerto que tiene el departamento de Antioquia, el puerto de Urabá .Varios actores, legales e ilegales, lucharon por el control del territorio sin importarles quien vivía allí", apunta el Kabala. Wendy, una guía del barrio, interviene cuando oye la conversación: "Cuando tienes personas secuestradas les sacas muy fácilmente de Medellín por aquí, cuando tienes contrabando lo introduces por aquí, el tráfico de drogas lo pasas por aquí... La común es un laberinto, accesible en muchos casos sólo a pie", dice.

Los paramilitares, en busca de su parte de la tarta a la común, intensificaron sus acciones a partir del 2001, lo que enfrentó a los diversos actores armados no estatales en el momento más tenso. Esto provocó una situación insostenible, a la que el gobierno quiso acabar con numerosas intervenciones militares. Sólo en 2002 llevó a cabo 11. Con la operación Orión, con la ayuda de los paramilitares, el gobierno obtuvo el control de la situación. Fue una acción militar llevada a cabo con armamento pesado en octubre de 2002 que puso punto y final al dominio de las guerrillas y las milicias en la zona, y que provocó, según la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social, 88 muertes y 95 desaparecidos. Entonces la comuna pasó a manos de los paramilitares, hasta que se desmovilizaron en el 2007, cuando se instalaron las Bacrim o Grupos Armados Organizados.

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La Comuna 13 fue a lo largo de varias décadas un gran productor de mano de obra para los grupos armados que operaban en Medellín. Los paramilitares, la guerrilla y las bandas se repartían la comuna. Estamos hablando de una zona pobre en la que el Estado brillaba por su ausencia en estructuras físicas, sociales, políticas y económicas, y donde surgieron estados paralelos gestionados por grupos armados que se erigieron en autoridad y se convirtieron en referentes para adultos y jóvenes. Las economías ilícitas se apoderaron del barrio: narcotráfico, tráfico de armas y extorsión. "Los jóvenes se encuentran en una zona en la que no hay una infraestructura educativa, laboral o empresarial. No tienen ninguna posibilidad económica o de supervivencia más allá de la ilegal. Han crecido en familias en las que los padres y abuelos han formado parte de estas economías. Por lógica, terminan obligados a formar parte de un actor armado, de la economía ilegal, porque realmente no tienen otra posibilidad", reflexiona Oscar Julián Palma, profesor de ciencias políticas en la Universidad del Rosario , en Bogotá.

Una transformación imparable

Actualmente el fenómeno sociocultural que vive la Comuna 13, donde el arte y el civismo se están imponiendo a la violencia y las armas, ha hecho que la zona próxima a las escaleras mecánicas viva un proceso de transformación imparable. Sin buscarlo, se ha convertido en uno de los principales atractivos de la ciudad, y ha generado una entrada importante de dinero en la común y el surgimiento de pequeños negocios familiares, que están dando un gran impulso a la renovación en la que se encuentran inmersos. Un buen ejemplo de ello son las numerosas empresas que ofrecen visitas guiadas y clases de música, danza y grafitis. O la famosa Doña Consuelo, que según los locales tiene las mejores cremas de la zona, unos helados artesanos con trozos de fruta. "He pasado de tener una neverita a tener cinco", dice con una sonrisa. Incluso hay personas que se están planteando abrir un hotel.

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El recorrido que hacen prácticamente todos los visitantes que quieren conocer la común se llamaGraffitour, y lo hacen de la mano de guías locales que dan a conocer las escaleras mecánicas y el arte urbano que se desarrolla a su alrededor. Un producto turístico de gran éxito, que ha ido perfeccionando a lo largo de los años. Estos circuitos guiados empezaron sin ningún nombre específico ni ánimo de lucro. "Si querías conocer la Comuna 13, alguien te decía que fueras con los raperos, que lo conocen todo", explica Jeihhco Castaño. Todo cambió en el 2011, cuando le llamó la fundación de Juanes para hacer una ruta a James McGovern, un congresista norteamericano que iba a verificar los resultados del Plan Colombia, un paquete de ayuda en el país estadounidense del año 2000. "Quería conocer la operación Orión, saber qué pasó en la Comuna 13, conocer la voz de dentro... Por primera vez nos sentamos el grafitero El Perro y yo con un mapa para diseñar una ruta específica para contar la historia de la común", recuerda. De ahí surgió el tour del graffiti.

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La zona se ha convertido en un espacio de memoria histórica que invita a reflexionar sobre el conflicto colombiano. Un lugar en el que los jóvenes, desde diferentes disciplinas artísticas, pero especialmente desde el graffiti, muestran sin dramatismos cuyo pasado oscuro formaron parte, y proponen un futuro sin armas y en paz. "No queremos representar ni sangre ni calaveras ni nada negativo en los muros. Contamos historias, pero en positivo. Por ejemplo, yo cuento el momento más terrible que he vivido aquí, la operación Orión, pero sin elementos negativos", explica Chota.

Al observar el graffiti se ven pájaros que simbolizan los helicópteros que dispararon contra la población. Un ojo con una mancha roja invita a reflexionar sobre la sangre derramada. Un ojo con una mancha verde es parte de la esperanza. Y una mano que echa unos dados representa la incertidumbre que generó la operación Orión en la común. Cada grafitero tiene un lenguaje propio que necesitamos que nos lo cuenten. Si no, "llegas gringo y te vas gringo", señala el Chota. E interpela a las autoridades para que "vean que con el arte se puede cambiar parte de este mundo".

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Una comuna de 31 barrios

La Comuna 13 está formada por 31 barrios. De éstos, la gran mayoría "están más o menos bien, ya que hay desempleo y las condiciones de vida no son las óptimas", dice Kabala. Sin embargo, después de dar un trago de agua de panela, asegura estar tranquilo, que puedes caminar por todos estos barrios: "En general la transformación de la Comuna 13 es un claro ejemplo de que se puede cambiar".

En cuanto a la evolución de la actual transformación de la Comuna 13, el Jeihhco tiene muy claro el camino a seguir: "Sería importante que en esta ciudad el gobierno nos mirara como iguales, como compañeros de lucha en las causas de transformación del futuro. Para que Medellín se transforme de verdad como soñamos".