Una de las singularidades del conjunto Tavascan-Montamara es reversible. Es la primera central de estas características que se puso en marcha en el Estado. "Si el precio de la energía hace que sea rentable producir electricidad, la central coge el agua de los lagos para producirla, y si no, sube el agua hasta los lagos para poder reutilizarla como fuente de energía en otro momento", explica Albert Piqué. Otra central hidroeléctrica reversible es la de Sallente-Estany Gento, en la Vall Fosca.
Cosas que pasan a 500 metros bajo tierra
La central hidroeléctrica de Tavascan
Hoy estoy en uno de los sitios con menos densidad de población de Catalunya. Sí tiene, en cambio, una alta densidad de lagos, formados por neveros, como el de Certascan, el mayor de todo el Pirineo. Pocos habitantes, pero poblado desde hace mucho tiempo, como atestiguan las numerosas iglesias románicas. También es un sitio con un interesante patrimonio industrial. La central hidroeléctrica de Tavascan es su máximo exponente.
Estoy a 500 metros bajo tierra, en el interior del monte del pico de Guerón. He entrado por un túnel situado un poco más arriba del actual pueblo de Tavascan (el antiguo desapareció a causa de un terrible alud de tierra y piedra en 1604). La temperatura ha caído en picado en cuanto hemos entrado en la tierra. Menos mal que Albert Piqué, el responsable de la central, que me hace de guía, me ha dejado una chaqueta (si realiza visitas guiadas, que incluyen el Centro de Interpretación del Agua de Tavascan y la central, no olvide una pieza de abrigar).
Hemos hecho un recorrido por una pendiente suave hacia abajo, por un túnel bastante grande –para que puedan pasar los camiones cuando se deben llevar piezas para reparar–. Caían algunas gotas de agua, ahora aquí, ahora allá. Suerte del casco, que está obligado a ponerse.
"¿Cuándo se construyó todo esto?", pregunto a Albert cuando paseamos por las salas que forman el corazón de esta central hidroeléctrica de caverna. "En 1959 no pusimos la primera piedra, sino que la quitamos", dice dibujando una sonrisa. "Fue una obra muy compleja. Duró hasta finales del año 1971. Hubo que perforar la roca para hacer tuberías, se hicieron tomadas en los lagos para aumentar su capacidad de almacenamiento, se pusieron válvulas para que saliera el agua de los lagos, se hizo el túnel y el espacio para los grandes aparatos. de todo el estado español", me cuenta.
La montaña que tengo encima tiene una tela de araña de tuberías bajo tierra. "En los años 30 y 40 del siglo XX se hizo una canalización para recoger agua de Certascan, para aprovecharla para el pantano de Sant Antoni, construido entre 1913 y 1916", me explica Albert mientras me voy fijando en las numerosas instrucciones relacionadas con la seguridad que hay en las paredes: "Atención. Caídas al mismo nivel". "Sea prudente en el uso de las escaleras", etc. Hay también aparatos que vigilan a los animales de cuatro patas (los ratones pueden hacer de las suyas)... y los de dos patas, como nosotros.
"¿Cuántos sois, trabajando?", pregunto a Albert. "Una veintena –me responde–. Pero al principio había unos 250. Los que operaban y los de mantenimiento". "Para mí lo de operar es muy genérico. Sé que un cirujano opera, pero un trabajador de una central hidroeléctrica, ¿qué opera?" "En nuestro caso, operar significa encargarse de poner en marcha y parar a los generadores para producir la electricidad". Ahora el funcionamiento está totalmente automatizado y se gestiona de forma telemática desde el centro de control. Aquí no hay nadie de forma permanente.
Tenemos por delante una turbina Pelton, de grandes dimensiones. Creadas en Norteamérica en el siglo XIX, las turbinas Pelton son muy apropiadas en los casos de mucha presión y poco caudal. Es el caso de esta central hidroeléctrica.
Algunos elementos se han ido haciendo a medida que se han necesitado. Tales como una puerta de hierro, que cierra de forma completamente hermética, y que Albert abre con facilidad. Cuando pasamos tengo la sensación de entrar en una zona de alta seguridad. "Hace unos 15 años hubo un escape de agua. El suelo llegó a tener unos palmos de agua; como están los generadores y transformadores muy cerca había que evitar a toda costa que el agua volviera a esparcirse", explica Albert. Por eso se hizo esta puerta, que protege el lugar al que llega la tubería que viene de Tavascan Superior. ¡De 900 metros más arriba! Es una gran tubería. Su diámetro es mayor que yo, que no soy bajo. "Este es el acceso invernal en la parte inferior de la central de Montamara", me dice Albert. Hay una escalera entre la tubería y los conductores, que sube y sube... hasta que ya no la ves. A ambos lados de la escalera hay unos raíles (antes se subía con una vagoneta, pero por seguridad, y por la complejidad del mantenimiento, se retiraron).
Cuando nos acercamos a la salida, después de andar por el túnel, oímos ruido de agua. Ahora viene del cielo: se desató una buena tormenta (y eso que hace tres horas, cuando hemos entrado en la central, hacía un día radiante). En invierno, a veces, después de unas horas de estar dentro, te encuentras un buen blando de nieve recién caída.